Todavía resuenan las polémicas declaraciones del Papa Francisco en torno a la propiedad privada. Y es que un día de estos viene el Gobierno nacional y anuncia que anula la propiedad privada para siempre porque lo dijo el Papa y listo. Porque según el Papa Francisco, la propiedad privada es “un derecho secundario”. Esas palabras fueron música para los oídos del kirchnerismo que sabemos que van por todo.
Por eso, y ya que la cuestión sanitaria también está complicada, lo recomendable en estos casos es que es mejor curarse en salud y tratar de volver a las fuentes. Recordar que todavía no llegamos a la fase de teocracia y, por lo tanto, “al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”, como está escrito en la Biblia. Y es que habría que recordar algunas cosas que parecen antojadizamente olvidadas.
La separación de la Iglesia y del Estado es uno de los hitos de la modernidad más allá de que la modernidad le resulte bastante ajena al ideario de las actuales autoridades de Argentina. Después de todo, lo que le deben envidiar al Papa es la monarquía absoluta del Vaticano. Y es que cabe preguntarse, ¿Quién iba a discutir lo de avanzar sobre la salud privada en una monarquía absoluta? Nadie.
Expropian las prepagas y le rezás a Máximo Kirchner en tu salud y en tu enfermedad. Que la ironía nos salve, ¿no? Ojalá todo esto fuera sólo una crónica desopilante. Pero la realidad es que en esto hay que decir que el Presidente Alberto Fernández se le adelantó al Papa Francisco en avanzar de palabra y más de una vez contra los derechos a la propiedad privada desde Vicentin para acá.
Para colmo, Alberto Fernández lo hizo agregando en estos días la irresponsabilidad de que al decirlo una autoridad de la Nación cuando se refiere a terrenos, no puede desconocer que el efecto puede ser alentar ocupaciones o usurpaciones. Y, lamentablemente, la forma en que se maneja el Gobierno nacional abre estos interrogantes porque claramente esto no fue dicho de manera inocente.
El problema con las reformas con las que suele sorprender el kirchnerismo es que siempre aparecen como eso que en el mundo de los negocios llaman una “hostile bid”, es decir, una toma de posesión hostil, pero sin siquiera las reglas del mercado. Acá se trata de manotear la caja. Y si la Constitución dice lo contrario, avanzar igual hasta dónde se llegue. Si se buscara reformas consensuadas y serias, se acudiría al Congreso.
Eso, en vez de buscar comerse como un Pac-man a las empresas que dependen de alguna regulación y a las otras, si se puede, también. Porque eso hacen. Buscan comerse como un Pac-man a las empresas que dependen de alguna regulación para empezar. Ahí es cuando los empresarios, que uno muchas veces ve que aplauden para dónde sale el sol, también recuerdan de pronto la importancia de defender los derechos y la democracia. Más vale tarde que nunca.