Su risa se apagó para siempre. Alberto Calliera, el reconocido humorista que hizo pasar inolvidables momentos a distintas generaciones de tucumanos con su “vea, amigo”, murió hoy a los 78 años.
De impecable trayectoria en diferentes medios de comunicación -entre ellos LA GACETA-, el cómico dijo alguna vez que nuestra provincia es -más que el Jardín de la República- un paraíso para los humoristas, ya que los crípticos personajes que encierra, “le han dado más guiones que Manhattan a Woody Allen”.
Calliera era grande en serio. Hasta fue definido por Miguel Martín como “El Tato Bores tucumano”. El artista nació en Tucumán y a los 31 años se mudó a Yerba Buena convirtiéndose en uno de los primeros vecinos del barrio Viajantes.
Su chispa irónica y desenfadada se despertó en 1981, en “La Tarde”, el vespertino que pertenecía a LA GACETA. Desde aquellas viñetas, más graciosas que bien garabateadas (“soy más humorista que dibujante”, se defendería después), Calliera ya reivindicaba lo que sería su imperativo a la hora de pensar los chistes: disparar, junto con la sonrisa, una reflexión sobre la actualidad.
Cinco años después, el hombre dio la cara: sus micros televisivos eran los más esperados por miles de seguidores que ansiaban enterarse de la realidad “a lo Calliera”.
Desde entonces, la lluvia de premios y colaboraciones con medios locales, nacionales y del mundo fueron más persistente que la caída de hollín en la provincia.
Distinción
En 2017, el Concejo Deliberante de Yerba Buena (localidad donde vivía) lo declaró ciudadano ilustre. En esa oportunidad resaltaron su trayectoria en materia humorística y medios de comunicación .
Calliera escribió el libro “Vea Amigo” y las obras de teatro “Reíd Mortales” y “Humor Expres”, entre muchos otros trabajos realizados.