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La nombraron directora y dos monjas la mataron: el crimen de Betty Argañaraz y un misterio sin resolver

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A 19 años de la desaparición de la maestra tucumana, la Justicia ordenó que uno de los condenados vuelva a la cárcel.

A 19 años de la desaparición de Beatriz Argañaraz, la maestra que fue vista por última vez con vida el 31 de julio de 2006 en Tucumán, uno de los condenados por el crimen deberá volver a la cárcel tras violar las condiciones de su libertad condicional.

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Se trata de Marcos Daniel Fernández – quien al momento de recibir la condena se llamaba Nélida, pero cambió de género en prisión y se casó con la otra exnovicia condenada por el mismo hecho, Susana Acosta -.

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Para la Justicia, asesinaron a la víctima porque iba a ser Directora de la escuela donde trabajaban y una de las imputadas aspiraba al mismo cargo. Aunque el cuerpo de la maestra nunca apareció, en 2009 las dos monjas fueron sentenciadas a 20 años, pero entonces ninguna estaba presa.

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La familia de Betty Argañaraz se opuso desde el principio a que Acosta y Fernández accedieran al régimen de libertad condicional. “No se hacen cargo del delito cometido y, por tanto, no hay arrepentimiento”, explicó Liliana, hermana de la maestra desaparecida, en diálogo con TN. Sin embargo, no pudo evitar que salieran de la cárcel en 2023 y 2024, respectivamente.

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“Al poco tiempo notamos que el domicilio en el que se encontraban para las audiencias de control no era el que habían declarado en San Miguel de Tucumán, sino que estaban en El Cadillal”, relató Argañaraz.

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Argañaraz y las dos personas condenadas por el crimen, en un acto del colegio donde trabajaban. (Foto: gentileza Liliana Argañaraz).
Argañaraz y las dos personas condenadas por el crimen, en un acto del colegio donde trabajaban. (Foto: gentileza Liliana Argañaraz).

Pero aunque denunció la irregularidad y fueron muchos los testimonios y los mensajes de la gente que ubicaban también a Fernández en ese lugar, pasaron meses hasta que, días atrás, la jueza Ana Cecilia Escobar le revocó el beneficio y ordenó su inmediata detención.

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Ahora, sostiene la hermana de la víctima, el objetivo es que Acosta siga el mismo camino que Fernández y también vuelva a prisión. “A ella la pulsera electrónica la detectó en un shopping”, reveló Liliana, que ya recurrió a la Justicia por esa situación.

“La jueza la reprendió como si fuera un niño al que le decís que no lo haga más”, cuestionó la mujer, y subrayó: “Estamos hablando de persona asesina que mantiene la saña de seguir ocultando el cuerpo (de mi hermana)”.

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La desaparición de Betty Argañaraz

El nombre de Betty Argañaraz resuena en Tucumán desde su desaparición el 31 de julio de 2006. Ese día la docente se dirigía a asumir un nuevo cargo en el colegio franciscano Padre Roque Correa, pero nunca llegó.

Según la investigación de la fiscal Adriana Giannoni, las entonces monjas Nélida Fernández y Susana Acosta lograron desviar a la víctima con un engaño y llevarla a su departamento de la calle Catamarca 30.

No fueron pocos los testigos que declararon después haber visto entrar a Argañaraz al edificio de las acusadas aquella mañana, pero nadie la vio salir. Si bien nunca reconocieron el crimen, el rompecabezas se fue armando solo por el peso de la prueba.

“La Justicia determinó que por la ambición de poder, por odio de que mi hermana había aceptado ese cargo, la asesinaron”, dijo a TN Liliana Argañaraz. Y añadió: “Está de testigo la hija adoptiva (de las exnovicias), que dijo haber escuchado que a Betty la golpeaban y le gritaban mientras ella estaba en su habitación”.

Un crimen sin cuerpo

Durante días, los peritos trabajaron en el domicilio de Acosta y Fernández en busca de pruebas. Así, pese a que no hubo una confesión, un estudio con Luminol descubrió que había rastros de sangre de Betty tanto en el departamento como en el auto de las entonces monjas.

La principal hipótesis de la investigación apuntaba a que las acusadas podrían haber matado a Betty a golpes en la cabeza con una sartén. Pero el arma homicida no fue encontrada y tampoco el cuerpo de la víctima, por lo que no se pudo establecer con seguridad cuál fue la causa de la muerte.

El Ford Orion de las ex novicias tenía rastros de sangre de la víctima. (Foto: gentileza La Gaceta).
El Ford Orion de las ex novicias tenía rastros de sangre de la víctima. (Foto: gentileza La Gaceta).

Con el avance de la causa apareció un tercer sospechoso: el hermano de una de las monjas. Se creía que Luis Fernández había sido el responsable de sacar el cuerpo de la escena del crimen y después deshacerse de la evidencia.

El hombre estuvo prófugo más de un año hasta que lo entregó su abogado, pero finalmente fue absuelto en el juicio que se hizo por el caso en diciembre 2009.

En cambio, la sala V de la Cámara Penal encontró culpables a Fernández y Acosta del homicidio de Betty y la condena fue a 20 años de prisión.

“Para la Justicia y para la sociedad somos culpables, ¿por qué tengo que hacerme cargo de un hecho del que no soy culpable? ¿Por qué tengo que mentir?“, expresó Acosta en una de las audiencias.

Algo parecido manifestó Fernández. “En la última audiencia dijo ‘soy culpable por ser inocente’”, recordó Liliana Argañaraz.

Un crimen sin cuerpo: el pacto de silencio entre Acosta y Fernández lleva 19 años. (Foto: gentileza La Gaceta).
Un crimen sin cuerpo: el pacto de silencio entre Acosta y Fernández lleva 19 años. (Foto: gentileza La Gaceta).

Unos años después de la sentencia, Acosta y Fernández se casaron y en 2015 Fernández, hizo un cambio de género y recibió su nuevo documento.

“Condenaron a Nélida Fernández y quien está cumpliendo sentencia es Marcos Daniel, pero nunca lo trasladaron a una cárcel para hombres”, resaltó la hermana de la víctima. Para Argañaraz, el pacto de silencio se fortaleció en prisión.

De vuelta a la cárcel

La libertad a Fernández le duró menos de un año. Tras ser descubierto en un domicilio distinto al que había declarado cuando le otorgaron el beneficio de la condicional, se justificó argumentando que su pareja – Susana Acosta, también condenada por el crimen – vive allí, en El Cadillal, y que ambos cuidan de su nieta.

Además, mencionó que trabaja en un drugstore en esa localidad y que el traslado diario a la capital de la provincia – donde había fijado domicilio – le resulta costoso y consume mucho tiempo.

Las explicaciones, sin embargo, no alcanzaron para mantenerlo fuera de la cárcel. La jueza Escobar consideró que incumplió con uno de los requisitos de su libertad condicional y ordenó su inmediato traslado al penal de Benjamín Paz.

“Yo no tengo odio, solo busco la verdad”

Liliana Argañaraz, la hermana de Betty, estuvo presente en cada una de las audiencias que se hicieron a lo largo de los 19 años que la maestra lleva desaparecida. A pesar de sus súplicas, Fernández y Acosta nunca se quebraron y el paradero del cuerpo de la víctima sigue siendo un misterio.

“Yo solo pido que tengan un poco de piedad, que digan dónde está mi hermana”, dijo con la voz quebrada. Y apuntó: “No falta mucho para que cumplan su condena, por decir dónde está Betty no se las va a volver a juzgar, no se les va a dar una nueva sentencia”.

Conocer cuál fue el destino final de la mujer es clave para que su familia pueda elaborar el duelo y cerrar por fin la dolorosa etapa. “Desde ese 31 de julio nosotros no tenemos una vida”, lamentó.

“Estamos en una búsqueda continua todos los días, pero no hay un lugar en el Poder Judicial a donde podamos ir a buscar respuestas. No hay nadie comprometido en la búsqueda de Betty, tan solo es hablar de los beneficios de las asesinas”, agregó Liliana.

Sobre el cierre de la entrevista, concluyó: “A Betty la seguimos amando, la seguimos teniendo presente y vamos a seguir buscándola. Yo no tengo odio, solo busco la verdad”.

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Fuente: TN

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