La resolución establece que el lenguaje inclusivo podrá ser utilizado “en cualquiera de sus modalidades” como recurso “válido en las producciones realizadas por estudiantes de grado y posgrado”.
El texto, firmado por el Secretario de Gestión Institucional Javier Pablo Hermo y la Decana Carolina Mera, se basa en que en los últimos años “se han producido en distintas partes del mundo y en nuestro país importantes avances en materia de derechos de las mujeres, la diversidad sexual y de género”.
La aprobación también considera que para que “la igualdad jurídica se traduzca en igualdad efectiva es necesaria una profunda transformación en las prácticas sociales” y “que el lenguaje con el que nos comunicamos y relacionamos comporta sentidos que reflejan desigualdades entre los géneros”.
Finalmente, añade en los argumentos que los instrumentos “administrativos y de gestión de la Facultad conservan formulaciones y expresiones que no han sido actualizadas contemplando a los sujetos de derechos reconocidos en los últimos años”.
Muchos creen que es un capricho; otros defienden el lenguaje inclusivo como bandera de la lucha contra la desigualdad de derechos y por la inclusión. Los jóvenes y los chicos lo manejan con destreza. Saben qué palabras cambiar y cuáles no sufren ninguna modificación.