Máximo Kirchner, luego de que le mandara un mensaje al Gobierno en el que decía que “hay que cortarla con las pendejadas de la TV”, claramente dejó en evidencia no se trata más que de un pobre bufón resentido. Máximo Kirchner debe haber dejado ayer la Play, no tiene idea lo que es la vida. Para colmo, intenta confundir al electorado hablando como si fuera un opositor cuando el kirchnerismo no es ajeno a la situación del país.
Sobre todo, es un delirante y miente acerca de que al kirchnerismo le tocó gobernar en momentos difíciles ya que Néstor gobernó con precio de la soja récord y con todo el trabajo sucio hecho por Eduardo Duhalde y Roberto Lavagna. Y Cristina Kirchner los problemas se los auto infringió porque cometió el error ridículo de la 125. Tendría que comenzar a dejar de mentir Máximo Kirchner.
También parece haber heredado de su madre el don de la tergiversación de la realidad: durante la celebración de su asunción como pope del peronismo bonaerense, acusó al poder mediático de tener al Presidente bajo acoso. Una interpretación curiosa. Ese mismo fin de semana, Alberto Fernández deslizó la posibilidad de ser candidato presidencial en 2023. Un día después, La Cámpora avisó que ellos pondrán, en esa misma cancha, a un candidato propio.
Su madre le propinó a su pupilo un golpe quasi mortal cuando, después de la derrota de las Paso, amagó con vaciarle el Gobierno. ¿Quiénes serán los verdaderos acosadores? En vida del padre de la familia, el hijo de dos presidentes adictos al relato jamás se había atrevido a hablar en público. En ese marco, cabe mencionar que, hoy por hoy, incluso los propios se hacen, por lo bajo, una pregunta.
¿Está en condiciones de conducir este nuevo bloque donde el kirchnerismo se verá obligado a negociar y a construir consensos, valores que no figuran en su ADN? Muchos creen que no. Nunca trabajó, un hijo de papá y mamá que se enriqueció a costa del negocio con la política que sus padres armaron. En definitiva, Máximo Kirchner no se trata más que de un verdadero bueno para nada.
Si realmente el líder de La Cámpora y todos sus seguidores están tan ofendidos y mancillados en su dignidad por el acuerdo con el Fondo ¿Por qué no renuncian de verdad a sus cargos, a las cajas que tienen en el gobierno y en el caso del hijo presidencial de paso renuncia a los fueros? Son Che Guevaras con Rolex de diamantes, son Trotskistas con Audis, son revolucionarios con fueros y sueldos del estado.
Nunca van a dejar las cajas, cualquier cosa que hagan es para asegurárselas, para salvar su relato y por supuesto para no ir presos. Máximo Kirchner, a quien no se le conocen muchos trabajos más que el de ser hijo, y por ende heredero, diputado y candidato por portación de apellido, hasta le pide a la oposición que levante el traste y vaya a trabajar. Un payaso que no causa gracia, sino que da pena.
Es por ello que cabe preguntarse: ¿Por qué será que a Máximo Kirchner no le quiere nadie hacia dentro del kirchnerismo? No lo quiere Berni; no lo quiere Moyano; no lo quiere D’Elía; no lo quiere el Chino Navarro; no lo quiere Kicillof; no lo quiere Alberto Fernández. O sea, salvo Cristina Kirchner y La Cámpora, a Máximo lo detestan. ¿Soberbia? ¿Arrogancia? ¿Altanería? ¿Maltrato? ¿Vanidad?
Basta con fijarse en la imagen del hijo de Cristina en esta encuesta de Zubán/Córdoba: 68,7% de imagen negativa. Encuesta de la Universidad de San Andrés. Imagen de Máximo Kirchner: 75% de imagen negativa. Aun así, sigue provocando. Cuánto resentimiento, cuánto odio, cuánto rencor, cuánto veneno adentro. En ese marco, el electorado no debe olvidar ni dejarse engañar: si ellos gobiernan, ellos son los responsables.
