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“¡Le agarró la corriente! ¡Está desmayada! ¡No reacciona!”: la noche de Daniel Ávila, bajo el agua de Tucumán

Es el encargado y portero del edificio de la calle 24 de septiembre al 1000. Ya se había desplomado el cielo sobre Tucumán y todo lo que Daniel tenía a sus pies era agua. Un llamado desesperado y los minutos más críticos de su vida.

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Furioso temporal en Tucumán. Foto: Comunicación Gobierno.
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Daniel Ávila es el encargado y portero del edificio de la calle 24 de septiembre 1065. Ya se había desplomado el cielo sobre Tucumán y todo lo que Daniel tenía a sus pies era agua. Una señora vecina lo llamó desesperada: “¡Daniel! ¡Daniel! ¡Se me está llenando de agua el departamento!”. Daniel subió, se empapó, frenó la entrada de agua de la vecina pero, cuando pensaba que lo peor había pasado, sintió otro grito.

“Yo había empezado el día normal después de un fin de semana largo típico de Navidad. Después del llamado de la señora, me empapé todo. Cuando bajo, tenía mojada la billetera, el celular y había agua por todas partes. En eso siento el llamado de José, un vecino, que me grita: ‘¡Daniel! ¡Llamá al 107! ¡Hay una señora que la agarró la corriente! ¡Está desmayada! ¡No reacciona!’”

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Hace tres años, a través del gremio, Daniel asistió a un curso de RCP (reanimación cardiopulmonar) en la sede justamente del 107. Ya había tenido una experiencia con don Rito, un señor de 95 años, al que no pudo salvar, pero anoche Daniel se arremangó la ropa, y cruzó: “Yo sé RCP. La calle estaba tapada, amigo. La chica estaba tirada en la calle. Alrededor había cuatro personas desesperadas y un policía pero era muy jovencito, de los que salen a la calle por primera vez. Los saqué a todos y me puse a intentar reanimarla. Pero la chica no tenía pulso, no estaba respirando”.

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“Cuando vi a la chica la primera vez, un hombre estaba tratando de hacerle masajes, pero mal. Con mi rodilla a la altura de la axila y las manos sobre el pecho, empecé a bombearle el esternón. Siempre tengo en la mente el tema de Los Bees Gees que se llama Manteniéndome vivo (Stayin’ alive), ese que dice ‘Ah, ah, ah, ah, stayin’ alive, stayin’ alive, ah, ah, ah, ah’. Ese es el ritmo justo para hacer el bombeo”, explica Daniel mientras medía la fuerza en sus manos para no romperle ninguna costilla.

“La chica tenía sangre de la lengua que se mordió. Se había electrocutado al tocar la pared toda electrificada de unas rejas, donde en algún momento hubo un cyber. Justo al lado de Catastro, ahí la chica sintió la patada y se cayó al agua. José, el vecino, tomó sus cosas mientras yo intentaba reaccionarla hasta que reaccionó unos minutos después. Le volvió el pulso, se puso nerviosa, se empezó a mover, miraba para arriba, me miraba, me miraba, pero no entendía nada”.

La joven llamó a José, el amigo de Daniel. Le dijo que es de El Colmenar, y que su padre trabaja en el Padilla. “Le pidió mi teléfono a José y ya me llamará, pero no lo hice para que la gente diga: ‘Qué bien’. Yo creo que en si uno hace el bien como es salvarle la vida a una persona, todo lo bueno vuelve a uno, a su familia. Yo este año tuve covid, mi hijo tuvo covid dos veces, mi mamá, fue un año fue muy difícil, pero hay gente que ya no está, que perdió a sus seres queridos, a amigos jóvenes, grandes. Pero nosotros al menos la estamos contando, que no es poco”, cierra Daniel, el héroe detrás de la tormenta del año.

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“Anoche no pude volver a mi casa. Yo me crié en el barrio Tula, en El Manantial. Ahí de chico aprendí de mi mamá Noemí, quien es enfermera jubilada, a tomar la presión, el pulso. Después con el RCP ya me siento listo para todo. Es muy importante. Salva vidas. Y al quedarme en la casa de mi hermana, en el centro, les conté a mi familia lo que había pasado: se sentían orgullosos. Fue una noche de mucha angustia, lamentablemente con otras dos personas que perdieron su vida, pero al menos pudimos salvar a esta joven. En eso pensaba mientras me caían las lágrimas después de contarlo. En eso pensaba”.

Daniel, el héroe, de camisa a cuadros, rodeado de su familia.
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