
Jeremías Sosa tenía 30 años y era albañil. Estaba ahorrando para festejarle el cumpleaños de 15 a su hija y solía recibir en su casa a chicos en situación de vulnerabilidad. Hay tres detenidos, aunque se sospecha al menos diez personas participaron del crimen.
Jeremías Sosa tenía 30 años, era albañil y vivía en Jardín de América, Misiones. Había viajado a Buenos Aires para una obra que se iba a extender durante dos meses y le iba a servir para pagar el cumpleaños de 15 de su hija. No era un ladrón, como creyeron los vecinos disfrazados de justicieros que lo persiguieron, lo ataron a un poste y lo golpearon hasta matarlo.
La secuencia del espanto ocurrió en Olivera, un pueblo de 2000 habitantes al pie de la Ruta 5, entre Luján y Mercedes. Tres personas fueron detenidas bajo la acusación de homicidio agravado por alevosía. Hay una cuarta con pedido de captura por el mismo delito, que prevé la prisión perpetua como única pena posible. La familia de la víctima, sin embargo, asegura que más personas participaron de la cacería.
“Tenemos identificados a todos los que mataron a Jeremías. Son al menos 10, pero lamentablemente están libres porque tienen poder y plata. En los videos que tiene la fiscalía se los identificó, pero aún así no los agarran”. La que habla es Carolina Sotelo (32), viuda de la víctima y mamá de sus dos hijos, Sabrina (14) y Jeremías (3). “Hay imágenes que muestran cuando lo tienen atado y le pegan. Él intenta explicarles que no es un ladrón. Y pide que llamen a su hermana. Pero no lo escuchan y le siguen pegando”, retrata a TN.
Jeremías solía viajar a Buenos Aires para trabajar en obras grandes. Se quedaba el tiempo que demandara ela tarea, generalmente dos o tres meses. Era habitual para él dormir rodeado de ladrillos y bolsas de cemento, pero el pronóstico decía que ese día iba a llover y el joven decidió aprovechar la suspensión del jornal para visitar a su hermana Melani, que vive en Olivera.

“Él venía con algunos ataques de pánico desde noviembre. Tuvo dos y este fue el tercero. Cuando lo veíamos mal, salía a tomar aire en algún sitio en el que pudiera estar solo y lejos del ruido. Decía que así se le iban y no quería visitar al psiquiatra por ese motivo: él creía que podía controlar esos episodios”, explica Carolina.
Jeremías empezó a sentirse mal en el atardecer de ese sábado. Melani lo vio nervioso, sin aire y bañado en transpiración. “Salgo a tomar aire un rato y vuelvo”, le avisó él.
Se cree que la crisis se intensificó durante el camino. Que el paso estruendoso de una moto sin escape a metros suyo asustó tanto a Jeremías que su primera reacción fue correr. Que alguien intentó frenarlo y él corrió todavía más rápido.
“Al ver que no volvía, mi hermana salió a buscarlo hacia una zona de descampados donde creía que podría haber ido para apartarse y estar en silencio, pero se ve que se desorientó y se fue para el lado del pueblo”, cuenta Carolina.

Al rato, Melani recibió una notificación en el grupo de WhatsApp con el nombre de “Vecinos en alerta”, donde los residentes de Olivera suelen reportar situaciones que alteran la tranquilidad habitual del pueblo. “Atraparon a un chorro y lo tienen acá en la calle”, decía el mensaje.
“Si veían a alguien extraño, entre todos se avisaban en ese grupo”, cuenta Carolina, y su voz se quiebra: “Mi cuñada pensó que Jeremías podía estar en problemas por el ataque de pánico y porque los vecinos, en realidad, no lo conocían. Pero jamás imaginó algo así, con tanta saña, tanto odio, tanta brutalidad”.
La turba enardecida alcanzó a Jeremías en la avenida Juan XXIII, entre Reconquista y Remedios de Escalada. “Uno de los golpes lo derribó y entre varios le siguieron pegando, principalmente en la cara. Inmediatamente se sumaron al ataque al menos cinco personas más, que también le pegaron trompadas y patadas”, precisó a TN una fuente de la investigación. “Durante el ataque le gritaban que se quedara quieto y lo acusaban de haber robado”, agregó.
“Mi esposo rogó piedad. Gritaba que por favor lo llevaran a la casa de su hermana, pero nadie lo escuchó y nadie hizo nada para frenar el ataque. Fue como si disfrutaran matándolo”, suma Carolina.
Cuando los primeros policías llegaron al lugar, Jeremías estaba tendido inconsciente en la calle. Los intentos por reanimarlo fueron en vano, así como el esfuerzo de los médicos del Hospital Zonal General Nuestra Señora de Luján, donde finalmente el joven fue declarado muerto.
El informe preliminar de la autopsia determinó que la causa del fallecimiento fue un “shock neurogénico con traumatismo grave de cráneo”. El cuerpo presentaba múltiples lesiones: todas eran compatibles con el ataque.
Por el momento, el crimen tiene tres detenidos: Gustavo Rocha (49), Alex Iñiguez (25) y Lucas González Bonomo (23). Todos vivían en Olivera.
La obra solidaria de Jeremías en su pueblo
Jeremías se enamoró de Carolina, compañera de escuela de su hermana Melani. Empezaron a salir y meses después formaron una familia: un 25 de marzo, hace 15 años, llegó Sabrina.
“Era una persona alegre, siempre estaba con una sonrisa. Era muy positivo. Cuando se trataba de ayudar, jamás decía que no”, lo recuerda Carolina.
Jeremías solía recibir en su casa de Jardín de América a chicos en situación de vulnerabilidad o con problemas de consumo. “Son alrededor de 20 y tienen entre 11 y 16 años. Incluso algunos están ahora acá conmigo”, cuenta Carolina. “Nosotros preferimos evitar que se lo mencione como comedor comunitario, porque en realidad no estamos registrados ni recibimos ayuda. Lo hacíamos porque queríamos, de corazón. Y yo voy a seguir adelante por la memoria de Jeremías”, sigue.
“Él conocía a todos acá en el pueblo. Al principio, algunos chicos venían a tomar tereré. Eran dos y a veces se quedaban a almorzar. Después se sumó un amigo, luego otro y así se fue formando un grupo más grande”, evoca Carolina, y vuelve sobre el recuerdo de Jeremías y un clamor por justicia: “Quiero que se muevan y atrapen a todos los responsables. Hasta hoy no puedo creer lo que pasó. Me despierto y creo que él todavía está trabajando en Buenos Aires. Mi cabeza sigue pensando eso: que él va a volver”.