Gustavo Segré es un testigo privilegiado del proceso electoral que atraviesa Brasil. Tanto de lo que ocurrió durante la primera vuelta, como de lo que sucederá hasta el 30 de octubre, cuando se celebre el balotaje que definirá si Jair Bolsonaro es presidente por un mandato más o si es reemplazado por Lula Da Silva. Este consultor económico y analista político (es uno de los fundadores del partido Republicanos Unidos, que en Argentina llevó a Ricardo López Murphy al Congreso) vive en Brasil. Y sostiene, entre otras cosas, que las encuestas, que daban ganador a Lula, no reflejaron lo que ocurría en las calles. Durante una charla con LA GACETA analizó varios aspectos de esta elección y detalló cuál fue la receta que aplicaron los últimos Gobiernos de ese país para bajar la inflación.
– ¿Cómo se interpreta lo que ocurrió en Brasil? Se habla de voto vergüenza ¿coincide?
– Hubo un poco de voto vergüenza, pero ninguna de las encuestadoras interpretó la calle. Es más, creo que hubo mala intención por parte de las encuestadoras. De hecho, ahora el Congreso, a través de una comisión parlamentaria, está propiciando una investigación para determinar si hubo pagos a los institutos de encuestas para que dieran esos resultados y, de ese modo, incidir en el resultado final de la elección.
– En 2019, las encuestas en Argentina también hicieron un papelón: proyectaban que, en las PASO, Mauricio Macri iba a obtener un resultado que luego estuvo muy lejos de darse ¿Qué nos está diciendo esta situación?
– O tienen que cambiar las modalidades o deben dejar de hacer encuestas. No pegan una. No hubo una que dijera que Tarcisio (Gomes de Freitas, aliado de Bolsonaro) iba a estar arriba como candidato a gobernador (fue en San Pablo; le ganó al candidato de Lula y habrá balotaje). No hubo una que dijera que (el ex juez del Lava Jato) Sergio Moro iba a ser senador. Entonces la pregunta es: ¿cobran para equivocarse?
– Da la impresión de que Brasil cayó en una polarización muy fuerte mientras que en Argentina están apareciendo figuras, como Milei o el trotskismo, que se empiezan a llevar votos de las dos principales alianzas políticas que sostienen la grieta…
– Veo una necesidad de buscar nuevos y vigentes ante el ocaso de una propuesta. A mi modo de ver, el ocaso es del kirchnerismo. Hay que verlo a la luz de lo que denomino como “la consonancia cognitiva militante”. Básicamente es cuando vos no aceptás la realidad. Lo llevo al camino de la política y digo: van a seguir votando a Cristina aunque la metan presa, aunque sepan que es corrupta. No importa. Es lo mismo que ocurre con Lula. La diferencia es que, para mí, el sistema se termina cuando esa militancia baja del 25%. Entre el 30% y el 25% es algo normal. Por debajo del 25% hay que buscar otra cosa nueva. Lula está muy arriba todavía. Pero tiene dos problemas: el primero es la edad. Tiene 77 años, entonces, si no gana esta elección, en la próxima va a andar por los 81 años. Y si a eso le sumás cuatro más de gestión va a llegar a los 85 años y ya está grande.
– ¿Cristina se mira en el espejo de Lula?
– Se puede mirar, pero hay diferencias que son insoslayables. Ella se puede mirar en la falta de memoria de mucha gente. Lula hizo una buena gestión de gobierno y la gente lo valora, pero después se arma el despelote de corrupción. Ahora se encuentra con un agregado favorable para él que es que hay mucha gente que valora el buen desempeño de Bolsonaro en la economía, pero a la que no le gusta el discurso de Bolsonaro. Entonces no tengo opción. Si no me gusta el discurso de Bolsonaro solo tengo a Lula; si no me gusta Lula tengo a Bolsonaro. Y hay mucha gente, en el caso particular de Brasil, que jugó a favor de Lula. Y eso pesó mucho. La prensa, por ejemplo ¿Por qué la prensa apoyaba a Lula? Porque Bolsonaro le cortó la pauta publicitaria. Y la Corte también jugó a favor, porque viene con 11 miembros, siete de los cuales fueron colocados por Lula y por Dilma (Rousseff). Son gente amigable, tanto que cambiaron la interpretación legal para que saliera de la cárcel. Y después encontraron un error administrativo en el proceso y lo cancelaron; el Código Postal estaba mal. Y Lula defiende mentirosamente que es inocente cuando en realidad (la Corte) no dijo eso. La Corte dijo: “señores, anulo el proceso y tiene que empezar todo de nuevo”.
– El saldo comercial entre Argentina y Brasil viene siendo negativo ¿Para qué deben prepararse las economías regionales?
– Primero,el vínculo y la balanza comercial entre Argentina y Brasil es totalmente deficitaria. Ahora ¿esto es culpa de Brasil que nos vende de más? No, es nuestra falta de competitividad para venderle a Brasil, porque Brasil compra de todo a todo el mundo. Y podría comprarnos a nosotros, porque no paga impuestos de importación y está cerca. Ahora bien, la gran ventaja que va a tener Tucumán en particular, y todo el NOA en general, es que en poco tiempo va a estar activo el corredor bioceánico que permite llegar al centro oeste de Brasil por Paraguay y eso va a permitir una ventaja en la cuestión del costo logístico muy importante.
– ¿Cómo hizo Brasil para bajar la inflación?
– Domó la inflación, pero lo hizo con una política de Estado que viene desde 1999, cuando apoyó la economía en tres pilares sugeridos por (el ex presidente) Fernando Henrique Cardoso. Dijo: para que Brasil sea una potencia tenemos que apoyar la economía en el superávit fiscal a rajatabla, es decir, el Gobierno no puede gastar más de lo que recauda; en la libertad cambiaria, y, por último, en la meta por inflación con un Banco Central autónomo. Es decir, el Banco Central determina la política fiscal y monetaria para que se cumpla la meta. La meta la determina el Poder Ejecutivo. Lo hizo Cardoso. Lo hizo Lula 1, lo hizo Lula 2, lo hizo Dilma 1, pero Dilma 2 cambió la matriz económica, voló al demonio los tres pilares y así le fue (terminó siendo destituida en 2016). Asume (Michel) Temer y ¿qué es lo primero que hace? Vuelve a la matriz económica principal. Y Bolsonaro, a través de Paulo Guedes (su ministro de Economía) vuelve a apoyarla en los tres pilares. Es eso: política de Estado al margen del partido que gobierna.
¿Cómo analiza la gestión Massa?
No le veo gestión. No tiene estructura de política de Estado. Va tapando baches, va cambiando la norma de acuerdo con la conveniencia… Lo dijo el otro día Jorge Fernández Díaz: Massa no está ahí para desactivar la bomba, sino para estirar la mecha. Tiene que conseguir tiempo como sea, pero no va a solucionar nada. La única forma en que se soluciona en el mediano plazo la cuestión de la inflación es demostrar con seriedad que querés bajar el gasto público. Pero con seriedad. Hasta que eso no ocurra, no me parece que se pueda hacer nada. Es bueno tener el ejemplo de Brasil, porque a Brasil le sirvió bajar el gasto público.
¿Qué opina del rol que está jugando la oposición?
Está muy desarmada. Tiene que definir rápido quién va a ser el conductor de la oposición. Tener un (Facundo) Manes que diga lo que dice… (se refiere a las críticas que le hizo a la gestión presidencial de Macri). Y ojo: lo quiero mucho a Manes, porque es brillante como neurocientífico. Pero no podés meter un palo en la rueda cuando un adversario te está generando un montón de problemas. No entiendo cuál es el juego.