El intendente de Yerba Buena, Mariano Campero, ha venido haciendo gala de su ineficacia al frente de la gestión en su municipio desde hace tiempo. Sobre todo, en lo que hace a cuestiones de la inseguridad. Pero, en este caso, los últimos eventos sucedidos en la Ciudad Jardín dan cuenta de su ineficiencia también a la hora de controlar que en este distrito los contagios por coronavirus no se disparen.
Y luego de que trascendiera lo sucedido en el club Tucumán Rugby, el cual fue clausurado luego de que varios grupos de jóvenes estuvieran reunidos sin barbijos y sin distancia social con la música a todo volumen, ejemplifica la falta de control que Campero tiene en su municipio. El agravante de este suceso se enmarca en el hecho de que Yerba Buena es uno de los departamentos que más afectado está siendo en Tucumán.
Sin embargo, el intendente muy suelto de cuerpo dijo en su momento que no hacía falta implementar más medidas restrictivas porque estaba todo controlado. No obstante, la única verdad es la realidad y la misma indica se impone dejando en claro de que en Yerba Buena, lejos de estar todo controlado, la posibilidad de un desborde de contagios es alta y crece a medida que hechos como el de Tucumán rugby ocurren.
Días atrás, también trascendió la reunión de jóvenes que se hizo en un importante colegio de Yerba Buena sin que hubiera medidas de distanciamiento. Una madre compartió su indignación a través de las redes sociales y rápidamente se viralizó este hecho, al tiempo que muchos padres hicieron sentir su descontento, no sólo con las autoridades de la institución escolar, sino también con las mismas autoridades municipales.
Sin embargo, a Campero no pareciera importarle ni las críticas de los padres, ni tampoco la situación epidemiológica que atraviesa Yerba Buena. Debería tener en cuenta el intendente que no sólo están en riesgo la vida de muchas personas, también corre peligro la educación presencial de niños y adolescentes. Pero, además, los emprendimientos de muchos empresarios y el empleo de muchos trabajadores.
Pero Mariano campero pareciera estar en otra sintonía, teniendo en cuenta sus aspiraciones políticas. En ese sentido, sólo pareciera tener oídos para Ricardo Bussi y para Roberto Sánchez, con quienes aspira, no sólo a desplazar al peronismo de la Casa de Gobierno, sino también a los referentes de la Unión Cívica Radical y del resto de la oposición. Eso demuestra lo que verdaderamente importa para el mandatario municipal.
Cabe preguntarse: ¿Acaso cree Mariano Campero que la totalidad de la sociedad tucumana podría colocarlo al frente de la provincia cuando no puede hacerse cargo ni siquiera de la gestión de su propio municipio? Mientras tanto, la segunda ola de la pandemia avanza y amenaza con empeorar si no existe un control adecuado de parte de quien fue elegido para dirigir el destino de los habitantes de Yerba Buena.
