“Entonces Daniel es traído delante del rey. Y habló el rey y dijo a Daniel: “Y yo he oído de ti que puedes declarar las dudas y desatar dificultades. Si ahora pudieras leer este escritura y mostrarme su explicación, serás vestido de púrpura, y el collar de oro será puesto en su cuello, y en el reino serás el tercer señor” (Biblia – Libro de Daniel)
“El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos” (William Shakespeare)
En Tucumán, hace un par de días, se produce un hecho sin precedentes en la historia institucional del Alto Tribunal local-incluso, sin rastro aún, en el período de la dictadura carnicera de 1976 a 1983 – al dirimirse la presidencia en la cúspide del órgano judicial entre dos Daniel y un tercer Daniel expectante.
En efecto, se tratan de opciones ominosas; entre un vocal decano, Antonio Daniel Estofán, acorralado por una Ordenanza y un colectivo de mujeres que luchan por el “derecho fundamental a vivir sin violencia”, debido a los acosos sexuales atribuidos a aquél, aprovechándose de la jerarquía que ostenta, con la complicidad y encubrimiento de sus pares entre ellos, Claudia Sbdar y Eleonora Rodríguez Campos – y el magistrado Daniel Leiva, carente de antecedentes académicos, con un pasado de sumisión a su sempiterno patrón, Osvaldo Jaldo, desde sus inicios como mediocre funcionario menor del Poder Ejecutivo durante las gestiones de José Jorge Alperovich hasta que el sucesor de éste, lo designa Fiscal de Estado y por fin […] arriba al segundo piso del “Palacio de Tribunales”.
El tercer Daniel es de apellido Posse quien bajo el pretexto de la prudencia y la templanza “mira pero no ve” los desbordes libidinosos de su tocayo Estofán así como las coacciones a jueces inferiores de su homónimo Leiva; pero no solo es un voyeurista sino también un anti Prometeo o, en otras palabras, el portador de una tibieza que hasta la biblia descalifica.
Esta elección cortesana tiene otro aditamento porque determinados sectores comunicacionales – especialmente, conservadores y clericales apuestan al vocal que hoy simboliza la degradación de las “mujeres judiciales” en desmedro del otro que refleja la humillación de la Judicatura por la absoluta falta de independencia y ausencia de ética.
Nunca antes, entonces, resulta tan evidente esta metástasis en la magistratura aunque es el corolario de una putrefacción que comienza con el gobierno de Ramón Ortega, continúa con el genocida Antonio Domingo Bussi, sigue con Julio Miranda, se exacerba con Alperovich hasta la actualidad.
Sodoma y Gomorra.
Satanás y Belcebú.
En síntesis, corrupción en todos los matices, por doquier, en particular en la Corte de los supremos tucumanos.
Pero este contexto no es casualidad sino, como todavía enseña Jorge Luis Borges, “lo que llamamos azar es nuestra ignorancia de la compleja maquinaria de la causalidad”.
Por: Dr. Gustavo Morales
Mat Prof. N° 3924