El empresario matarife Alberto Samid sigue detenido en una comisaría de San José, en el cayo de Ambergris a la espera de que se define si finalmente lo expulsarán de Belice por las causas penales que tiene en la Argentina. Solo y casi sin hablar con nadie, consiguió que lo sacaran del calabozo y lo alojaran afuera de la celda donde puede moverse sin esposas y pasa gran parte del día sentado en una silla. Sufre por las altas temperaturas de ese cayo paradisíaco donde buscó refugiarse. En la cárcel el aire acondicionado escasea.
Ayer, su mujer Marisa Scarafia y su hijo José llegaron a San José y fueron a visitarlo a la comisaría. Tuvieron un breve encuentro. Los testigos aseguran que apenas los vio el “rey de la carne” les gritó: “No tengo más medicamentos”.
Samid se muestra preocupado por su salud. Según su abogado Vicente D’Attoli sufre de diabetes y tiene hipertensión, entre otras patologías clínicas. Para esas dolencias, dicen en su entorno, tiene que tomar una medicación diaria que habría quedado en el hotel cuando Interpol lo detuvo el viernes pasado tras varios días en fuga.
Tras la breve visita en la prisión, su esposa y su hijo se dedicaron a tratar de conseguir un abogado para que lo defienda este lunes, cuando se tenga que enfrentar a la Justicia de Belice que busca expulsarlo. En principio, el matarife buscará demorar el trámite argumentando que como no hay tratado de extradición, para sacarlo deberán hacerle un juicio.
Pero esa estrategia se podría desmoronar. En el Ministerio de Justicia que comanda Patricia Bullrich aseguran que la Justicia de ese país lo expulsará bajo el argumento de que cometió un delito migratorio al entrar a Belice como turista cuando en realidad estaba escapando de su país.
Samid se escapó de la Argentina días antes de que se conociera la sentencia del juicio en el que lo acusan de ser el líder de una asociación ilícita que se quedó con US$ 28 millones a través de la evasión de impuestos. La causa se inició en 1996, hace 23 años.
Se fue el 24 de marzo de la Argentina e ingresó en Paraguay desde donde tomó un vuelo a Panamá. Una vez allí viajó hasta Belice donde arribó el 26 de marzo. Estuvo diez días escondiéndose de las autoridades e incluso comunicándose con los medios argentinos en los que provocaba a las fuerzas federales argentinas pidiendo que lo fueran a buscar. Este domingo dos oficiales de la Policía llegaron al cayo Ambergris para traerlo de regreso.