Durante el transcurso de la semana que pasó para no volver más, quedó claro la doble personalidad que parecería sufrir Germán Alfaro en lo que hace a su carrera política. Y es que la intención del intendente capitalino es hacerle creer a la población que la lista de la familia Alfaro (primo incluido) y su esposa son una alternativa al senado. Pero resulta ser que ésta es la alternativa de quienes no tuvieron coherencia y hablan como si no tuvieran pasado.
Por un lado, todos saben que nació en Amalia y se olvidó de sus orígenes. Esto se debe al hecho de que el intendente se olvidó de la periferia de la ciudad y busca el voto del centro volviendo al partido que había traicionado. Y es que el nefasto y oportunista cálculo de Germán Alfaro, pasa por el hecho de que cree que por estar nuevamente en Juntos por el Cambio, hará olvidar que está vinculado al poder desde 1995.
Y es que en ese año fue concejal electo por el peronismo. Entonces trata de hacerles creer a la sociedad de que él y su esposa son la renovación cuando formaron parte toda su trayectoria del PJ que ahora desconocen. Luego, ya entrado el flamante siglo XXI, Germán Alfaro se convirtió en legislador, y fue el primero que se jactaba de apoyar nada menos que a José Alperovich como gobernador.
Sin embargo, el intendente capitalino ahora tiene la caradurez de olvidarse de su pasado y hasta de criticar al gobernador actual, luego de que lo ayudaron para conseguir fondos para luego mostrarle a la sociedad la plaza de la vergüenza en la que quedó convertida la plaza Independencia, luego de la fastuosa y nunca aclarada erogación de dinero que implicó la obra en el principal paseo de la ciudad.
Cómo olvidar que en el otoño del año 2008, Germán Alfaro, decidió votar a favor del kirchnerismo, es decir, en contra del campo. De esta forma, el intendente capitalino se mostraba a favor de expropiar a los productores rurales de sus ingresos genuinos desde su servil función al lado del alperovichismo/peronismo y kirchnerismo, sólo por cuestiones personales espurias en materia de “hacer carrera”.
Cuando el peronismo/kirchnerismo entró en desgracia y vio que perdía en las elecciones legislativas del año siguiente, Germán Alfaro traicionó al oficialismo del entonces y dejó su lado el apoyo que hasta el 2008 le había otorgado. Cuando el ahora intendente capitalino vio que perdían, decidió saltar la grieta para acomodarse del lado de Juntos por el Cambio como si su pasado hubiera quedado en el olvido.
Fue entonces que advino el tiempo de hacer como el camaleón y cambiar de color según la ocasión. Fue así que llegado el caso, como ocurrió en el año 2015, decidió que lo más conveniente para sus planes era pintarse de amarillo. Pero cuando le llegó el turno a Juntos por el Cambio de renovar el crédito con la sociedad en las elecciones presidenciales del 2019, las urnas le aplicaron una derrota inapelable al macrismo.
Y llegó entonces el momento de hacer “la gran Alfaro”, es decir, abandonar el barco que se hunde, al igual que lo hacen las ratas. Con la diferencia que los roedores lo hacen por instinto de conservación, mientras que en el caso del intendente fue por oportunismo, cobardía y la especulación política que lo caracteriza. Está claro que, en todo este tiempo, el uso del electorado de Cambiemos desde el 2015 a la fecha es patente por parte del intendente.
De esta manera, Germán Alfaro pareció haber olvidado el hecho de que fue haber abandonado al kirchnerismo y arribar a Cambiemos lo que lo catapultó a la intendencia de San Miguel de Tucumán. Pero los ciudadanos pudieron observar pronto cómo no fue más que una utilización de este espacio en el que incurrió Alfaro. En ese marco, cobra especial relevancia la impactante noticia que se conoció durante el transcurso de la semana que pasó.
Y es que, desde Tucumán Despierta, se informó en exclusiva que en la Justicia federal se presentó una denuncia penal en contra de Germán Alfaro, a quien se lo acusa de haber incurrido en los delitos de Defraudación por retención indebida, Defraudación por administración fraudulenta y Violación de los deberes de funcionario público. Todo comenzó cuando gobernaba el por entonces socio político del intendente, Mauricio Macri.
Al respecto, la Sindicatura General de la Nación (SIGEN), solicitó a fines del año 2016 al Tribunal de Cuentas de Tucumán que realice una auditoría sobre los fondos que la Nación aportó a la Municipalidad de San Miguel de Tucumán de parte de la administración de Juntos por el Cambio. Pero resulta que no hubo respuesta de parte de las autoridades municipales, mucho menos del intendente Germán Alfaro sobre el destino de más de $122 millones.
No conforme con ello, a mediados del 2017, Germán Alfaro rechazó expresamente la intervención y las facultades del Tribunal de Cuentas de Tucumán para realizar la auditoría requerida por la SIGEN en lo que respecta a los fondos enviados por parte del gobierno de la Nación. Con esta actitud de parte del intendente capitalino está claro que su intención es la de eludir el contralor del Tribunal de Cuentas provincial.
Esto, a pesar de que se trata de un órgano al cual le corresponde realizar dicha actividad por delegación expresa hecha por la SIGEN. Cabe señalar que ante el silencio de Germán Alfaro, el Tribunal de Cuentas provincial no tuvo más remedio que dar por concluida la labor encomendada por la SIGEN, por lo que no se pudo llevar a cabo la auditoría ordenada desde Nación.
La gravedad de lo denunciado puede dimensionarse por medio de la actitud del intendente, así como por parte de sus claras evasivas debido a que jamás se pudo determinar a ciencia cierta el destino de un total de más de 122 millones de pesos. Para colmo, en la Municipalidad se formaron expedientes de los que surgen que las sumas allí consignadas ni siquiera se acercan a lo transferido por parte de Nación.
Lejos de hacerse cargo de semejante desmanejo, Germán Alfaro sólo se limitó a chicanear expresando, por medio de una carta documento, que se trataba de una “maniobra política” al tiempo que desconocía las facultades propias del Tribunal de Cuentas de la provincia. En definitiva, lo que está claro es que hasta el día de hoy los ciudadanos desconocemos dónde y cuándo fueron imputados y a qué obras o programas se dirigieron los fondos nacionales.
De esto se desprende que la conducta del intendente capitalino resulta claramente reñida con los deberes que los funcionarios públicos tienen que cumplir por parte del mandato constitucional y legal. Es por ello que, no en vano, ante este panorama, se conoció un trabajo a cargo de una encuestadora que arrancó hace un año y medio con la publicación de un interesante ranking de gobernadores.
La misma, ahora decidió armar otra tabla federal, pero de intendentes. El informe realizado por CB Consultora Opinión Pública eligió un jefe comunal por provincia, de ciudades importantes, y evaluó la imagen entre sus vecinos. El dato que los ordena es el de la imagen positiva y, en esa línea, resulta que Germán Alfaro se ubica dentro del ranking de los peores intendentes de la Argentina.
Y es que, al ser evaluados por sus propios vecinos, el mandatario capitalino evidenció un alto nivel de rechazo, al punto de que Germán Alfaro es el segundo peor intendente a lo largo y ancho del país considerando que sólo seis de los 23 intendentes terminaron con más imagen negativa que positiva. En esa línea, Germán Alfaro posee un 51,3% de imagen negativa.
Esto se debería al hecho de que el electorado de Cambiemos sabe que el intendente capitalino responde al peronismo y no lo votaría. Lo peor de todo, es que Germán Alfaro intenta hacerse el desentendido y ahora monta un circo hablando de todos los males de Tucumán, como si el no formara parte de la clase política gobernante en la provincia desde hace décadas, más precisamente, desde hace más de 25 años.
“Las necesidades son diversas. Hay necesidades básicas totalmente insatisfechas”, manifestó en uno de sus tantos recorridos y lo expresó muy suelto de cuerpo, como si el no formara parte de la decadencia política local. Para colmo, tuvo el descaro de expresar que “la situación de este pueblo es lamentable, por la falta de agua y de caminos en condiciones”, en referencia a un paraje alejado de la ciudad.
La hipocresía queda al descubierto a raíz de que muchas zonas de la capital lucen igual de olvidadas y abandonadas pero en ese caso Germán Alfaro no dice nada, a pesar de que gobierna el distrito desde hace tiempo. También, agregó que “el gobierno provincial no tiene excusas para postergar de esta manera a los tucumanos y tucumanas del interior”. Debería entender el mandatario municipal que a él también le caben las mismas apreciaciones.
Definitivamente, Germán Alfaro y su mujer Beatriz Ávila, conforman una pareja cínica en el mundo de la política que no dudaron ni un segundo en traicionar en el pasado a los dirigentes nacionales que los llevaron a donde están ahora. Traición en su máxima expresión. Ayer y ahora. Hoy y siempre. Por todo esto, debería quedarle más que claro al votante de Juntos por el Cambio que Germán Alfaro no es opción valedera tal y como quedó demostrado en la semana que pasó.