Por primera vez desde que se convirtió en Presidente de la Nación, Alberto Fernández empieza a registrar en algunas encuestas un mayor porcentaje de imagen negativa que positiva. Cabe aclarar que no se trata de un fenómeno aislado, debido a que durante el transcurso de los últimos meses, semana a semana la ponderación hacia su persona y gestión fueron descendiendo de forma paulatina como si de un tobogán se tratara.
Este hecho no se trata de una mera casualidad, y es que el pueblo argentino siente que existe un divorcio entre las necesidades de la gente y el jefe de Estado que representa al actual Gobierno. Esta es la explicación general de porqué perdió tanto apoyo popular, cuando al principio de la cuarentena llegó a rozar los 60 puntos de la imagen positiva. Sin embargo, Alberto Fernández defraudó la confianza de la gente de forma muy rápida.
Se podría tomar como punto de inflexión el momento en el que anunció que su Gobierno avanzaría en nombre del Estado sobre la propiedad privada. Además, hacerlo mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que mostró una profundización de un autoritarismo propio del kirchnerismo, fracción mayoritaria dentro de su propio gobierno y de la cual, no sólo jamás se despegó, sino que por el contrario profundizó su tendencia.
Además, la caída de las causas de corrupción y el beneficio del arresto domiciliario para la mayoría de los ex funcionarios kirchneristas acusados, no fueron tolerados por la sociedad. Alberto Fernández no supo capitalizar los 100 días que toda sociedad le otorga a los presidentes electos como una suerte de “luna de miel”. Para colmo, lo que empezó siendo considerado como necesario y efectivo en el comienzo de la cuarentena, terminó no siéndolo.
Y es que uno de los factores en la creciente desaprobación del Presidente pasa por cómo el Gobierno continuó gestionando la respuesta frente a la pandemia a medida que se fue acercando el invierno. Y es que la gente se dio cuenta de que el Poder Ejecutivo se enamoró en demasía del denominado Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), y no supo luego cómo salir de allí. Lo que empezó como estrategia continuó como enamoramiento y terminó como trampa.
Sin duda, otro factor clave resultó el agravamiento de los problemas económicos. Es que es imposible que la gente no esté dominada por el pesimismo acerca del futuro económico de Argentina, cuando su propia situación personal se ve pauperizada por los efectos negativos de la cuarentena. Ya sea por pérdida de empleos o disminución de ingresos, además de una continua profundización de la recesión económica y un aumento de la inflación.
A todo esto, resultado determinante también la reforma judicial que ha desencadenado el kirchnerismo con el que intentaría llevarse puesta a la Justicia y asegurarle la impunidad a Cristina Kirchner, sus hijos y los funcionarios que la acompañaron durante su gestión. Mientras tanto, la sociedad carece de un líder que pueda conducirla y que Alberto Fernández no atina a encontrar la salida del propio laberinto que supo construirse por su propia necedad.
