El oficialismo conserva el liderazgo de la conversación digital de los argentinos, pero con altos niveles de rechazo que condicionan su hegemonía.
Desde aquel batacazo inesperado de 2021 en las legislativas, Javier Milei no dejó de meter ruido en la conversación pública.
Un dirigente que rompió el molde, traccionando el proyecto libertario para meterlo de lleno en la discusión política, ocupando espacio y haciendo tambalear alianzas históricas.
Lo que arrancó como un fenómeno de nicho hoy se convirtió en un eje central del debate digital. Y ese protagonismo vino acompañado de una reconfiguración del tablero político.
Hoy hablar del rol de los libertarios en la política argentina es, sin vueltas, hablar del ocaso del kirchnerismo y de la pérdida de tracción del macrismo.

Una transferencia progresiva de atención que muestra cómo el interés de los argentinos se acomoda frente a nuevas narrativas, más ruidosas, más disruptivas.
Un ascenso que no afloja
En septiembre de 2022, la presencia libertaria en la narrativa de las redes sociales argentinas apenas arañaba un 2,8%. Por entonces, era un fenómeno más que marginal.
Pero desde marzo de 2023, arrancó una suba sostenida que no paró de crecer. Para febrero de 2025, los libertarios alcanzaron un techo histórico del 34,4% de las menciones en plataformas.
Un mes más tarde bajaron un poco, al 29,6%, pero igual se mantuvieron arriba, liderando cómodos la conversación en redes.
Este crecimiento meteórico no se explica solo por una militancia digital intensa. Hay una estrategia aceitada detrás del actual oficialismo, y, sobre todo, una figura que empuja: Milei.
Desde que llegó a la Rosada, el ritmo de la narrativa libertaria se aceleró, se instaló, marcó agenda y fijó los términos del debate político.
El derrumbe del kirchnerismo
En contraposición, el kirchnerismo encaró una curva descendente en el debate de las redes. Supo tocar picos de intensidad durante la campaña presidencial de 2023, con niveles cercanos al 3%. Pero después de la derrota, el espacio empezó a desinflarse.

Abril de 2025 marcó un piso: 19% de presencia en la charla digital. Una caída que no solo política: es simbólica.
La interna feroz, la falta de liderazgos claros y el desgaste de una narrativa que ya no interpela con la misma potencia empujaron al kirchnerismo a un lugar más periférico.
Cristina Kirchner, aunque conserva influencia, ya no actúa como eje gravitacional de la política argentina.
La desorientación de los “amarillos”
El macrismo también transita su propio “purgatorio digital”. Desde comienzos de 2023, perdió visibilidad, víctima de una interna sin tregua entre Larreta y Bullrich, y de una narrativa que nunca encontró el tono adecuado.
Su presencia osciló entre un tímido 5% de las menciones de las redes y un máximo de 24%, con un 19,6% en abril de 2025 que se muestra más como excepción que como tendencia.
El radicalismo, por su parte, sigue en “modo lazarillo”: siempre en los márgenes del debate digital, con escasa capacidad de fijar temas. En abril pasado, apenas superó el 12% de la narrativa digital, un número que refleja su rol periférico.
Macrismo y radicalismo comparten algo más que el naufragio electoral: su debilidad narrativa.
Sin relatos propios que interpelan masivamente, terminan funcionando como apéndices de alianzas o como actores secundarios de internas ajenas.
La política como show
La escena digital argentina se parece cada vez más a un “Titanes en el Ring” político. Los clivajes clásicos se diluyen y gana espacio una polarización emocional, con narrativas construidas para la pelea, para el impacto, para generar conversación.
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En ese contexto, los libertarios manejan con maestría el registro confrontativo.
No se trata solo de usuarios convencidos: hay un “ejército” organizado que produce memes, instala etiquetas, define recuadros de sentido en donde debatir.
El objetivo no es persuadir, es marcar presencia, polarizar, ganar volumen. Y eso, en el algoritmo de las redes, pesa.
El resultado es una narrativa donde los libertarios no solo aparecen como protagonistas: también logran que los demás giren en torno a ellos, incluso para criticarlos.
El kirchnerismo, que antes marcaba la agenda, hoy responde; el macrismo, que antes pretendía orden, hoy intenta diferenciarse. El efecto colateral de esta dinámica es que los terceros espacios pierden volumen.
El massismo, por ejemplo, apenas aparece; la izquierda, con bajo perfil, logra sostener algo de conversación, pero no disputa centralidad.
Como consecuencia, el escenario se ordena de nuevo. No como coalición versus coalición, sino como oficialismo libertario versus un peronismo fragmentado, sin figuras que unifiquen ni narrativa que encienda.
El termómetro emocional
La conversación en torno a la política argentina en redes se encuentra marcada por la negatividad. Es un clima áspero, de crítica constante, donde la descalificación pesa más que el argumento.
En ese barro, los libertarios se mueven con comodidad, aunque pagan un costo: tienen el promedio de sentimiento más negativo de todos los espacios, con -84 puntos NSR (con el dato reciente de haber tocado fondo en febrero de 2023, con -90 puntos)
Pero lo más llamativo es que esa negatividad no los debilita, al contrario: potencia su presencia. El rechazo también les sirve para amplificar su narrativa. Una paradoja del ecosistema digital.
Por su parte, el kirchnerismo apenas mejora el promedio libertario: -82 puntos. Aunque mostró una leve recuperación en los últimos meses, no alcanza para revertir el rechazo sostenido que carga desde la última elección.
Más atrás aparece el massismo, con -79 puntos. Oscila entre momentos de visibilidad y otros de casi desaparición. No logra consolidarse ni como alternativa ni como polo de rechazo.
En tanto, el radicalismo anota -69 puntos. Una performance débil, sin picos ni rebotes significativos. Un espacio político que resulta marginal, tanto en presencia como en carga emocional.
Con mejores promedios asoma el macrismo, incluso mejorando. Con -63 puntos en promedio, muestra una curva ascendente desde fines de 2024. Esa recuperación se apoya en un discurso más moderado, que busca diferenciarse del griterío libertario sin caer en la lógica kirchnerista. Es un intento por recobrar centralidad sin entrar al barro.
Finalmente, la izquierda logra el mejor promedio: -50 puntos. Su secreto es simple: baja visibilidad, baja conflictividad, baja emocionalidad. Una suerte de oasis en medio del combate.
El poder se discute en las redes
La conversación política en la Argentina se mudó, cada vez más, al universo digital. Y en ese terreno, la visibilidad vale tanto como el voto.
Milei entendió esto antes que nadie. Supo explotar los códigos del algoritmo, la lógica del impacto, la emocionalidad extrema.
La discusión pública ya no gira en torno a quién gobierna, sino a quién logra marcar el ritmo de la conversación. Y en esa carrera, los libertarios sacan ventaja.
A tientas, sus rivales aún buscan cómo adaptarse al nuevo escenario. Porque en la política argentina, hoy el que no aparece en redes, no existe.