¿Cocaína envenenada? Cuando trascendió la noticia algo pareció dislocado, paradójico y al mismo tiempo tétricamente revelador. Cocaína adulterada. Cocaína envenenada. ¿La cocaína no era en sí misma un veneno? “Señores consumidores no consuman la que compraron en las últimas 24 horas”. No eran lotes de manteca vencidos ni leche en polvo con arsénico. Esos son alimentos. Productos legales. El veneno envenenado tratado como algo aceptado es otra cosa.
Hace tiempo dejaron de tratar a la droga como veneno, ese es el problema; porque si su penetración, en el tejido social, en el poder, como espuela de la criminalidad y la destrucción de vidas dice algo, es que ya no sorprende. Y lo peor, que ya no importa. El veneno envenenado mata más rápido. Deja la matanza en evidencia. El veneno lento no es un problema. El veneno lento es un negocio.
Adictos olvidados, en el día a día del consumo, son en definitiva su producto, su materia prima. Son esclavos silenciosos, presos de sus vidas, que las madres penan por rescatar, que las familias ven morir, que se convierten en muertos en vida, y muchas veces en delincuentes capaces de cualquier cosa para conseguir más. Para todos esos la cocaína ya era veneno. “Los argentinos están acostumbrados a la cocaína adulterada”, afirma el doctor Carlos Damín, experto en Toxicología.
Cómo, ¿Entonces no es noticia la cocaína adulterada? La pureza de la cocaína en el país alcanza apenas y como mucho al 35%, agrega el especialista. El paco es directamente la basura del proceso que sirve para producirla. La pasta base está hecha con residuos, su poder adictivo es inconmensurable, “hace de los chicos zombies, muertos vivos, en meses”, describía una de las autollamadas madres del paco hace ya dos décadas. ¿Eso no es cocaína envenenada?
Otros venenos, como la hipocresía y la complicidad, se revelaron ante el espanto general, al tiempo, que las guardias de al menos 8 partidos bonaerenses eran atestadas por personas que en un proceso fulminante presentaban cuadros de paro cardíaco, shock, dificultad respiratoria, y excitación psicomotriz. ¿Antes no era veneno la cocaína? ¿Sólo ahora porque se notaba? Chicos pateaban un patrullero en la barriada.
Ellos son los que permiten esto, decía otra madre, señalando a la policía, relatando que su hijo consumía desde los 14 y peleaba por su vida. ¿Cuántos años tiene ahora? 41. Nadie los quiere internar, denuncia y luego son los que se suben a las motos para conseguir plata como sea. Nadie los quiere internar repite. Su hijo que vive para drogarse lucha por sobrevivir al veneno envenenado.
Cuando la ley no para a los motochorros en realidad con lo que no para es con la clientela sin redención del negocio narco, sugiere. Ellos, en su carrera asesina hasta el próximo robo son el producto, el asaltado, es apenas un daño colateral, del negocio. ¿Cuánta gente consume silenciosamente apagando su vida de a poco? El veneno fulminante de pronto revela el secreto del veneno lento. El que ya no llaman veneno.
Un drama sobre el drama que se fagocita el tejido social nos hace sentir entre las mandíbulas del terror. En las barriadas más pobres, el veneno lento se corta con cualquier cosa. Mencionan el veneno de rata. ¿Alguien dijo que les importaba el pueblo? Las hipótesis de qué rompió, con este episodio, el orden mafioso que sostiene consumo y delito como factores de producción, lleva a posibilidades difíciles de discernir.
Una banda narco queriendo arruinar el negocio de otra, pero afectando a su propio mercado parece hasta una idea estúpida. El envenenamiento intencional con escala masiva, parece directamente demencial, porque tiene la magnitud de un atentado, porque pudieron hacerlo, porque sería aterrador. El episodio revela otra capa de la decadencia. Decadencia de máxima impureza. “Estas cosas pasan en Centroamérica”, declara un experto. ¿Quiénes somos?
Rosario siempre estuvo cerca, aunque muchos no quieran verlo. El análisis preliminar de la sustancia que mató al menos a 20 personas e intoxicó a decenas, lleva a otra de las puertas del infierno de la adicción, los opioides. La cocaína ya era veneno desde antes con efectos devastadores en el cerebro, el corazón y en la vida. La cocaína ya era veneno de antes cuando mató silenciosamente a Maradona. Maldita cocaína.