Federico Sturzenegger se acercó al atril y enseguida se dio cuenta de que le faltaba algo. Volvió a la mesa principal del salón en el primer piso del Hotel Libertador –el búnker de campaña de Javier Milei– y tomó su teléfono. “Quiero cronometrar el discurso”, dijo, el obsesivo autor del mega DNU 70 y de gran parte del cuerpo de la ley Bases que actualmente se discute en el Senado.
Luego anticipó que en 30 minutos se referiría a los tres planos de la “Batalla de Milei” y a “las siete verdades que son mentiras”. Lo escuchaba atento un auditorio repleto de empresarios del Rotary Club Buenos Aires esperando una definición de lo que fue el primer medio año de Milei en la Casa Rosada.
Un día después de que se conociera el IPC de abril, el profesor de la Universidad de San Andrés, que se negó a pronosticar qué pasaría con los precios, dijo que “ganar la batalla fiscal, es ganar la batalla de la inflación”, criticó a Sergio Massa por bajar Ganancias, porque, dijo, se compensó con más impuesto inflacionario, y estimó que en la provincia de Buenos Aires, el gobernador Axel Kicillof, aplicó un “impuestazo” para no bajar el gasto público luego de que Casa Rosada no le girara fondos.
“En vez de bajar gastos, subieron impuestos. No hay que criticarlo por el impuesto, sino por el gasto”, dijo y se preguntó por el destino del mismo. Destacó los resultados fiscales del Gobierno. “Si a comienzos de año, se hubiera dicho que en el primer trimestre habría superávit financiero, todos se hubieran reído”, afirmó y agregó que el cepo tiene “un sentido fiscal”. No aclaró si por la “licuadora” que aplica el Gobierno a depósitos, Pases, salarios públicos o por el impuesto que debe pagarse para el acceso al dólar (PAIS).
Afirmó que la Ley Bases atraviesa un “proceso extraordinario” por todos los puntos que se pusieron en discusión y que lo que quedó afuera “se ha resuelto de otra manera” o se hará vía reglamentaciones. Defendió el Régimen de incentivo para grandes inversiones (RIGI) y afirmó que el estado actual del proyecto sigue siendo “ambicioso”.
Contó que el CEO de una empresa (no contó de cuál) lo llamó al comienzo del gobierno de Milei para felicitarlo “por lo que estaban haciendo”; cuando se conoció la Ley Bases volvió a llamarlo, incómodo, preguntándole qué estaba haciendo tocando los intereses de su sector. Esa letra, contó, desapareció luego del proyecto oficial. Luego describió a Milei. Dijo que él se sentía un “ortodoxo”, pero que el Presidente, puesto a su lado, se salía de escala. En ese sentido, rescató su “extraordinaria valentía”.
Pero Sturzenegger comenzó su presentación con los tres planos de la “batalla de Milei”. El primero, dijo es la batalla cultural; el segundo, la macroeconomía y la tercera, la casta. Sobre la primera, dijo, que la Argentina fue un país rico hasta los años 60. Incluso mencionó que hasta 1975 fue incluso más rico que España. Luego comenzaron a aparecer, explicó, actores, “que se apropian de rentas [desde el Estado] y que impiden el cambio”. Ellos, dijo, son responsables del poco crecimiento del país.
Mencionó que su reforma laboral tenía una mirada económica (la eliminación de multas o el fondo de cese), pero también una anticasta, los llamados “aportes solidarios” a los sindicatos. A la casta empresaria, afirmó, se la “combate” con más competencia.
Luego rescató los efectos de su DNU 70. Afirmó que los valores de los alquileres cayeron y que en las rutas argentinas habrá cobertura celular gracias a la posibilidad de que las telefónicas se conecten a Starlink, la empresa de Elon Musk. “Al Estado no le costó nada. De lo que está lleno es de papelitos que impiden. Detrás de esos papelitos hay intereses”, denunció.
Luego habló de la segunda batalla: la macro. “La película es muy alentadora”, observó. “El Gobierno agarró el toro por las astas. Las astas son el déficit fiscal. Si tenés un Estado con déficit, se vuelvo voraz. Resuelto el tema fiscal, el Estado se repliega y se resuelve lo demás”. En la tercera “batalla”, la cultural, es cuando enumeró las “siete verdades que son mentira”, según él. Fue entonces cuando listó:
1) “Bajar Ganancias no es bajar impuestos”, dijo. Sturzenegger estimó que al tomar esa decisión y no bajar el gasto debió sustituir fuentes de financiamiento. La que eligió Massa, advirtió, fue el impuesto inflacionario.
2) “Para promover el empleo en un sector hay que subsidiarlo”, afirmó. Indicó que esto es así si se baja el gasto. Caso contrario, ese subsidio a un sector se paga afectando a otro y también a su generación de empleo.
3) “Expandir el gasto público, expande la economía”, mencionó. “Si esto fuera cierto, la Argentina sería el país más desarrollado del mundo”, bromeó. Cuestionó que “haber instalado esa verdad justifica que el Estado haga cualquier cosa”, cuando deberían hacerlo los privados.
4) “Las importaciones amenazan la producción nacional”, sumó como “falsa verdad”. Sturzenegger señaló que cada importación genera su exportación y dijo que la relación entre nivel de apertura al mundo y el empleo es cero en 200 países.
5) “El ajuste fiscal es doloroso”, mencionó. “Es doloroso para el que se beneficia del gasto del Estado, pero no para el que paga impuestos”, aclaró el economista.
6) “Los monopolios”, mencionó Sturzenegger y aclaró rápidamente: “Si hay libre entrada en el mercado, el monopolio no es un problema”, señaló y citó los ejemplos de cómo Nokia, fue desplazado por Blackberry y esta última, por los iPhone.
7) “Los límites del sector públicos”, mencionó. Allí puso el ejemplo de la recolección de basura –un negocio de la familia Moyano en la Argentina– y dijo que por su casa pasan 14 veces por semana cuando en otros países pasan una vez. “Es caro, ineficiente y poco ambientalista. Y es gratis producir basura”, afirmó y sentenció sobre las posibles privatizaciones: “Vale la pena sentarse a pensar los límites de lo público”.
A Sturzenegger le preguntaron al final por los impuestos. Advirtió que cuando haya superávit habrá un buen debate para optar por subir jubilaciones, bajar impuesto PAIS, retenciones o impuestos al trabajo. Luego, el expresidente del BCRA se quedó hablando con algunos comensales. Cuando el salón se vació, lo intentaron sacar por la cocina para evitar multitudes, pero él decidió retirarse por la puerta principal.