Luego de que se conociera que el Gobierno nacional, enviará un proyecto de ley en el que se tratará una nueva fórmula para decidir cómo será la movilidad jubilatoria de aquí en más, quedó al descubierto el ajuste que el oficialismo pretende hacer con las jubilaciones, al no incorporar la cuestión de la inflación. En ese marco, es notable observar la inmensa hipocresía con la que se hace política en Argentina.
Y es que en nuestro país está claro que rige más que nunca una espantosa doble vara para hacer y para analizar la política. Esto se debe al hecho de que en las últimas horas se reunió el Consejo Directivo de la CGT y sacaron una carta para expresar su preocupación por el recorte del IFE y de los ATP. Mientras que con el gobierno anterior era un sindicalismo más combativo, lo cual se debe al hecho de que buena parte del gremialismo es oportunista y acomodaticio.
Y es que si gobiernan otros que no sean del peronismo, realizan un paro por semestre, mientras que si gobiernan los amigos, apenas escriben y publican cartas de preocupación. Lo mismo ocurre con el tema de los jubilados. Cuando el ajuste lo hace otro signo político, se trata de la de derecha reaccionaria neoliberal, mientras que si lo hacen los herederos de Perón lo califican de gasto público más eficiente.
Esto significa que al peronismo le permiten desde ajustar con los jubilados, hasta reprimir en Guernica y no se produce demasiado revuelo, pero cuando lo hace cualquier fuerza política están entregando el país. Claramente en nuestro país cada uno elige recordar el pedazo de la realidad que le conviene, pero el problema es que eso no es justo debido al hecho de que no es posible editar la realidad porque la misma es una sola.
Ni qué hablar sobre lo que ocurre con el cierre de empresas, debido a que en estos momentos, unos siete de cada diez comercios aún no recuperaron los niveles de ventas de la pre-pandemia. Pocos medios como éste dan cuenta de esta realidad y hacen hincapié en el hecho de que la cuarentena más larga del mundo fundió empresas, dejó a trabajadores en la calle, mientras que no sirvió para evitar contagios ni impedir muertes.
Cuando lo hace un Gobierno no peronista están fundiendo al país, pero cuando es peronista, la culpa es de la pandemia. Si para muestra basta un botón, se puede mencionar que lo mismo ocurre con algo tan polémico como el aborto. Cuando el gobierno anterior instaló el debate en 2018, pocas semanas después la Iglesia Católica salió con los tapones de punta, al punto de que se produjeron movilizaciones motorizadas por esta institución.
Sin embargo, ahora que el Gobierno nacional confirmó que en noviembre va a mandar el proyecto de ley para legalizar el aborto, no se escucha casi nada. Esto parecería indicar que hay momentos donde el aborto molesta más y donde molesta menos. Las convicciones no debieran de modificarse por el color político que tenga un gobierno. Sin embargo, pareciera que esto es posible, cuando el que dirige a la Argentina, es el peronismo.
