Todo pareciera indicar que a Tucumán llegó el aire de rebeldía civil que se vivió en la Ciudad de Buenos Aires en la movilización del 17 de agosto. Y es que la sociedad tucumana no se quedaría de brazos cruzados luego de que el gobierno de Manzur dispusiera nuevamente el cierre de bares, restaurantes y gimnasios en el marco de las restricciones solicitadas por los funcionarios de la cartera de Salud debido al fracaso de la política sanitaria.
Las medidas implementadas y los controles llevados a cabo en las fronteras fracasaron y son las responsables de que hoy nuestra provincia esté infectada de cabo a rabo. Si hasta legisladores del propio oficialismo lo admiten y hasta presentaron un proyecto de ley para que el Comité Operativo de Emergencia (COE) dé marcha atrás con las restricciones que atentan contra el sustento diario de miles de tucumanos.
En este contexto, ayer se vivió una manifestación frente a la Casa Histórica, cuna de la Independencia argentina, en momento en los que comerciantes y trabajadores se están uniendo para liberarse de las cadenas que el oficialismo de Tucumán ha puesto a las fuerzas productivas y laborales de la provincia. La protesta de ayer se hizo escuchar y promete ser cada vez más multitudinaria y ruidosa hasta ensordecer a las autoridades locales.
La cuarentena más larga del mundo y la que menos resultados evidenció es la que se pretende hacer pagar al conjunto de la ciudadanía de Tucumán. Sin embargo, existe una ciudadanía que parece estar dispuesta a enfrentar al gobierno local y vender cara la expropiación de las libertades civiles a las que está siendo sometida. El quedarse en casa y observar de forma inerte cómo se pierden fuentes de ingreso y trabajo no parece ser una opción.
Es entonces que el pueblo estaría dispuesto a tomar las calles en pos de hacer valer sus derechos en un acto simbólico que asusta siempre a los poderosos, en especial, al peronismo. Y es que el partido gobernante sabe que no tiene el control de las calles y que los trabajadores no responden a la liturgia del movimiento, ya que se encuentran dentro del grupo que más afectado se ve por las medidas irracionales que adoptó el pasado viernes.
Sobre todo, cuando observan cómo los que piden hacer un esfuerzo a la sociedad, no predican con el ejemplo. Y es que, tanto Manzur como Jaldo, a diario aparecen en distintos puntos de la provincia inaugurando nimiedades y rodeados por asesores y afines sin el más mínimo respeto de la distancia social que tanto predican pero que tan poco cumplen. La hipocresía de los gobernantes llevó al hartazgo de la población en su inmensa mayoría.
Y es que la sociedad ha comprendido cabalmente que la democracia y los derechos no son algo que se defienda cada dos años en el cuarto oscuro a la hora de votar. Ya en el último tiempo se ha envalentonado en el marco de un avance contra todo tipo de libertades y poniendo en peligro fuentes de ingreso y de trabajo genuino en el sector privado. Así lo han hecho saber los emprendedores dueños de establecimientos gastronómicos.
Y es que, hasta el momento, decenas de establecimientos gastronómicos han cerrado sus puertas para siempre y se le agregarán cientos más en el caso de que el Gobierno de Tucumán no dé marcha atrás en las restricciones que impuso por 15 días y que podrían extenderse por más tiempo, en una suerte de emulación al oficialismo nacional. Esto es algo que temen especialmente los emprendedores tucumanos.
Máxime, cuando el propio Ministerio de Salud hizo hincapié siempre en el hecho de que los contagios masivos se produjeron en reuniones sociales. Y es que se trata de establecimientos, tanto los gastronómicos como los gimnasios, que a la fecha no registraron ni un solo contagio en sus locales, ya que cuentan con protocolos de funcionamiento que son efectivos, al tiempo de que fueron aprobados en su momento por las mismas autoridades sanitarias.
La falta de previsión de parte del Gobierno local le impide darse cuenta de que hace que el cierre de bares y restaurantes, lejos de significar una solución, aumenta el problema. Esto se debe a que se trata de una medida que es funcional a que se produzcan reuniones clandestinas en las que es imposible poder evitar que se produzcan contagios. Justamente, esto último era, supuestamente, el objetivo sanitario por excelencia.
Al mismo tiempo, no se entiende qué criterios sigue el oficialismo para cerrar algunos establecimientos cuando todavía funcionan bancos, casas de juego y hasta los supermercados, lugares atiborrados de gente. Es hora de que las autoridades revean sus decisiones y las cambien a tiempo, antes de que la situación económica empeore y deje un saldo luctuoso desde lo productivo y lo laboral para miles de tucumanos.
Caso contrario, deberán tener por sabido que la gente en las calles no está dispuesta a tolerar más la ineficiencia de sus gobernantes y menos todavía la quita de libertades, solo porque fallaron en las políticas sanitarias con las que debieron controlar la pandemia de coronavirus. Están obligados a repensar lo dispuesto el viernes pasado si no quieren enfrentarse a un pueblo dispuesto a tomar en sus manos el destino de sus vidas y de la provincia.