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La Argentina de Javi, más feliz que nunca

la argentina de javi, mas feliz que nunca
El presidente de Argentina, Javier Milei, con una motosierra a su llegada a la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) en el Centro de Convenciones Gaylord National Resort, el jueves 20 de febrero de 2025 | Jose Luis Magana - FR159526 AP

Me tomé una semana de descanso, aunque no estaba cansado. Sentía la imperiosa necesidad de reflexionar sobre el país y sus circunstancias. Hablé con mucha gente, caminé las calles, llegué hasta el interior profundo; por ejemplo, San Isidro, cosa de que nadie me acusara de estar inmerso en un microclima. Al cabo de esos días, creo tener un balance de los primeros 15 meses de gobierno. Para calmar a los espíritus más exaltados, balance superavitario por donde se lo mire. Si un argentino hubiese dormido una siesta entre diciembre de 2023 y estos últimos días de marzo, poco después de abrir los ojos preguntaría: “¿Por qué estoy en Finlandia?”. Según el informe del World Happiness Report 2025, que acaba de conocerse, Finlandia es el país más feliz del mundo; lleva años en el liderazgo, no sé si porque está realmente bien o porque los finlandeses, unos vivos bárbaros, les tiran cualquier verdura a los encuestadores del WHR. ¿La Argentina de Milei está segunda? No. ¿Tercera, cuarta, quinta? Tampoco. El ranking ya me resulta sospechoso. ¿Está 20, 30? Olvídense. Ocupa el lugar 42 (sobre 140 países, no suena mal). Aunque es su mejor posición desde 2019, cuando Alberto, brioso amador, tomó las riendas, nos sabe a poco. El más perfecto programa económico que se haya dado el género humano merecía otra suerte. Además, falta el dato de cuándo se hizo el relevamiento entre los argentinos. Porque, ponele, una cosa es entrevistarlos apenas se supo que Javi invitaba a timbear con criptos truchas, y otra, muy distinta, después del baile que le pegamos a Brasil.

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Volvamos al balance. El pibe de la larga siesta se pellizcaría ante el cambio radical que ha experimentado el país. De aquellas peleas destempladas entre Beto y Cristina a esta convivencia en la diversidad de Javi y Victoria; de esa Justicia que nadie personificó tan bien como el juez Oyarbide al saneamiento de la Corte con Lijo; del viejo Congreso invadido por la casta a la casta reconvertida para votarle al Gobierno; del populismo de izquierda, amigo de Chávez, Correa y Ortega, al populismo discípulo de Trump; de la tragedia de la grieta a un combate con tonalidades épicas entre el cielo y el infierno. Pensar que antes la recaudación se hacía con cuadernos; hoy, Karina se ha puesto al frente de un esquema tecnodigital. El pibe dormilón quiere echarse un rato más.

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Hay cambios subterráneos –de esos se ocupa Santi Caputo, Caputín– y otros que están a la vista: del frente del Palacio Libertad sacaron su anterior nombre, “Centro Cultural Kirchner”; tengo ganas de aplaudir hasta que me sangren las manos. Cris había hecho poner en el hall de entrada una placa en la que se explicaba que CCK no era por su marido, sino por su suegro. El motivo es entrañable, y la placa lo contaba muy bien: su suegro había sido cartero.

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Cris, una preciosura de nuera.

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Pocas cosas grafican tanto la transformación del país como la agenda de Hugo Alconada Mon: pasó de investigar a los Kirchner a investigar a los Milei. Olvidate, Huguito: no vas a encontrar nada. En materia económica no puede hablarse sino de milagro. En los supermercados se ha generalizado la práctica de repositores dando vuelta por las góndolas con una foto de Milei: los precios le tienen tanto miedo que, cuando la foto se acerca, bajan. Si cae la inflación, cae la pobreza: algo buenísimo para el país, pero malo para el peronismo, que siempre se nutrió de gente desesperanzada. Con su sola presencia, el Pelu mantuvo el dólar a raya durante nueve, diez meses, gracias a lo cual nos fuimos de vacaciones a Brasil, a Miami, y volvieron los tours de compras a los países vecinos y el “deme dos”. Este verano fui a comprar una TV a un shopping de Santiago (Chile, no Santiago del Estero), me asombró lo barato que estaban, pedí dos, fui feliz y al volver al país tiré a la basura los manuales de autoayuda; salí a comprar libros de historia argentina, cosa de regodearme con los tiempos de la “plata dulce”. Por estos días, como que el dólar está pegando un respingo, seguramente porque a los yanquis no les salió bien la jugada de votar por un desequilibrado. Se van a venir en oleadas a la Argentina. En un intento de calmar los mercados, Caputo el Bueno, Luis, le pidió permiso a Georgieva para anunciar que el préstamo del Fondo Monetario, todavía no aprobado por el staff del organismo, sería de 20.000 millones. Ella, una divina, lo autorizó. Luisito tiró la cifra y los mercados casi que ni se mosquearon. Los conocemos: son unos angurrientos que siempre piden más. Qué difícil para Javi, un hombre de Dios, lidiar con gente sin fe.

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Repasando: turbulencia en la City, llamado urgente a la búlgara, un anuncio para aquietar los ánimos que no estaría funcionando, y el país de rodillas a la espera de que el staff diga a todo que sí y nos llegue la guita.

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Si las cosas van bien, y van a ir bien, nos endeudaremos con el Fondo Monetario. Impresionante lo que ha cambiado el país.

Fuente: LANACION

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