Casi no hay antecedentes de un ataque tan brutal y sistemático contra la justicia, por parte del Gobierno nacional. El martes, con su catarata de tuits, Cristina dio la orden para que todos sus talibanes salieran con los tapones de punta. Acusó al máximo tribunal de dar “un golpe contra las instituciones democráticas elegidas por el voto popular”. A partir de ese momento, los cristinistas dispararon con munición gruesa.
Y ayer en Ensenada, fue el propio presidente Alberto Fernández el que llevó el conflicto de poderes al borde del abismo. Con el discurso que dio el Presidente ayer a la mañana, insultó a los integrantes de la Justicia de arriba abajo. Los ofendió de todas las maneras posibles. Calificó de “serviles de los poderosos” a los jueces en general y la Corte en particular, con total impunidad.
Entre las cosas que dijo Fernández en Ensenada, dio a entender que los jueces usan sus sentencias para favorecer a candidatos opositores, y aseguró que “eso degrada el Estado de Derecho”. En realidad, lo que degrada el Estado de Derecho, y dinamita la división de poderes, es la reacción amenazante del Gobierno contra los integrantes de uno de los poderes de la República.
Al revés de lo que dijo Cristina, es un intento de golpe, pero contra el Poder Judicial que produce un debilitamiento gigantesco de la democracia. Es un paso más rumbo al autoritarismo chavista, o la autocracia feudal que hoy existe en Santa Cruz. La reacción contra la Corte del Gobierno, expresa que están perdidos, contra las cuerdas porque no tienen más vacunas y no saben a dónde ir a comprarlas.
La agresión más inhumana fue la de intentar responsabilizar a los jueces por los muertos de la pandemia, y fue el propio Fernández quien aseguró que los magistrados estaban “jugando con la vida de los argentinos”. Faltaba un espejo donde mirarse, porque son los Fernández los que están jugando con la vida y la salud de los argentinos. Y es un juego macabro, mezcla de ineficiencia atroz e inflamación ideológica.
Y es que, si tanto le importa la salud de los argentinos al presidente Fernández, ¿Por qué no están vacunando? ¿O acaso se olvida que somos el peor país que trató la pandemia? Quien necesitaría una vacuna contra la imbecilidad es Axel Kicillof, quien debería entender que ninguna emergencia está por encima de la Constitución, que no se trata de un reglamento común y corriente.
La patética foto de ayer de los Fernández junto con Kicillof y Sergio Massa recordó en las redes sociales a la de la serie de televisión argentina “Los Simuladores”. Toda esta puesta en escena da cuenta de que la reacción ante el fallo de la Corte, aunque ampulosa, y en apariencia fuerte y estruendosa, evidencia, por el contrario, cierto infantilismo y una clara debilidad política. Cristina se enoja, y acusa a la Corte de lo que ella misma parece, una golpista de ocasión.