“Siempre el poder político tuvo la tentación de limitar al Poder Judicial, que debe ser independiente para ser más eficaz en su tarea”. En esa oración del documento que dio a conocer la Iglesia Católica solicitando que la Justicia sea verdaderamente independiente en nuestra provincia. La pregunta es ¿Independiente de qué? La respuesta se encuentra en las innumerables notas que publicamos desde este medio.
En ese marco, se hace necesario recordar que el Poder Judicial o bien resulta cómplice del poder político o es su rehén. Sea como fuere, lo que está claro y en lo que hacen hincapié el arzobispo, un cardenal y dos obispos de Concepción es en el hecho de que la Justicia en Tucumán no es independiente, y no lo es debido a la injerencia que la política tiene en este poder del Estado, a la que muchas veces trata como una extensión.
Pero lo interesante pasa por el reclamo que la Iglesia Católica hace, ya que resume en sentir de toda una sociedad, que pide y exige lo mismo que la institución religiosa: que actúe de una vez. Pero no como lo viene haciendo, de forma facciosa y parcial con el fin de defender a propios y ajenos, pero siempre amigos del poder. Lo que se pide es la puesta en funcionamiento de un poder que debe estar al servicio de la gente.
La pregunta ahora, pasa entonces por la decisión que la Justicia tendrá que tomar. ¿Acaso se hará cargo del pedido de independencia que lo pide la Iglesia? Y quien debería sentirse interpelada es la mismísima titular de la Corte Suprema, Dra. Claudia Sbdar. Sabido es por todos, tal y como quedó reflejado desde este medio, que, al menos hasta aquí, la presidenta del máximo tribunal no hizo más que ignorar al pueblo en su reclamo.
¿Continuará en esta posición de desinterés? ¿O sólo atinará a vender humo con accionares tardíos y sobreactuados como solicitar investigar la actuación de un juez como Francisco Pisa? Mil auditorías no reviven a las víctimas de la indolencia de la Justicia, ni repara la falta de justicia. Lo que podrá encarrilar al Poder Judicial será dejar de caer en una defensa corporativa de los jueces y fiscales que no han hecho otra cosa que darle un mal uso al cargo que ocupan.
En ese sentido, ¿Continuarán desestimando las pruebas que el camarista Enrique Pedicone presentó en su grave denuncia contra el vocal de la Corte, Daniel Leiva? ¿Seguirá la protección contra el otro integrante del máximo tribunal, Antonio Estofán, quien fue acusado de acoso sexual? ¿Y qué decir del caso de Jorge Yapura Astorga? ¿Acaso Claudia Sbdar continuará dilatando el comienzo del juicio oral y público al que debe ser sometido el legislador?
Cómo estará de complicado el panorama en Tucumán que hasta la Iglesia Católica se sintió en la necesidad de hacer oír su voz. Tal vez pueda tener un peso institucional que evidentemente la voz del pueblo no posee para quienes se encuentran en la cúspide de un poder como el Judicial. Pues es hora de que se den cuenta, desde la Dra. Claudia Sbdar hacia abajo, que no tienen más patrón que la sociedad misma y es a ella a la que se deben y no al amiguismo político.
