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MILITAR es conectarse a un sistema que te abre la puerta a todos los PRIVILEGIOS.

El Gobierno nacional justifica el ventajismo del vacunatorio VIP. Todo lo que hacen ellos está bien, mientras los argentinos sufren las consecuencias

jóvenes de la cámpora vacunados
Descacharreo

El Presidente de la Nación buscó minimizar el vacunatorio VIP del Ministerio de Salud asegurando que “adelantarse en la fila” no es un delito. Ahora, el Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, nos sorprende con una justificación de la violencia que le hace eco a ese argumento presidencial: el que llega primero tiene derecho a pegar. En el fondo, lo que se justifica es la arbitrariedad del que ejerce el poder.

Es decir, porque soy gobierno tengo privilegios y al que los cuestiona lo puedo patotear. Es el rol que jugaba Luis D’Elía durante las anteriores administraciones kirchneristas. “Adelantarse en la fila” no es delito, si hablamos de colarse en el cine o en el banco. Lo que no quiere decir que esté bien. Si se trata de niños o de adolescentes, puede ser una travesura; en adultos, es inconducta, falta de conciencia cívica, de empatía y de solidaridad. Egoísmo.

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Si el vacunatorio de Ginés fuese sólo eso, tampoco sería muy digno de un funcionario que tiene a su cargo ni más ni menos que la Salud pública. Pero resulta que estamos en medio de una pandemia que ya se cobró la vida de más de 50 mil argentinos y respecto de la cual están claramente determinados los sectores de la población que más expuestos están al virus y los que, en caso de contraerlo, más riesgo de muerte corren.

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Sobre eso, hay absoluto consenso. Acá y en el mundo. Y en base a eso se fijaron las prioridades para la vacunación. Saltárselas es algo más que una viveza de viaje de fin de curso. El escándalo del Vacunatorio VIP, tapó en cierta forma otro: el de la organización clientelar y partidaria del plan de vacunación bonaerense. Los pibes de La Cámpora alardeando de haber sido vacunados no fueron errores o descuidos.

La pregunta sería: ¿corre más riesgo un joven de entre 18 y 30 años atendiendo un teléfono en una oficina o incluso recibiendo a los que vienen a vacunarse a un centro que por lo general ni siquiera funciona en un hospital, que el chofer de un ómnibus, el empleado de un almacén, el dependiente de una farmacia, el policía o el bombero y todos esos trabajadores esenciales que durante el largo año de cuarentena no pararon de trabajar?

¿Realmente tenían que ponerse esos “pibes y pibas” primeros en la fila? Eso no es una prioridad sanitaria. Tiene otro nombre. Ventajismo. Los “pibes y pibas” que defiende el kirchnerismo no tienen contacto con enfermos de Covid, no tienen que atenderlos, intubarlos, medicarlos, como sí lo hacen los verdaderos profesionales de la Salud. Asimilarlos a ellos es un subterfugio para justificar un privilegio indebido.

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Lo más triste es el mensaje que se les da a esos jóvenes: militar no es poner tu tiempo, tu talento, tus recursos al servicio de los otros; militar es enchufarse, conectarse a un sistema que te abre la puerta a todos los privilegios. Es “adelantarse en la fila”, “llegar primero”. La agresión física a un anciano en la vereda de la Quinta presidencial de Olivos no tiene justificación. Por eso se termina diciendo cualquier cosa. ¿Hay algo más adolescente que el ‘yo llegué primero’?

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