Cristina Kirchner no eligió a Alberto Fernández sólo por estrategia electoral. Lo eligió porque estaba convencida que los factores de poder a ella no la dejarían gobernar. Alberto Fernández debía pagar su participación como accionista de una sociedad a la que llegaba sin capital de votos propio, intentando sumar votos moderados, pero, sobre todo, tendiendo puentes con el establishment, con la justicia, con los organismos internacionales.
Incluso, hasta con los dueños de los medios de comunicación. Siendo benévolos, salvo fronteras afuera, en todo lo demás falló. Si, por características personales, él no pudo o ella no lo dejó, es posible dilucidar que fue un poco de ambas cuestiones. Lo cierto es que puesto en la cúspide del poder Alberto terminó irreconocible para propios y extraños. Juan Manzur viene a llenar ese hueco.
En lo simbólico es una patada al corazón de los sectores más progresistas del frente. Después de hacer votar la ley del aborto, Cristina Kirchner elige a quien en pleno 2018 anticipó ante los medios más hostiles, la muerte del kirchnerismo. A esta altura está claro que la vicepresidenta tiene una capacidad de resiliencia única. En buen romance que, con tal de conseguir el objetivo, no le hace asco a ningún sapo.
El gobernador tucumano en estratégica licencia, hasta que logre encaminar su sucesión, es lo más parecido a una reedición de Carlos Menem. No en vano su debut antes de asumir fue ayer en La Rioja. Pragmático, de origen libanés, con una declaración jurada envidiable, con llegada a los principales grupos económicos del país y amigos de roce internacional, llega a un gabinete devastado luciendo además la cucarda de ganador.
Además, cabe recordar que fue de los pocos junto a los gobernadores de Salta, Catamarca, San Juan y Formosa en hacerle frente a la oleada amarilla del domingo. Pero, además, con experiencia en administración del estado, cuatro años ministro de Salud de Cristina Kirchner, y seis de gobernador, con mirada federal real y no de Puerto Madero o San Telmo, y manejo de agenda política propia.
La realidad es que se trata de un cúmulo de características que hoy cotizan oro en la Casa Rosada y, sobre todo, en el Senado. En ese sentido, Juan Manzur no la tiene nada fácil. Al contrario. Pero al menos alcanza por el momento para traer aires novedosos a un gabinete envejecido antes de tiempo. Y a un gobierno nacional que acaba de vivir la peor de las semanas desde que llegó al poder.
El nombramiento de Juan Manzur al frente de la Jefatura de Gabinete de ministros trajo una polvareda de críticas por parte de los colectivos feministas. Periodistas y actrices argentinas alzaron enfáticamente sus críticas y le reclamaron al gobierno que garantice la profundización de las políticas del área de género y derecho de las minorías. A partir de su juramento este lunes, Juan Manzur comenzará su derrotero a nivel nacional.