Los detectives que ingresaron al departamento en un segundo piso de 81 y 28, en el barrio Altos de San Lorenzo -La Plata-, no podían creer lo que veían. Sobre una cama, el cadaver del musico Pedro Zarate (50) estaba lleno de puñaladas, sus genitales habían sido mutilados y tenía un cuchillo clavado en cada ojo.
La mujer, psicóloga de profesión y empleada de la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires, todavía no pudo ser indagada. En efecto, el resultado de las pericias determinará las siguientes instancias de la causa.
El Código Penal establece la extinción penal de un crimen por insuficiencia o alteración de las facultades mentales de su autor/a, o “por estado de inconsciencia, error o ignorancia sin culpa”.
El asesinato ocurrió el miércoles 11 de enero tras una discusión de la pareja, según versiones iniciales. Patricia, una de las hermanas de Amado Cattaneo, se enteró de que la mujer se había presentado en la casa de Mónica -madre de ambas- con las manos ensangrentadas. Como Zárate no contestaba mensajes ni llamados, llamó al 911.
Previo a su internación, el ingreso de la mujer en la dependencia policial quedó registrado en un video: sujetada del brazo por un agente, la sospechosa hacía gestos de dolor, caminaba con dificultad y vestía un abrigo y bufanda de lana a pesar del intenso calor. Su auto, un Fiat Palio azul, había sido encontrado en las cercanías del Parque Saavedra horas antes.
Nacido en Córdoba, Zárate llevaba varios años viviendo en La Plata. Lo apodaban “Piter” y era trompetista en una banda de reggae, actor y militante por los Derechos Humanos. Actualmente, trabajaba en el centro cultural de la Estación Provincial, donde sus compañeros destacaron su calidez y espíritu solidario.
El músico tenía un perfil muy activo en sus redes sociales. Un día antes de ser asesinado había realizado su última publicación en Instagram: “Santo Cambá, San Baltasar, protégenos…”. En el único comentario, su esposa replicaba esa última palabra: “Protégenos”.
