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Nació sin un brazo y sueña con clasificar a un Mundial de natación: Rocío Gómez, la deportista sin límites

Nació sin un brazo y sueña con clasificar a un Mundial de natación: Rocío Gómez, la deportista sin límites (Foto: Agustina Ribó).

Tiene 20 años, es integrante de la Selección argentina y todos los días viaja dos horas en colectivo para poder entrenar. “Cuando estoy en la pileta siento que soy libre”, asegura.

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Rocío Gómez estaba sentada a la mesa de la cocina de su casa de Rafael Calzada, en la parte sur del conurbano bonaerense, cuando le confesó a su mamá que ella no quería -ni iba- a dar lástima. Tenía 12 años y dijo lo que dijo. Fue su manera de explicarle a su familia que su discapacidad no la iba a frenar, una suerte de declaración de principios.

Ocho años después, verano de 2025, en la pileta olímpica del Parque Roca, Rocío -integrante del equipo paralímpico de Avellaneda y de la Selección argentina- muestra su talento en el agua y sonríe agarrada de uno de los andariveles con una seguridad y una actitud que se le nota en el brillo de los ojos.

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“Empecé a nadar cuando era chica por recomendación médica y hoy es mi pasión, mi lugar en el mundo, donde siento que no tengo límites”. Sus números son muy buenos: compitió en los Juegos Parapanamericanos Juveniles de Colombia, también en los de mayores en Chile y en la Serie Mundial de Guadalajara, en México.

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“Nací solo con mi brazo derecho y empecé a nadar por recomendación médica”

Rocío nació con agenesia en el brazo izquierdo, una condición médica que impidió que desarrollara una de sus extremidades. “Nací solo con mi brazo derecho y por recomendación profesional empecé a nadar para compensar el peso que tenía en un solo lado. Al principio no me gustó, pero cuando hice natación adaptada me encantó el deporte y desde ese momento no paré nunca”.

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Rocío Gómez en la pileta, su lugar en el mundo (Foto: Agustina Ribó).
Rocío Gómez en la pileta, su lugar en el mundo (Foto: Agustina Ribó).

Rocío tiene solo 20 años, todo el futuro por delante, pero habla con una madurez poco común. Después de la entrevista, su madre, Virginia, dirá que no es algo nuevo para ella, que en el jardín ya había comenzado a desarrollar un carácter distinto, como si por dentro tuviera una llama encendida, una luz que otros no tienen.

“La nena que todo lo puede”. Así le decían cuando todavía era una chica que iba al colegio y daba sus primeros pasos en la vida. Solo pedía -y pide- ayuda cuando lo necesita de verdad. Por lo demás se encarga de resolverlo todo por su cuenta pese a su discapacidad. Y otra vez vuelve a aparecer esa escena de 2016, cuando tenía 12 años y dejó en claro que no quería dar lástima, que elegía pararse en un lugar distinto.

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El deporte como camino de superación

Rocío cuenta su historia porque sobre todo quiere ayudar a las personas que pasan por algo similar. Busca dejar una huella, dar un mensaje positivo, algo que ayude a otros para superar momentos críticos.

"A mí la natación me ayudó a ganar confianza”, reconoce Rocío Gómez (Foto: Agustina Ribó).
“A mí la natación me ayudó a ganar confianza”, reconoce Rocío Gómez (Foto: Agustina Ribó).

“A las personas que tengan algún tipo de discapacidad les recomendaría hacer algún deporte o actividad que les guste. Baile, lo que sea. Yo hice folclore, atletismo, pero lo que más me gustó fue la natación. Siento que dentro del agua no tengo límites. A mí la natación me ayudó a ganar confianza”, dice.

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Siete cuadras a pie, dos colectivos, a veces un tren: el viaje de dos horas para llegar a entrenar

Rocío, fanática de Racing, vive en Rafael Calzada y todos los días viaja en transporte público hasta Villa Domínico para entrenar. Camina siete cuadras, se toma dos colectivos, a veces un tren, para llegar a tiempo al Polideportivo José María Gatica. “Tengo que salir de casa dos horas antes y vuelvo dos horas después”, cuenta. Cuatro horas por día para moverse de un lado a otro.

Rocío sale de su casa dos horas antes de sus entrenamientos para llegar a tiempo (Foto: Agustina Ribó).
Rocío sale de su casa dos horas antes de sus entrenamientos para llegar a tiempo (Foto: Agustina Ribó).

Además de entrenar, estudia comunicación social y ahora periodismo deportivo. Rocío reconoce que a veces el viaje es agotador, pero asegura que siempre tuvo la mente clara, la mirada en su objetivo. Duerme en el colectivo, escucha música, aprovecha para estudiar.

“Vale la pena cada minuto arriba del colectivo”, confiesa y no duda. Es difícil de explicar lo que Rocío logra transmitir, pero su seguridad, su aura, lo dicen todo. La energía que la rodea es arrolladora y contagia, invita a avanzar en el mundo.

El mensaje de Coscu que hizo viral su historia

La historia de Rocío se hizo viral en los últimos días cuando el reconocido streamer Martín Pérez Disalvo, más conocido como Coscu, se ofreció a sponsorearla para que pudiera tener lo que necesita, lo que le falta. “Fue una locura lo que pasó”, admite.

Rocío Gómez: "Cuando estoy en una pileta siento que no tengo límites” (Foto: Agustina Ribó).
Rocío Gómez: “Cuando estoy en una pileta siento que no tengo límites” (Foto: Agustina Ribó).

“Cuando Coscu dijo eso -revela- se armó un revuelo por todos lados, no lo podía creer. Después me escribió por privado de Instagram (@rociogome.z) para ver qué necesitaba, así que estamos hablando. Para cualquier deportista es superimportante tener el apoyo para cubrir los gastos básicos”.

Roció busca sponsors para, entre otras cosas, poder mudarse cerca de la pileta de Villa Domínico. Cuando habla sobre la posibilidad de vivir a pocos minutos de donde se entrena le cambia la cara y sonríe de costado: sabe que ahorrarse las cuatro horas de viaje por día le permitiría enfocarse aún más en el deporte y el estudio.

El día que ganó el primer premio del programa Los 8 Escalones

En su historia no solo hay medallas deportivas, sino que en 2022 ganó el primer premio del programa Los 8 Escalones. “Me acuerdo de que todas las noches mirábamos el programa con mi abuela y ella me insistía con que me tenía que anotar. Así que un día quise darle una sorpresa y lo hice”.

Lo que no imaginaba es que lo que empezó como un juego para sacarle una sonrisa a su abuela iba a terminar en consagración. “Voy a ser muy sincera: fui con la idea de superar la primera tanda de preguntas y no terminar última, para que mi abuela me pudiera ver por lo menos unos minutos, y resulta que al final gané”.

“En ese momento iba al colegio secundario. La gente me reconocía en la calle, me saludaba. Fueron días increíbles. Me considero una buena estudiante y me gusta mucho la cultura general, el deporte, pero nunca pensé que iba a quedarme con el primer lugar”.

La familia de Rocío Gómez, el entorno que le permitió ser quien es

Rocío vive con sus padres y sus dos hermanos. “El apoyo que tengo de ellos es enorme, al igual que el de mis amigos y entrenadores. Cuando pierdo un poco de motivación ellos me ayudan a recuperarla. Siempre me acompañaron y lo siguen haciendo hasta el día de hoy. Eso lo valoro, son mi gran sostén”.

“Mi mamá y mi papá siempre se emocionan y están orgullos de mí”. Cuando dice eso los ojos de sus padres se humedecen y se produce un silencio, esos silencios cargados de cariño, y no hace falta agregar más nada. Las palabras sobran.

Roció Gómez junto a sus padres y uno de sus hermanos, en su casa de Rafael Calzada (Foto: Agustina Ribó).
Roció Gómez junto a sus padres y uno de sus hermanos, en su casa de Rafael Calzada (Foto: Agustina Ribó).

“Haga frío o haga calor, Rocío va siempre a entrenar. No hay impedimento para que ella haga su tarea y eso tiene su recompensa, que es estar donde está. Si hay paro de colectivo, va a en tren. Si hay paro de tren, va en colectivo. Si hay paro nacional, va en Uber”, cuenta el papá de Rocío.

Entonces sonríe, con todo el orgullo del mundo, mientras toma mate en el desayuno familiar: “Es un placer enorme ver el nombre de mi hija representando a la Argentina. Se te estremece el cuerpo. Parezco Scaloni cuando salimos campeones, te largás a llorar igual”.

Rocío camina siete cuadras y se toma dos colectivos para llegar a entrenar (Foto: Agustina Ribó).
Rocío camina siete cuadras y se toma dos colectivos para llegar a entrenar (Foto: Agustina Ribó).

Rocío escucha a sus padres decir eso y los mira con admiración profunda, justo antes de preparar su bolso para comenzar con el viaje de dos horas para ir a entrenar. “Cuando estoy en la pileta siento mucha libertad, soy totalmente libre”, revela.

Sueño con ir a un Mundial, a un Juego Paralímpico. Quiero representar al país en todas las competencias. La natación es todo para mí. Mi vida se basa en este deporte. Todo lo que hago está acá, en la pileta”.

Rocío, parada sobre en una de las plataformas de salida de la pileta del Parque Olímpico, mira el agua quieta, un espejo perfecto, y señala para adelante como quienes tienen claro para dónde deben ir en la vida. Se acomoda la gorra, hace los últimos movimientos previos, gira el cuello en diferentes direcciones. Y entonces salta.

Créditos:

Producción, entrevista y redacción: Jonathan Wiktor.

Cámara, fotos y realización: Agustina Ribó y Leandro Heredia.

Edición de video: Facundo Leguizamón.

Fuente: TN

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