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La impotencia del padre de Sabrina Pasarín: “que la apedreen y listo, que la maten en público”

Mario Pasarín, procesado por narcotráfico, no puede dejar de pensar en su hija. Ella está presa como él, pero acusada de haber matado a un hombre en un accidente de tránsito.

Descacharreo

Hay un pensamiento que atormenta a Mario Pasarín las larguísimas 24 horas de cada día que pasa en Villa Urquiza. No es el hecho de despertarse todas las mañanas y de acostarse todas las noches en la oscuridad del penal, tampoco la incertidumbre de ni siquiera tener una fecha de juicio agendada. Lo que le impide estar tranquilo a ese hombre canoso y corpulento es la forma en que la sociedad ha “demonizado” a su hija.

“Estoy pasando un momento jodido con el tema de mi hija”, es la primera frase que sale de su boca cuando, por primera vez, tiene la oportunidad de hablar con un periodista. Acababa de finalizar el partido de rugby que enfrentaba al equipo del penal con el de Gendarmería. Pasarín integra el plantel, pero esta vez se quedó con las ganas de jugar por culpa de una lesión.

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“Por lo menos esto me saca un poco adelante”, dice. Y asegura que ya tuvo “muchos avances” desde que llegó a la cárcel. “Estoy entrenando, dejé de fumar y trato de no quebrarme”, admite.

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No quiere hablar de él. A Pasarín solo le interesa Sabrina. Ante la pregunta de qué le diría a la sociedad, solo resume que está “involucrado en una causa por narcotráfico, procesado aún” e inmediatamente vuelve a referirse a ella. “El tema es la saña que se agarraron con mi hija, que ha sido un accidente. No te discuto que ha tenido negligencia ella, pero la están demonizando”, agrega.

La situación de Sabrina lo mantiene angustiado y se nota en sus ojos cada vez que la menciona. “Encima desde acá no puedo hacer nada”, comenta, con impotencia.

Sabrina Pasarín.

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Su hija tiene 21 años y también está presa. Le imputaron el delito de homicidio simple con dolo eventual luego de que chocara con su camioneta a Rodrigo Carrizo, quien murió esa madrugada del 20 de junio en la esquina de San Martín y José Colombres. 

Como es madre de una niña de cuatro años, le habían dado el beneficio de la prisión domiciliaria. Pero Sabrina volvió a las redes sociales y los familiares de la víctima la vieron posando en Instagram. “Las fotos han lastimado a la familia y a la sociedad. Debería haber cuidado las formas, al menos”, le reprochó el fiscal Alejandro Noguera la semana pasada cuando le informaron que debía regresar al penal.

“Se ha moqueado con una foto, pero no es para que la demonicen así, tiene una nena de cuatro años”, reflexiona su padre desde Villa Urquiza. “Sí, ha hecho una cagada, pero no es para que la demonicen así -insiste-; ya que la apedreen y listo, que la maten en público, es muy feo lo que está viviendo”.

La última vez que se vieron fue “unos días antes del Día del Padre”, pero se mantienen comunicados. “La llamo por teléfono todas las noches”, cuenta. Piensa en Sabrina todo el tiempo. Piensa en su nieta también. Sus ojos vuelven a mostrar debilidad y deja de hablar. Agradece el interés y se aleja. Falta poco volver a escucharla al teléfono.

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