Además de la del coronavirus, existe otra ola que se avecina y de la que nadie habla, salvo aquellos que se verán realmente afectados por las viejas/nuevas restricciones que decretó ayer el presidente Alberto Fernández. En ese marco, los restaurantes, ya anticipan una segunda ola de quiebras, incluso, superior a la exhibida durante el transcurso del año pasado, en el cual el cierre de este tipo de emprendimientos fue enorme.
En el sector aseguran que no están en condiciones económicas para soportar un cierre nocturno, ya dejaron de funcionar de forma definitiva más de 10.000 locales gastronómicos y se perdieron 150.000 puestos de trabajo. Ante los anuncios de restricciones a la nocturnidad, los empresarios gastronómicos alertaron que no están en condiciones económicas ni financieras para hacer frente a un cierre extendido de sus locales y anticipan una segunda ola de quiebras de negocios.
Finalmente, el Presidente anunció el cierre de bares y restaurantes desde las 23 horas y no desde las 22 como se esperaba. Sin embargo, eso no deja tranquilo al sector. Cambia poco, porque a las 23 ya se tiene que tener cerrado el local, más los problemas de circulación del personal. En definitiva, la mínima extensión de apenas una hora más es como aplicar una aspirina para una enfermedad grave.
Esta decisión presidencial es un golpe de knock out para el sector. Hoy los empresarios están quemando los ahorros personales para mantener los negocios abiertos, pero no se encuentran en condiciones de soportar un cierre generalizado durante más de unas semanas, porque, a diferencia de lo que ocurrió el año pasado, están muy endeudados y no hay señales de que vayan a tener apoyo del Estado.
En el sector aseguran que, según cómo evoluciones la situación, deberán evaluar empezar con los despidos del personal. Y es que si se quedan sin cena, no van a poder sobrevivir. Hoy están trabajando al 60% de los niveles previos a la pandemia en los locales que tienen mesas en el exterior, mientras que en los que no poseen vereda están en un 35%. Pero no pueden seguir, con 200 empleados y una presión impositiva que nunca aflojó.
Ya es muy difícil operar como lo están haciendo ahora, con solo ocho personas por mesa en el exterior y un aforo de apenas el 30% de la capacidad adentro. Cabe mencionar que la industria gastronómica no está en contra de ajustar las medidas sanitarias, pero el esfuerzo no puede correr únicamente por parte del sector privado. Además, lo que no puede pasar es que todo el costo sea asumido por los empresarios gastronómicos. El Estado tiene que estar presente.
Justamente, una de las tantas hipocresías del kirchnerismo consiste en hacer creer que está presente cuando manda al muere a los emprendedores. De acuerdo a los datos que manejan en el sector, durante la pandemia cerraron sus puertas en forma definitiva más de 10.000 locales gastronómicos y se perdieron 150.000 puestos de trabajo. Es por ello que cabe preguntarse: ¿Cuántos locales de este rubro cerrarán en la segunda ola de quiebres de empresas?