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Para el kirchnerismo, “debe echarse del gobierno al que habla en público sobre lo que pasa adentro”

El Presidente no dudó y cumplió con el pedido de la Jefa, se alineó detrás de su malestar e inmediatamente pidió la renuncia de uno de sus ministros de confianza, dejando en claro quién manda y alertando al resto de los funcionarios.

cristina y alberto en ypf
Cristina Kirchner - Alberto Fernández
Descacharreo

“A Kulfas ni una embajada ni un cargo en un municipio”, era el mensaje con bronca kirchnerista que recibió el presidente Alberto Fernández luego de pedirle la renuncia al exministro de Desarrollo Productivo. Estaba claro, así es como se castiga a quien rompió los códigos de una organización que actúa sin trasparencia: el que “habla en público” sobre lo que pasa adentro no solo debe ser echado del gobierno, también debe ser castigado de modo ejemplar.

El Presidente no dudó y cumplió con el pedido de la Jefa, se alineó detrás de su malestar e inmediatamente pidió la renuncia de uno de sus ministros de confianza, dejando en claro quién manda y alertando al resto de los funcionarios, sobre todo a aquellos que puedan tener buenas intenciones o necesiten defender al Presidente ante los embates de Cristina o de sus voceros, que no lo hagan, que callen, que se sometan.

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Porque la puerta de salida de este gabinete se abre solo para ellos y no para los apadrinados por la líder del espacio. Jamás pensó el presidente en ordenar a la Oficina Anticorrupción que investigara los dichos de Kulfas sobre las sospechas alrededor de la licitación del gasoducto Néstor Kirchner. Vale dar cuenta de lo desdibujada que está la oficina encargada de investigar la corrupción desde que asumió este gobierno.

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Y es que parece solo parte de un decorado estético dentro de un organigrama. La investigación ahora está en manos de la justicia, y el exministro declarará este viernes ante el juez Daniel Rafecas como testigo, pero también como sospechoso, ya que se abrió otra causa para determinar si cometió el delito de “omisión de denuncia”. Kulfas también tendrá que dar explicaciones.

Pero no hubo nada nuevo en este comportamiento, más allá de la novedad de la renuncia de un hombre de confianza de Alberto Fernández y de suma importancia en la gestión, al punto que fue Matías Kulfas quien acercó a Martín Guzmán al entorno de Fernández cuando éste fue electo y armaba su gabinete, hacía ya un rato tenía el “boleto picado”. Lo confirmó Cristina cuando reconoció hace poco que fue un error permitir que la decisión de armar un equipo económico la tomara solamente Alberto Fernández.

Posiblemente tengamos un invierno con muchas novedades trascendentales, con demandas sociales que están al borde de salir de su pasividad y pongan al Gobierno contra las cuerdas, obligándolo a tomar decisiones apuradas por las circunstancias. La escasa credibilidad social con la que cuenta el Presidente no ayudarán a hacerlas más factibles. Además, solo al kirchnerismo, que solo siente propio este gobierno de a ratos y cuando le conviene, no le caería tan mal un desborde social.

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Esa es su chance, porque disputar un partido en el barro hace que los errores se disfracen, los virtuosos no se luzcan y los méritos no hagan la diferencia. Es sabido que en cancha embarrada no siempre gana el mejor y es ahí es donde visualizan una oportunidad electoral que hoy no parece favorecerles. Pensar en el interés mezquino de la política y el poder antes que en el bienestar común también es un código que caracterizó desde sus comienzos al kirchnerismo. A esta altura, no reconocerlos también significaría que no hemos aprendido nada.

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