Esta historia comenzó hace más de 23 años. En 1997, unas horas antes del día de Reyes, Luis Alfredo Cisterna, de 34 años, salió en su remís Peugeot 504 a comprar regalos para sus hijos. Fue la última vez que su madre Olga Cisterna lo vio con vida. Alberto “Pelusa” Tolosa lo asesinó de varias puñaladas para robarle.
La búsqueda de justicia de la mujer duró años y superó numerosos obstáculos. Ahora, aparece uno nuevo. Un juez debe analizar el pedido que hizo la defensa del asesino, condenado a cadaena perpetua en junio de 2000, para que le permitan salir en libertad.
“No se cansa de pedir que lo liberen, es un asesino mentiroso. Ahora llora que el encierro le hace mal y pide piedad cuando él no la tuvo con mi hijo, que está bajo tierra y no pudo ver crecer a mis nietos”, clama Olga, quien siente que revivirá el calvario que le tocó vivir en 2005.
El 12 de agosto de ese año la jueza Alicia Freidenberg autorizó la salida de Tolosa de la cárcel para una visita familiar, pero el peligroso sujeto burló la guardia que lo custodiaba y se fugó. Pasó varios meses libre hasta que pudo ser recapturado.
Hoy, con 23 años de sufrimiento sobre sus hombros, Olga sólo puede recordar la saña con la que Tolosa ultimó a su hijo y las amenazas de muerte que tuvo que soportar porque jamás cedió en su lucha para que terminará en el lugar en que está.
“Son 23 años de sufrimiento que no se irán jamás. El recuerdo que nos dejó este asesino nos arruinó la vida a todos. Me tiene amenazada de muerte, los pocos años que me queden quiero vivirlos sin miedo al menos”, rogó dirigiéndose al juez que este lunes debe decidir si el asesino sale libre o sigue cumpliendo su condena.
