40 millones de pesos costó el acto en la Plaza de Mayo de ayer organizado por el kirchnerismo. 40 millones que pagamos todos porque lo paga el Estado. La pregunta es muy simple ¿Qué cambia con esta plaza mañana en la Argentina?. Pero también podría preguntarse: ¿Acaso era necesario? La sensación que la sociedad tiene es que el Gobierno sigue de joda sin comprender el país que duele.
Esto no hace más que demostrar que la administración de Alberto Fernández equivale a un Gobierno desalmado, inhumano, desconectado, aislado e ido. ¿Para qué fue este acto? Para que Cristina Kirchner y La Cámpora le muestren a Alberto Fernández que ellos tienen la plaza más grande. Esto es, lisa y llanamente, una demostración de poder hacia dentro de la coalición de Gobierno.

Se están disputando quién es el dueño del 33,03% que sacaron a nivel nacional. Pero hablemos de porcentajes más importantes, justamente, aquellos que duelen. Y es que basta con repasar los índices de inflación, pobreza, riesgo país, jubilación y precio del dólar junto a los muertos por Covid. Es por ello que cabe preguntarse entonces, ¿Qué diablos festejan?, ¿Dónde está la humanidad que mostraban antes de ayer con Esteban Bullrich?
¿No entienden que Argentina es un país roto por los propios kirchneristas? Lo que está claro es que este es un Gobierno que no tiene la más pálida idea de lo que pasa. Cabe recordar que, hasta no hace mucho tiempo, se solía decir que el peronismo tenía “sensibilidad social”. Queda demostrado que eso es mentira. Perdieron la sensibilidad, el olfato popular. Es un Gobierno sin brújula.
En ese sentido, en el kirchnerismo solo atinan a fingir empatía, cercanía, compasión. Desde el kirchnerismo deberían recordar el discurso de Esteban Bullrich cuando, renunciando a su banca en el Senado, dijo: “No hay hombres imprescindibles, hay actitudes imprescindibles”. Alguien escuche de verdad a Esteban Bullrich. Y es que no somos imprescindibles, nadie es tan importante.
No hay héroes, caudillos, dioses sobre la Tierra. En el Gobierno deben dejar de pensar de una buena por todas que son eternos. Son personas que viven del Estado hace 50 años y que provocaron más daño que bien común. Este Gobierno llegó para banalizar el dolor de la sociedad argentina, porque les importa un bledo la sociedad. Y es que a lo único a lo que apuntan es a conservar el poco poder que todavía les queda.

Resulta vergonzoso y vergonzante que en un país sumido en la más cruel de las pobrezas se destinen nada menos que 40 millones de pesos para festejar una democracia, de la cual la plaza tuvo sólo el nombre. Si algo no fue, fue justamente democrática. La democracia es de todos, no tiene dueño, es una propiedad colectiva. Pero ayer no la ocupó más que el camporismo y algún aliado, convocados para arrinconar a Alberto Fernández.