Los tucumanos nos acostumbramos a que, durante casi un mes, es decir, 25 días, en la provincia no hay funcionamiento del transporte público de pasajeros. Como así también nos acostumbramos a tener que depender de una reunión de zoom para saber si un paro de colectivos nos permitirá volver a casa luego de una jornada de trabajo. El problema que viene a desnudar es el del falso federalismo que se pregona desde las huestes nacionales.
Este mediodía se decidirá mediante un encuentro virtual con las autoridades del Ministerio de Transporte de la Nación si el cese de actividades volverá a ocurrir en nuestra provincia. Pero no sería tan solo la única. Y es que el reparto de los subsidios para esta actividad es de las muestras más cabales de la discriminación que sufre el mal llamado interior del país debido a que le toca apenas el 17% de la ayuda estatal que proviene desde Nación.
El restante 83% se destina a los ómnibus del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), una región que abarca a la Capital Federal y al Conurbano bonaerense, donde viven prácticamente la mitad de los argentinos. El propio titular de la cartera de Transporte, Mario Meoni, reconoció esta deficiencia estructural, pero hasta ahora no pasó de eso, de ser un mero reconocimiento a la histórica postergación que padece el interior del país.
De convocarse a un paro nacional por parte de UTA, el mismo no afectará a los subsidiados medios de transporte público del AMBA. En cambio, los demás distritos se plegarán y nada podrá impedir que la gente se quede sin forma de poder cumplir con sus obligaciones laborales en tiempos en que cada empleo corre riesgo de perderse. De esta forma, se agranda la brecha de desarrollo respecto del área metropolitana.
En tiempos en que se empieza a analizar lo que será la salida del coronavirus en la post pandemia, la posibilidad de que se revisen subsidios para que, lejos de ajustarlos, se incrementen para compensar el desfasaje entre AMBA y el resto del país, corre peligro. Lo ideal sería que se pueda redistribuir mejor lo que ya existe antes que esperar a poder conseguir nuevos recursos que, simplemente, no están al alcance de la mano.
En ese sentido, los propios integrantes nucleados en la Asociación de Empresarios del Transporte Automotor de Tucumán (Aetat) emitieron un comunicado en el que le solicitan a Alberto Fernández todavía más ayuda económica a pesar de que las arcas nacionales no dan más y están llegando al límite de lo que se puede emitir sin que eso conlleve a un riesgo cierto de que se espiralice la inflación en lo que queda del año.
En el documento enviado a la Nación, los propios empresarios le endilgan a la región del AMBA vivir en un paraíso subsidiado mientras que a ellos les toca el infierno debido al deficitario reparto de subsidios al transporte. Restará entonces esperar unos minutos hasta saber este mediodía si el falso federalismo de Argentina puede ser conjurado y los choferes de colectivos puedan cobrar en tiempo y forma lo que les adeudan.