Las víctimas eran personas que salían en su auto de hacer trámites bancarios en el centro. A unas diez a veinte cuadras, frente a un semáforo, dos motociclistas rompían una ventanilla con un punzón para llevarse algún bolso, mochila o maletín. Esa mecánica que, según un cálculo estimativo, se repite a razón de uno a tres hechos por día en la ciudad, fue atribuida a una banda con una quincena de integrantes, de los cuales cuatro aceptaron esta semana penas de 3 años de prisión condicional en un juicio abreviado. Tres de los condenados tienen algo en común: son tucumanos y como parte de la sentencia aceptaron una prohibición de ingresar a la ciudad de Rosario.
Las condenas fueron dictadas este lunes, cuatro días después de que un joven tucumano se convirtiera en la víctima fatal de una salidera bancaria en la zona de Belgrano y Tucumán. Ocurrió cuando Sergio Miguel Villarreal, de 25 años, se acercó a la ventanilla del acompañante de un Renault Oroch, estalló el vidrio con un lápiz para cortar cerámicos e intentó arrebatar un bolso con 8 millones de pesos. En el auto iban dos empleados de la empresa Frider Refrigeraciones, uno de ellos un policía retirado de 58 años que le disparó con una pistola 380 y lo mató.
Ese tipo de delitos, aunque sin final trágico, son los que concentra una investigación a cargo del fiscal de Investigación y Juicio Carlos Covani, con quince personas imputadas de integrar una asociación ilícita. Uno de los hechos ocurrió en el mismo lugar donde murió Villarreal. El punto de partida se produjo en noviembre del año pasado, cuando dos tucumanos en moto fueron detenidos como sospechosos de una salidera. La víctima dijo que eran parecidos a los asaltantes pero no los pudo reconocer y recuperaron la libertad sin que les iniciara causa.
Sin embargo, la mochila tenía un GPS que condujo a la policía hasta una casa de Funes donde se secuestró una moto y hubo otros tres demorados. Esas mismas personas volvieron a ser detenidas meses más tarde al intentar eludir un procedimiento policial. Otro dato que llamó la atención del fiscal fue la cantidad de procedimientos policiales en los que eran detenidos motociclistas que llevaban un lápiz de widia, una suerte de punzón para cortar cerámicos y vidrios.
Como no les secuestraban cosas robadas ni podían ser ligados a hechos concretos recuperaban la libertad. Solían ser tucumanos que siempre brindaban los mismos domicilios en Rosario. Cuando los investigadores iban a constatar la dirección les decían que se trataba de un tío, un cuñado o familiar que estaba de visita.
Del monopatín al semáforo
El cruce de datos, el análisis de denuncias con patrones reiterados, los registros de cámaras de vigilancia y escuchas telefónicas desentrañaron cómo operaba esta banda dedicada a salideras. Hechos que se repiten a razón de uno a tres por día en la ciudad, aunque no todos puedan ser atribuidos al accionar de un mismo grupo. Son delitos con un alto rango de cifra negra, ya que algunas víctimas omiten denunciar si no tienen expectativas de recuperar el dinero o quieren eludir una investigación financiera.
El grupo operaba en la zona comprendida por Urquiza, Rioja, Buenos Aires y Paraguay con un reparto ajustado de roles. Un primer eslabón recorría la zona financiera en un monopatín detectando a posibles víctimas: personas solas que salían de realizar trámites financieros o bancarios. Las seguía hasta una cochera donde observaba en qué asiento del auto dejaban el bolso, mochila o maletín con el dinero. Es quien daba el dato a dos cómplices en moto. Estos salían detrás de la víctima y a unas diez a veinte cuadras, en alguna ocasión propicia o delante de un semáforo, destrozaban un vidrio para alzarse con el bolso.
Según lo detectado en meses de investigación, se libraban rápidamente del botín. En una siguiente posta, entregaban el bolso o maletín a otros cómplices que se movían en auto. De manera que, cuando la policía iba tras los ladrones en moto, no secuestraba más que el lápiz de widia: “Seguían circulando y nunca les encontraban nada encima”, explicó Covani.
Al monopatín, a su vez, lo cargaban en una camioneta registrada a nombre de un tucumano. En las escuchas se detectó que los acusados intercambiaban llamados entre ellos, con menciones a hechos delictivos, y que los tucumanos del grupo solían alquilar de manera temporaria alguna casa quinta cercana a Rosario utilizada como base durante la estadía.
“Alquilaban una semana, dos o tres días no había nadie y después me volvían a llamar. Era intermitente el alquiler. No había nada extraño que uno pudiera sospechar. Se los veía bien vestidos, no eran problemáticos”, contó la dueña de una vivienda de Funes allanada un año atrás que había alquilado la propiedad a siete personas.
Según Covani, otro rasgo es que no usaban vehículos robados. Solían comprar motos de manera legal pero no completaban la transferencia, para no ser detectados si debían abandonarlas al frustrarse un asalto. Un informe policial citado en la condena refiere que en la calle se conocía a la organización como “Los Tucumanos”.
Las condenas
“Con toda esa información y un hecho concreto de robo a un gerente bancario, más un episodio de resistencia a la autoridad, se armó una causa por asociación ilícita. Entendí que todas esas relaciones mostraban que eran personas actuando de común acuerdo para cometer delitos”, explicó Covani. Quince personas fueron acusadas de haber integrado una organización.
Cuatro de los acusados, tres de ellos oriundos de San Miguel de Tucumán, afrontaron el lunes una audiencia de juicio abreviado ante la jueza Paula Alvarez. Aceptaron condenas a 3 años de prisión condicional. Como parte de la pena deberán cumplir ciertas reglas de conducta. En el caso de los tucumanos, tendrán que mantener domicilio en San Miguel de Tucumán y someterse al control de un patronato de esa localidad. Para ellos rige una prohibición de ingresar a Rosario por tres años , “salvo el tránsito por autopistas”. Además deberán finalizar estudios secundarios o adquirir trabajo u oficio en un plazo de seis meses.
Los condenados son Pablo Ariel Zapata, de 34 años, un rosarino que declaró ser dueño de una verdulería; y los tucumanos Héctor Gonzalo Figueroa, vendedor ambulante de 31 años; Juan Exequiel González, de 25; Daniel Sebastián Pérez, de 32, y Zulema Mercedes Soria, de 26. Los cuatro fueron considerados miembros de una asociación ilícita, a lo que González y Figueroa sumaron un acusación por robo.
Ese robo fue el 5 de septiembre de 2022 cuando rompieron el vidrio trasero de una camioneta Toyota SW4 y le robaron a su dueño una mochila Samsonite con una notebook, 20 mil pesos que recién había retirado de un cajero, una campera y otras pertenencias personales. Fue en el semáforo de Tucumán y Belgrano, la misma esquina donde de la fatal salidera del pasado jueves 2 de noviembre.
Además, los tres tucumanos fueron acusados de resistencia a la autoridad. El 17 de agosto pasado, tras la denuncia de un robo a un cadete por parte de dos personas que circulaban en una moto, la policía intentó identificar a los dos ocupantes de una Honda Tornado XR en España y Córdoba.
El conductor aceleró hacia el sur hasta que la moto se perdió de vista en Paraguay y 27 de Febrero. El rodado volvió a ser visto en Ayacucho al 4000, donde los fugitivos cayeron del vehículo y siguieron el escape a pie una cuadra más hasta Alem. Allí subieron a un Chevrolet blanco en el que iba Zulema Soria, pero fueron apresados.
El cónsul y el herido
La mecánica atribuida a “Los Tucumanos” es la misma detectada el 12 de mayo pasado en el robo al cónsul honorario de Francia Mohamed Julien Ndao, a quien dos asaltantes en moto le robaron una mochila tras destrozarle el vidrio del auto frente al Pami I.
Desde allí los persiguió en su BMW hasta el edificio de la ex Aduana, en Sargento Cabral y el río, donde los ladrones chocaron contra otro auto, dejaron abandonada la moto Honda Tornado, tiraron la mochila y siguieron el escape a pie.
Entonces trascendió que los ladrones eran dos hombres de entre 25 y 30 años, “muy bien vestidos y que por el tono de voz eran de Tucumán”, según contó el cliente de un bar de Maipú al 500 adonde los ladrones habían ido a desayunar.
Otro incidente ocurrió el 7 de noviembre de 2022 frente a un edificio de San Martín al 500, donde funciona una mutual. Cuatro asaltantes en dos motos intentaron robarle un maletín a dos personas que llegaban al lugar en un Volkswagen Gol blanco y rompieron la luneta del auto. Un policía de civil que acompañaba a un empleado de la firma como custodio reaccionó a tiros e hirió a uno de los ladrones con un balazo en la espalda y otro en el pecho. El herido era Lucas S., un joven de 24 años oriundo de Tucumán.