En el Gobierno nacional hay una suerte de estado de alerta, debido a que no son pocos los funcionarios que no descartan la hipotética posibilidad de que tenga lugar una especie de enfrentamiento definitivo entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner, incluso, antes de las fiestas de fin de año. En ese marco, cabe recordar que hace cincuenta días que no hablan cara a cara.
Tal parece por las declaraciones de algunos dirigentes de la agrupación La Cámpora que ocupan lugares estratégicos en algunas dependencias nacionales, caso PAMI, por ejemplo, que sugieren, palabra más, palabra menos, que Alberto Fernández es un tibio y un mentiroso debido a que le habría prometido a Cristina Kirchner garantizar su impunidad y su reivindicación pública pero que no está cumpliendo ni con una cosa ni con la otra.
También, la vicepresidenta estaría molesta porque creería que la gestión del presidente es tan mala que se lo podría llevar puesto y a ella con él. En ese sentido, ni siquiera el fallido homenaje a Diego Maradona con el velorio en la Casa Rosada, logró acercarlos. Y es que en el entorno de Alberto Fernández aseguran que el desmadre comenzó cuando alguien mandó a cerrar las puertas de la Casa Rosada, solo para que Cristina Kirchner se sacara la foto al lado del cajón.
Para colmo, desde quienes la conocen, sostienen que ella está fuera de sí debido a que la decisión de la sala de la Casación, dando por válidos los testimonios de los 31 arrepentidos en la causa de los Cuadernos, junto con el fallo unánime de la Corte, transformando en condena firme al castigo contra Boudou, es un ataque directo y premeditado contra la vicepresidenta, que se la estaría viendo venir como un anticipo de lo que le espera a ella.
Incluso, hay quienes dicen que la decisión de Alberto Fernández de enviar sobre el límite de las sesiones ordinarias del Congreso el proyecto de ley que legaliza el aborto le cayó bastante mal. Y es que en el kirchnerismo saben que con esta iniciativa el presidente buscará quedar como progresista al hacer en un año lo que Cristina Kirchner jamás hizo durante los ocho años de mandato consecutivos que tuvo: legalizar el aborto.
Es por ello que algunos no descartan que se produzca la postergación del tratamiento de la legalización del aborto, porque querría ser la vicepresidenta la abanderada de la iniciativa. A todos debería darles vergüenza especular con un tema tan delicado y que apunta a terminar con la vida en el vientre materno, sólo con la intención de sacar algún rédito político e intentar maquillar un ajuste puro y duro.
Además, al presidente tampoco le cayó muy bien, más allá de sus declaraciones públicas, que la vicepresidenta le cambiara, en el transcurso de una mañana, la propuesta de ajuste de la fórmula jubilatoria que el ministro de Economía, Martín Guzmán ya le había anticipado al FMI. Entonces, ahora más que nunca cabe preguntarse: ¿Existe la posibilidad de que Alberto Fernández y Cristina Kirchner tengan un enfrentamiento definitivo?