En la semana que se fue para jamás volver, quedó en evidencia más que nunca la falta de transparencia del municipio de la Capital conducido por Germán Alfaro. En ese marco, cabe recordar que el déficit de inversión en muchos años ha conseguido que, por ejemplo, deba producirse un recambio de cañerías para mejorar la capacidad de agua potable en barrios que son históricos como Ciudadela, Villa lujan, barrio El Bosque, villa Urquiza, villa Alem.
Sólo por tomar apneas un punto de los tantos flojos que tiene la gestión alfarista, también hay que mencionar que es necesario producir un recambio de cañerías de cloacas para resolver los afluentes cloacales que hoy tiene la capital y que agobian a los tucumanos. De más está decir que San Miguel de Tucumán se encuentra en una verdadera y lamentable emergencia hídrica y sanitaria.
Si para muestra basta un botón, lo anteriormente mencionado no hace más que dar cuenta acerca de las consecuencias de la falta de transparencia del municipio de la Capital, con el penoso y gravoso agravante de que el municipio, primero que está administrado en las mismas manos que hace 20 años. Primero Amaya con el actual intendente Alfaro como secretario gobierno, manejando la Municipalidad, desde el 2003 en adelante, con el mismo equipo.
En todo este tiempo, los ciudadanos han podido constatar que la ciudad no ha crecido. En ese sentido, tenemos el segundo y tercer cordón de la ciudad en situaciones desesperantes, sin ningún tipo de presencia del Estado. Hay un 70% de barrios de la Capital que están fuera de toda gestión municipal, basurales, falta de iluminación, de limpieza, ausencia del estado municipal absoluta.
La única verdad es la realidad y la misma indica que el intendente ha centrado su gestión dentro de las cuatro avenidas, donde ha hecho cosas que no parecen que sean las mejores de acuerdo a la propia perspectiva de los ciudadanos que cuestionan cada vez más la gestión alfarista en la capital. Desde una plaza Independencia, por ejemplo, que no ha colmado las expectativas de los tucumanos.
Pero eso no es todo, basta con recordar que Germán Alfaro ha semipeatonalizado calles que realmente complican la circulación. Y es que la incompetencia del intendente no le permite darse cuenta de que en San Miguel de Tucumán tenemos una ciudad pequeña, con una enorme densidad, con muchos vehículos y hay que tomar medidas de otra naturaleza para descomprimir.
Y es que la clave pasa por priorizar el transporte público, algo que no se hace con las decisiones que toma el intendente. Cometió muchos errores, como fue la más que recordada (mal) licitación del estacionamiento, con una adjudicación de una empresa fallida y dándole el 85% de la recaudación a una empresa que solo debía bajar una aplicación y generar un sistema de pago automatizado.
Realmente insólita la cesión que se le hacía a esta empresa, además dejando fuera a cientos de trabajadores que prestaban el servicio, con errores por supuesto, pero que no podemos ignorarlos. Debe tener una mirada social. Pero a Germán Alfaro no sólo le sobra inoperancia y mediocridad, también carece de la más básica sensibilidad política para contemplar realidades que desconoce por completo.
Lo cierto es que en la semana que se esfumó para jamás retornar, quedó más que claro que todo lo que hace el municipio en términos de licitación huele mal. Hay sospechas, números que no cierran, decisiones que rozan lo poco ético. Esto nos lleva a pensar que hay otras intenciones. Creemos que es un modelo de gestión agotado, que hay personajes que han agotado la gestión, Germán Alfaro, por caso, en primer lugar.
Para colmo, en la semana que se fue para nunca más volver, la Municipalidad de San Miguel de Tucumán resolvió dejar sin efecto otra licitación pública millonaria en medio de las tensiones políticas e institucionales que atraviesa con la Provincia. Y es que, acorralado por la Justicia, Germán Alfaro decidió frenar el acto administrativo por el mantenimiento correctivo y preventivo con renovación de tecnología del complejo semafórico.
La obra estaba valuada en $1.048 millones, con un plazo de ejecución de 48 meses. Fuentes del Municipio aseguraron que la licitación no se llevó adelante debido al clima de incertidumbre que se instaló en 9 de Julio 598 como consecuencia de los fallos judiciales adversos que tuvieron en las últimas semanas en obras de gran envergadura. Pero no se trata más que de una bomba de humo.
Lo cierto en verdad es que en el alfarismo andan extraviados y no saben qué les espera con todo esto, si está todo judicializado a causa de licitaciones truchas, ilegales y apócrifas totalmente viciadas de toda nulidad. Es por eso que decidieron frenar las obras importantes a causa de que la Justicia se encuentra investigando lo que considera con buen tino una serie de fechorías de parte del alfarismo.
En la Municipalidad indicaron que, por el momento, el servicio de mantenimiento de señalización luminosa en la Capital se continuará haciendo a través de una firma que se contrata de modo tercerizado, a través de la Dirección de Alumbrado Público. El valor del pliego era de un millón cincuenta mil pesos, según consta el aviso que se publicó durante cuatro días, a fines de septiembre, en el Boletín Oficial de Tucumán.
Allí también se indicó que la apertura de sobres se realizaría el 13 de octubre en la Dirección General de Compras y Contrataciones. Lesko es la firma que presta actualmente el servicio de manera tercerizada. El apoderado de la firma, Walter Pereyra, envió en octubre una carta documento a la Municipalidad en reclamo por supuestos dineros adeudados hace más de dos años. Es decir, todo un papelón.
A la vez, cuestionó el llamado a licitación que se realizó. “Esta licitación resulta un brutal atropello a nuestros derechos. El Municipio tiene tiempo para tramitar en pocos días un expediente para llamar a una licitación millonaria, pero no tuvo tiempo en los últimos dos años para emitir un decreto reconociendo nuestros servicios”, cuestionó. Resaltó también que la firma está radicada hace más de 20 años en San Miguel de Tucumán.
Los alfaristas sostienen que el oficialismo provincial que conduce interinamente Osvaldo Jaldo está detrás de las medidas judiciales y las presentaciones que se vienen haciendo contra obras de la Municipalidad. Fundan sus teorías sobre la base de que la jueza María Felicitas Masaguer fue quien trabó el servicio del estacionamiento medido y dictó una cautelar para suspender el proceso licitatorio del uso y de la explotación de un bar ubicado en el parque Avellaneda.
Asimismo, los alfaristas también descuentan que la licitación para la obra en el Mercado del Norte correrá la misma suerte, porque un planteo realizado por el Frente de Organizaciones en Defensa de los Consumidores y Usuarios (Fodecus) recayó en la misma sala. Además, la organización que encabeza José García planteó acciones de amparo contra el estacionamiento medido.
Lo cierto es que no son más que excusas para tapar sus propias maniobras fraudulentas. Las mismas que no han hecho más que poner blanco sobre negro y dejar expuesta a la gestión capitalina como lo que es: el caballo de Troya que Germán Alfaro quiere mostrarle a la sociedad para ser ungido como el próximo candidato a gobernador de Juntos por el Cambio. Es por ello que cabe preguntarse: ¿Acaso cree el intendente que la sociedad se tragará ese sapo?