En el día de ayer, la jornada bancaria culminó con una nueva suba del dólar. Cabe aclarar que se trata del dólar blue, ya que el oficial mantiene su estabilidad, la cual es la gran responsable de que, en el mercado paralelo, la divisa monetaria no pare de aumentar. Pocos analistas reparan en esto, sin embargo, la quietud del tipo de cambio oficial es lo que, en definitiva, conduce a la voracidad de los ahorristas a la hora de hacerse de los pocos dólares que permite adquirir el Gobierno.
Y es que el Banco Central (BCRA), prácticamente está regalando el dólar oficial, al cotizarse en torno a los $100, incluyendo el 30% del impuesto solidario. Mientras que comprar la moneda norteamericana en el mercado informal, sale $130 por cada dólar. Y es que, indirectamente, se trata de una especie de subsidio invisible destinado a la adquisición de la divisa extranjera. Y es que el virtual congelamiento del tipo de cambio oficial, hace las veces de subsidio.
Salvando las distancias, es lo mismo que ocurre con los precios de las naftas, las tarifas, el transporte en el área del AMBA, todos bienes y servicios que son consumidos por la clase media, al igual que la compra de dólares. Esta es la razón de fondo por la cual el pequeño y mediano ahorrista se vuelca definitivamente a la adquisición del dólar, debido a que en las cuevas clandestinas el precio es un 30% más caro. Por lo que, en comparación, el valor del dólar resulta barato.
Sin embargo, no es la única razón, ya que la emisión monetaria se encuentra en niveles récord, por lo que el excedente de liquidez es cada vez más grande y no llega a ser absorbido por parte del Banco Central. Y es que la máxima entidad monetaria no puede absorber la inmensa cantidad de peso circulantes en el mercado local. No obstante, por el contrario, no deja de perder reservas. No en vano, su titular, Miguel Pesce insiste con la posibilidad de ajustar aún más el cepo cambiario.
Y es que la otra opción que queda, a la que más se resiste el Gobierno debido a que se trata de la tan temida devaluación, que no es más que la depreciación del peso, cuyo valor desde hace tiempo es bajo, y generaría aún más pobreza. Esto también incide en la imposibilidad de la moneda local de convertirse en un resguardo de ahorro para la clase media que acude al dólar como reserva de valor. Ya que no cuenta con otras herramientas financieras para resguardar su patrimonio.
En ese sentido, a pesar de que el Banco Central aumentó el rendimiento que ofrecen los plazos fijos de las entidades bancarias, las tazas continúan sin ser lo suficientemente atractivas como para que el ahorrista elija quedarse en pesos, en lugar de ir corriendo a resguardarse en el dólar. Esto significa que no hay incentivos para que los individuos opten por apostar al peso mediante el rendimiento que otorgan los distintos tipos de plazos fijos que existen hoy por hoy.
Todo se debe a los errores de política económica que se vienen cometiendo de parte del Gobierno. En esa línea, las inconsistencias abundan y la cantidad de personas que compran dólares en el mercado oficial, pasó de ser menos de 500.000 en marzo, a un total de 3,3 millones en el mes de junio. Y lo cierto es que la salida de dólares por este canal, representa la mitad o más del superávit comercial e impide que el BCRA comience a recomponer sus reservas.