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La suerte de Sergio Massa se encuentra supeditada a la impunidad de Cristina Kirchner

Si en 2018 diagnosticó que el problema era la inflación, en 2023 agacha su cabeza y sigue emitiendo sin freno para que ella no le baje el pulgar.

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Cristina Kirchner - Sergio Massa
Descacharreo

Por su pacto con Cristina Kirchner para privilegiar su impunidad, no puede hablar de reformas estructurales de ningún tipo. Si en 2018 diagnosticó que el problema era la inflación, en 2023 agacha su cabeza y sigue emitiendo sin freno para que ella no le baje el pulgar. Allí quedarán las pymes: ni acompañadas ni fomentadas. En 2018, Massa proponía “flotación administrada” del tipo de cambio o crawling peg, para evitar atrasos cambiarios y saltos devaluatorios.

En 2023, utiliza el dólar como ancla de cartón en una economía a la deriva, sacudida por los huracanes perversos que genera la brecha cambiaria. Apenas a flote con dólares mendigados al Fondo Monetario Internacional que aumentarán la deuda externa. En 2018, Sergio Massa pedía restricciones al ingreso de capitales, como el modelo chileno de “estacionamiento financiero” para ahuyentar golondrinas.

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En 2023, con la salida masiva a través de todos los medios disponibles, ni gorriones ingresan a la Argentina. Massa firmaría ya mismo la eliminación del parking con tal de que entrase un “Fitito” o un 2CV pagando la estadía en billetes verdes. Hace un lustro, Massa requería una emergencia aduanera por 180 días para revisar las importaciones y “terminar con los dólares que se van con productos innecesarios”.

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Tal vez creía entonces, como parece creer ahora, que esa fuga se puede combatir revisando contenedores en lugar de poner bajo la lupa los regímenes de privilegio, como Tierra del Fuego, cuyas remesas al exterior y entramados offshore jamás son auditados por sus adiestrados sabuesos. En 2018, Massa también proponía una administración “inteligente” del comercio, para no inquietar a los dueños de mercados cautivos.

En 2023, aprendió que el comercio “administrado” por Matías Tombolini provoca aumentos de precios y ganancias injustificadas, paraliza cadenas de valor e invita a la corrupción, con su arsenal de excepciones y gestores. Queda aún por dilucidar si su equipo renovador lo combate, lo tolera o lo aprovecha. En 2018, Massa prescribía un Régimen de Promoción de Exportaciones con un seguro de tasa subsidiado en dólares.

Con visión industrialista, quizás pensaba en exportar manufacturas con financiaciones baratas y ventas a Cuba, Angola o Venezuela, como es marca registrada del peronismo, añejo o renovador. Sin embargo, en 2023 la industria quedó en un cajón y Massa solo ha aplicado Programas de Incremento Exportador con el único objeto de acelerar la liquidación de divisas del campo para quemarlas en la hoguera de la intervención cambiaria y de los negocios de amigos.

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¿Visión industrialista? En 2023, Massa emite tanto como lo exige su lideresa, aunque por la “brecha” falten insumos industriales y se demuela la competitividad de cualquier actividad con valor agregado, como las economías regionales. Ni crawling peg ni comercio administrado ni sesgo productivista. En 2018, Massa propuso un Bono de Emergencia para los 4 millones de jubilados con la mínima que se financiaría con el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de Anses.

En 2023, Massa vació ese fondo sacándole sus bonos en dólares, para mantener la brecha cambiaria. Y, en lugar de beneficiar a los jubilados, los está asfixiando con incrementos de haberes por debajo de la inflación. En lugar de tocar pensiones de privilegio, como las que cobra Cristina Kirchner sin ruborizarse. En 2018, Massa aconsejó liberar las paritarias para recuperar el poder de compra de los salarios.

En 2023, sabe que eso sería fogonear la carrera con los precios, que nunca bajarán con su programa “renovador”. Mientras el público no cambie sus expectativas, confiando en la moneda argentina y haciendo disminuir su velocidad de circulación, el poder de compra del salario siempre se esfumará, como en aquel Rodrigazo del año 1975 o en las hiperinflaciones posteriores.

En 2023, sumiso al Instituto Patria, para el cual la moneda es un fetiche y la inflación un prejuicio, ahora Massa pretende aumentar el consumo ampliando límites de créditos y topes de las tarjetas, aun a sabiendas de que los ingresos de la gente se mejoran fortaleciendo al peso y no echando más leña al fuego. Consumir con tarjeta es endeudarse y, para deudas, basta la nacional y popular reflejada en las Leliq.

Ni Massa en 2018 ni Massa en 2023 habló o habla de inversión ni de competitividad ni de tecnología ni de cadenas de valor ni de reducción de costos ni de espíritu emprendedor ni de integración al mundo ni de economías de escala ni de sinergias ni de reconversión laboral ni del salario real ni de empleo genuino. Ninguna idea convocante para impulsar un crecimiento sostenido, con mayor bienestar e inclusión.

Lo cierto es que si hay alguna consistencia entre su plan del año 2018 y su gestión de 2023 es la sistemática negativa a reconocer que, sin reformas que toquen los intereses creados durante un total de unos 80 años de peronismo, la inflación no cederá ni el país jamás saldrá a flote. Una verdadera lástima para quien insiste en hacernos creer que tomó la renovación como bandera superadora.

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