La Universidad Nacional de Tucumán (UNT), el municipio capitalino y la Legislatura se unieron el lunes pasado para la firma de un convenio orientado a reforzar la identidad de Ciudadela como un barrio cultural, turístico, histórico y educativo. Como afirmaron Mercedes Leal (vicerrectora de la UNT), la intendenta Rossana Chahla y el vicegobernador Miguel Acevedo, el plan apunta a consolidar las raíces sociales del lugar, a generar espacios públicos integradores y a promover el sentido de pertenencia de la comunidad.
La iniciativa cuenta con el respaldo y el asesoramiento de referentes de la cultura, de la arquitectura y de la planificación de Medellín, ciudad colombiana que experimentó un profundo proceso de transformación basado, sobre todo, en la participación de la ciudadanía. A Tucumán llegaron entonces Jorge Melguizo, Gustavo Restrepo y Worm (Juan Pablo Arango), para compartir las experiencias recogidas durante aquella etapa de cambios sociales y urbanos.
Hay una serie de activos característicos de Ciudadela, ineludibles al momento de abordar un proyecto de esta naturaleza:
- – El Abasto y su entorno, nutrido de locales comerciales -para venta por mayor y menor- y gastronómicos.
- – La manzana que ocupan la Facultad de Ciencias Naturales y las dependencias de la Fundación Lillo, incluyendo el museo y el jardín botánico.
- – El estadio de San Martín, que cuenta a la vez con otro museo, dedicado en este caso al historial futbolístico de la institución.
- – Espacios culturales independientes activos y pujantes, como CiTá, Puerto Cultural Libertad, Limbo, Ciudadela Cine Club, además de talleres de artes visuales y de cerámica.
A todas estas propuestas vigentes se suman muchas más, en varios casos sugeridas por los propios vecinos, quienes son los que realmente conocen los movimientos y el potencial de un barrio atado al devenir histórico de la provincia: en sus inmediaciones se libró la Batalla de Tucumán y construyó José de San Martín el fuerte de La Ciudadela.
Pero, como sostienen los propios vecinos, ninguna de estas ideas podrá prosperar si el Estado no hace su aporte con cuestiones de fondo: arreglar el pavimento de calles en mal estado; mejorar la iluminación; reparar las pérdidas cloacales y, en especial, brindar seguridad.
Una guía surgida del recorrido y del aporte de los vecinos
1- La plaza del ex Triángulo: se llama La Ciudadela y espera la puesta en valor
Tras la reubicación de las familias que vivían en el asentamiento conocido como El Triángulo nació en ese espacio, entre las calles Bolívar y Rondeau, a una cuadra del estadio de San Martín, la plaza La Ciudadela. La carencia de espacios verdes, uno de los déficits del barrio, lleva a repensar esta zona para hacerla más amigable y funcional.
la magia de los pasajes
2- 22 callecitas que tienen un encanto diferente
El cuadrante delimitado por las avenidas Alem, Mate de Luna, Kirchner/Roca y Colón propone un sorprendente enjambre de 22 pasajes. Recorrerlos permite encontrarse con la esencia del barrio. Algunos tienen unos pocos metros; otros se extienden por cuadras. Se llaman Polonia, Centenario, Cervantes, Paul Groussac, Garibaldi, Barrialito, Ciudadela, Almirante Brown, Gutiérrez, Fray Manuel Pérez, Rawson, Agustín García, Gustavo A. Bécquer, Uriarte, Burmeister, Sarratea, O’Higgins, Gálvez, Saravia, Rizzato, Ambrosio Nougués y Campo de las Carreras (estos últimos los más largos de todos)
3- La memoria en un circuito: lugares marcados por la represión ilegal
Las huellas de la última dictadura perduran en Ciudadela. En la esquina de Amador Lucero y San Lorenzo un busto recuerda al legislador Damián Márquez, víctima del terrorismo del Estado. No lejos de allí, en Frías Silva al 200, está la casa de donde fue secuestrada Diana Oesterheld, hija del autor de “El eternauta”. Son locaciones que habilitan un recorrido pensado como un circuito de la memoria.
4- El barrio universitario: la historia de la UNT está ligada con Ciudadela
Estudiantes llegados de otras provincias y de otros países que se alojaron en casas, departamentos y pensiones de la zona se cuentan por miles. La vecindad con el campus de la UNT -la ex Quinta Agronómica-, con las Facultades de barrio Sur y, claro está, con el Instituto Lillo, convirtieron a Ciudadela en un barrio universitario por excelencia. Este componente identitario puede reforzarse ampliando la presencia de la UNT, ya sea con nuevas dependencias académico-culturales o con circuitos que destaquen la relevancia del barrio en episodios como el recordado “Quintazo”.
5- Amador Lucero: la platabanda invita a distintas intervenciones
Desde Mate de Luna hasta La Madrid, la platabanda que separa las manos este y oeste de Amador Lucero aguarda para ser aprovechada. Allí pueden montarse nuevos paseos: ferias de anticuarios, galerías de arte al paso, venta de exquisiteces gastronómicas, minishows de los más diversos estilos… Hasta aquí el espacio está desperdiciado.
6- El antiguo tranvía: una rica historia entre rieles y adoquines
En la zona de Miguel Lillo y La Madrid sobreviven entre los adoquines vestigios de lo que fueron las vías del tranvía. Es una buena oportunidad y un buen lugar para contar esa historia, con cartelería, la protección de esos viejos rieles y hasta la recreación de aquella época. ¿Por qué no instalar uno de aquellos inolvidables vagones en la esquina, para ser conocido y visitado?
7- Fondas y bodegones: hay otra gastronomía que merece ser recuperada
El movimiento gastronómico en Ciudadela es constante, tanto en la zona del Abasto como sobre las avenidas Mate de Luna, Alem, Colón y Kirchner/Roca. En especial, la oferta es generosa en sangucherías (a pesar del cierre de la tradicional “Aurora”, un clásico). Pero hay otra gastronomía, típica de barrios porteños como Colegiales, Villa Crespo o Chacarita, que en Ciudadela calzaría a la perfección: la de fondas y bodegones.
8- Los palos borrachos: una manera distinta de caminar por la Pellegrini
Pocas calles en Tucumán muestran semejante uniformidad en la planificación de su arbolado. Los palos borrachos (ceiba speciosa, también llamados árbol del puente) constituyen un espectáculo en sí mismo, al igual que los lapachos en flor de la Mate de Luna y, por supuesto, la frondosa vegetación del Lillo. Este conjunto -al que puede sumarse el gomero del pasaje Cervantes- invita a configurar un paseo ecológico por el barrio.
9- Clubes de toda la vida: núcleos esenciales para la vida comunitaria
San Martín es un gigante cuya omnipresencia está ligada a la identidad de la zona. Pero también es fundamental poner en valor clubes como Nicolás Avellaneda o Ciudadela, que brindan contención a los chicos, cuentan con otros deportes para practicar y hacen a la vida en comunidad del barrio.
10- Talleres y artesanatos: no todo se descarta en estos tiempos
La obsolescencia programada nos acostumbró a una cultura del descarte, una de las piedras basales de la sociedad de consumo. Pero Ciudadela constituye un espacio de resistencia en ese sentido, ya que se mantienen en pie numerosos talleres de reparación: desde los de automotores hasta los de electrodomésticos, y también oficios artesanales, desde sastres a zapateros. Ayudarlos a subsistir y a crecer también hace a la cultura.
11- Múltiple integración: a formar un todo con las vecindades vecinas
Ciudadela no es un compartimento estanco; cuenta con numerosos vecinos no menos relevantes: barrio Sur, El Bosque -con el parque Avellaneda y el Cementerio del Oeste-, Floresta, Villa Alem, el campus de la UNT… Todas las estrategias deberían contemplar entonces la integración con las ofertas de estas barriadas. Es una suma en la que ganan todos.
