Fue una noche de otoño perfecta para River. Los tres gritos que resonaron en medio de los sonidos del silencio de un Monumental vacío, se tradujeron en una incipiente primavera para el equipo de Marcelo Gallardo en la Copa Libertadores: quedó segundo en su grupo, más cerca de octavos.
El golazo de Matías Suárez apenas antes del cuarto de hora preanunció que contra Alianza Lima no se repetiría la sequía de aquella otra noche de mediados de marzo, la del triste empate a cero con Palestino en el debut como local del “Millonario”.
El “Muñeco” tuvo nuevamente un par de aciertos: esta vez el exquisito Suárez fue de arranque. Y el elegido como conductor fuera Nicolás de la Cruz en su nueva versión: intenso, confiado, creativo, goleador.
Poco después de nacido el complemento, el cabezazo de Lucas Martínez Quartapara el 2-0 terminó con la incertidumbre, el riesgo de que una ‘macana’ de la retaguardia local permitiera al pobrísimo e inocuo conjunto de Miguel Ángel Russollevarse algo de Núñez.
Alianza ni siquiera inquietó a Germán Lux, lo cual, en vista a sus últimas actuaciones, fue un sedante para los nervios de los hinchas del “Millonario” que veían el partido por tevé o Facebook, o lo imaginaban por radio.
River, con Enzo Pérez dueño y señor, fue una máquina de perderse goles, incluido aquel penal que Pratto tiró a la segunda bandeja todavía en la etapa inicial. Hasta que De la Cruz, en tiempo de descuento, convocara al espíritu de Juanfer Quinterocon un golazo para el 3-0.
La noche en que las secuelas de la final de la Libertadores 2018 finalmente terminaron (ya no más sanciones pendientes), River ve con mejores ojos su futuro en la actual.
AUTOR
Marcelo Androetto
