La tendencia sostenida en las cotizaciones de los granos en Chicago impactó de manera directa en la producción de proteína animal. En un año, el precio del maíz aumentó 120 dólares por tonelada y esta situación pega de lleno en la rentabilidad de las cadenas bovinas, porcinas y avícolas, con una suba constante en sus costos de producción.
En líneas generales, el maíz representa más del 60% de los costos de alimentación, mientras que en un segundo plano figura la carga que representan rubros como personal, administración y sanidad. El panorama no parece mostrar signos de cambios a la baja en los precios internacionales de los granos, al menos en el corto y mediano plazo. Si bien los granos gruesos en Chicago cerraron a la baja, con una soja que llegó a los 610 dólares y un maíz que perforó los 300 dólares, esta situación llegó para quedarse y estableció nuevos pisos en las cotizaciones.
El encierre a corral bovino es un sector estratégico, y si bien desde noviembre del año pasado empezó a revertir en parte la ecuación negativa entre el precio de la invernada y el gordo, la constante suba en el precio del cereal licuó el margen de ganancia. Esta situación se percibió con fuerza en las últimas semanas, cuando este insumo subió de 18.500 pesos la tonelada (unos 205 dólares) a los casi 21.000 pesos y la actividad pasó de una rentabilidad bruta positiva de 900 pesos por cabeza a 2.500 pesos negativa.
Según estimaron desde la Cámara Argentina de Feedlot (CAF), el costo de alimentación por cabeza engordada se ubica sobre los 25.653 pesos. De esta cifra, un 70% corresponde a granos y coproductos de maíz, por lo que la incidencia del maíz en el costo del feedlot asciende a 64,5%. Las raciones de engorde están compuestas en promedio por un 70% aplicable al maíz, tanto por grano como por el uso de subproductos derivados de la industria, como gluten feed, harinas y burlanda, entre otros.
A este factor, se debe sumar la suba en el precio de las fuentes de proteína vinculadas a soja y el valor de la hacienda de reposición, con terneros de 180 a 200 kilos que en promedio se pagan unos 220 pesos.
Al analizar en detalle el sector porcino, la alimentación representa cerca del 70% de los costos por kilo de carne producido. Según datos del sector privado, al tomar el período comprendido entre abril del año pasado y mayo 2021, se registró un fuerte incremento en las materias primas. Medidos en dólares, el aumento del alimento llegó al 44%, con un maíz que subió 72%, mientras que medido en pesos, el incremento trepó al 105%, con un cereal que registró un alza de 144%.
En el global de los números de esta cadena de valor, el 67% corresponde al rubro alimentación. Pero no solo el maíz suma presión: en el período mencionado, el costo del personal aumentó 11%, energía y gas 4% y sanidad 8%. Al pasar en limpio estos números, las fuentes consultadas destacaron que el costo del kilo de cerdo aumentó un 20% en dólares y un 71% en pesos.
La cadena avícola también acusó el golpe de la suba en el precio internacional de los commodities. En este punto, la Cámara Argentina de Productores Avícolas (CAPIA) advirtió que desde marzo de 2020 a la fecha, a la suba de los costos en las materias primas, se suma la presión que genera la política de Precios Máximos.
La entidad remarcó el contraste entre los aumentos autorizados por el Gobierno Nacional y las subas que se registraron en los principales rubros productivos. De esta manera, mientras en 14 meses los precios en góndola se actualizaron un 5,5%, los costos en logística, combustible, mano de obra y envases sufrieron incrementos superiores al 50%. A estos factores, desde CAPIA sostuvieron que se percibe una sobreoferta de importaciones de huevo desde Brasil a precios que no cubren los costos.
Este sector trabaja con los números al límite, situación que se percibe en el stock total de gallinas, que presenta cifras en baja. Mientras el año pasado cerró con 48 millones de aves, para este año estiman que cerrará 2021 por debajo de 45,5 millones. En una sintonía similar, el Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA) calculó que, en partes iguales, soja y maíz representan el 60% de los costos del pollo y si bien con precios internacionales menores la participación puede bajar algunos puntos, nunca es menor a 50%.