Tenía un latiguillo que usaba en el inicio de las conversaciones, cada vez que comenzaba a embaucar a alguien. Lo aplicaba cuando a través de las redes contactaba a sus víctimas para pedirles dólares con la excusa de tener que encausar supuestas inversiones, comprar electrónica, pagar “un container” de aduana, hacer algún “revoleo”. En todos los casos, aparecía una frase, un ruego: “Salvame la vida”.
Iñaki Pandolfo, el gamer cuyo paradero se desconoce y contra quien se acumulan denuncias en una UFI de Delitos Económicos de Mar del Plata por una serie de estafas por un monto aproximado de 5 millones de pesos -según el abogado que representa a algunas de las víctimas-, “pedía dinero con desenfado”, y lo conseguía. La mayoría de los estafados eran sus propios amigos, otros allegados de éstos.
Prometía ganancias rápidas, porcentajes de hasta un 20% en diez días aplicando el método de pagar intereses a los inversores de su propio dinero invertido o del dinero de nuevos inversores, operación fraudulenta conocida como “Esquema Ponzi”.
“Si llegás a querer -le promete a un muchacho que duda en entregarle su dinero- la próxima subimos un poco más la comisión”, y enseguida: “De ojete para hoy no tenés nada de dólares, ¿no?. Porque tengo que pedir unas cosas. Me salvás la vida”.
El latiguillo lo volvió a reiterar en otro chat en el que pide prestada una tarjeta de crédito o plata. “Decime que tenés tarjeta o dólares. Necesito US$ 800 para hacer un revoleo con un Iphone. ¿Podés prestarme hasta la semana que viene? Te lo devuelvo con intereses. Salvame la vida”.
Apenas dos días antes de que la portera del edificio de Mitre, en el centro marplatense, donde vivía, lo viera irse en un taxi, hacía tratativas con otra víctima: “Tengo que hacer una inversión”, le anticipa. “Comprar un container que me ofrecen de Aduana. Hay una ganancia muy buena. Yo ofrezco el 20%. En 10 días”. Pide 15 mil dólares.
El abogado Juan Manuel Rivero Clauso, que representa a algunas de las víctimas, asegura que de la investigación surgirá prueba para determinar la fraudulenta maniobra que llevó adelante Pandolfo. Según contó, pudo reconstruir que en los últimos días Pandolfo había contactado a su padrastro, quien vive en España, y que también a él le pidió dinero, que no obtuvo.
Rivero Clauso contó a este diario que Pandolfo llegó a Mar del Plata desde España hace diez años (había vivido en Málaga otro tanto) y que pronto se posicionó en el mercado de la electrónica, compraba y vendía consolas de juego, teléfonos de alta gama, y últimamente pedía dinero para invertir en criptomonedas. También, por chats a los que tuvo acceso este diario, pedía para equipar tecnológicamente un hotel.
En ocasiones, sus inversores llegaban a dudar: “Jajaja, no voy a huir por mil 200 dólares, eh”, le escribe en el chat a un muchacho a quien está a punto de hacer pisar el palito. Se lo dice porque le pide garantías, un cheque, un pagaré, algo contra el dinero que esta por entregarle. “No, no tengo nada, pero si pasas no me voy a enojar, todo bien”, se ataja.
Finalmente, decenas de mensajes en los que promete devolver dinero a quienes se lo reclaman con urgencia, entregas demorada porque aducía estar con “un tema familiar”, o porque surgió “una demorilla”, cada días nuevas excusas. Después se borró de todas sus redes sociales, cortó todo contacto y desapareció. Sus amigos, víctimas de sus embustes, creen que se fue del país.
GL