Cuando restan menos de tres semanas para que se elijan de forma definitiva quiénes serán nuestros representantes provinciales a nivel nacional, llama poderosamente la atención el hecho de que ninguno de los postulantes a la Cámara alta del Congreso, tanto de parte del oficialismo como de la oposición, puntualmente Pablo Yedlin, Sandra Mendoza, Germán Alfaro y Ricardo Bussi hayan explicitado una cuestión central.
Y es que ninguno de los mencionados incluyó entre una infinitud de sus propuestas, a la hora de pedir el voto a la ciudadanía, ni siquiera una sola que hable acerca de qué postura van a tener contra la corrupción y la impunidad en la provincia. Y es que cabe destacar que no se trata de un detalle menor, debido a que, todo parecería indicar entonces que para quienes van a representar a nuestra provincia, la corrupción estaría permitida.
Esto se debe al hecho de que, de lo contrario, este importante tema estaría en sus plataformas. Es por ello que las suspicacias se encuentran a la orden del día y no hacen más que dejarlos expuestos ante los incrédulos ojos de los ciudadanos que confían en aquellos a los que elegirán como sus representantes en el Congreso de la Nación. ¿Cómo es posible que nuestros dirigentes no se percaten de esto?
Tal vez esta pregunta tenga como respuesta segura el hecho de que los postulantes a senadores nacionales no tendrían ninguna intención de adoptar ningún tipo de postura que condene de forma abierta y contundente a esa otra pandemia que sufren los argentinos, como los es la corrupción. ¿Acaso temen que sean ellos mismos los que puedan verse involucrados en asuntos de corrupción que desconoce la mayoría de la gente?
Y es que tal vez estén abriendo el paraguas para lo que vendrá y no desean que el dedo acusador que muchos de ellos apuntan contra dirigentes políticos ubicados en la vereda de enfrente se les vuelva en contra, como si se tratara de un bumerang. O, a lo mejor, se trate de, lisa y llanamente, aprovecharse de la mismísima corrupción para continuar escalando en su carrera política.
De más está decir que esta posibilidad se hace más que potable si se considera que absolutamente ninguno de los dirigentes que se postulan para la Cámara alta han hecho mención alguna a la corrupción. Lo peor del caso, es que ni siquiera mencionaron este flagelo moral como una estrategia para ubicar a sus rivales en las elecciones dentro de las prácticas propias de la corrupción política.
Evidentemente, ni Pablo Yedlin, Sandra Mendoza, Germán Alfaro ni Ricardo Bussi se encuentran preocupados por dejar en claro qué postura adoptarían, al menos hipotéticamente y para la tribuna, contra la corrupción y la impunidad en la provincia de la que se valen los inescrupulosos dirigentes políticos que se desempeñan en cargos públicos de nuestra provincia. Entonces, que Dios y la Patria se los demande desde ahora.
