¿Para qué se juntaron Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa? Porque ellos nos mintieron. Ellos no se juntaron para ser mejores. Lo hicieron para ganarle a Mauricio Macri y regresar al poder. Y en el camino, durante casi tres años de gobierno, nos hicieron pelota la vida. Nos defraudaron. A quienes los votaron. Y a quienes no los votaron también. En ese marco, cabe realizar un rápido repaso.
El presidente prometió que nunca más se iba a pelear con Cristina Kirchner, pero estuvieron más tiempo sin hablar que haciendo fuerza juntos para solucionar los problemas del país. Tanto se pelearon, que mientras Cristina carpeteaba a Alberto con el asunto de los chats de su teléfono, Martín Guzmán le renunció en la cara, y nos comimos una corrida cambiaria que llevó a dólar a casi 300.
Y se fumó a una ministra que cuestionaba el derecho a viajar (a la que vimos hace un par de días en una tienda Apple de Nueva York). Los que iban a volver para ser mejores nos impusieron la cuarentena más larga del mundo. Mientras daban clase a medio planeta sobre cómo enfrentar la pandemia. Así terminamos. Con más de 130 mil muertos por COVID, la economía destrozada y nuestra salud mental deteriorada.
Montaron vacunatorios para los amigos y se robaron las vacunas sin ningún disimulo. Desde Cristina hasta Verbitsky. Desde Guzmán hasta Purita Díaz. Adulteraron certificados como prestadores de la salud. Y nos lo refregaron en la cara. Prometieron que iba a volver el asadito de los domingos, con un spot que todavía recordamos con tristeza. Pero rompimos el récord de menor consumo de carne por habitante por año.
Nos retaron y nos amenazaron para que no saliéramos a la calle, pero montaron una fiestita de cumpleaños en la Quinta de Olivos, mientras el papá de Solange Muse no lo dejaron despedirse de su hija. Iban a deshacer la bola de las Leliqs para pagarle a los jubilados. Iban a montar un Fondo de Garantías para los adultos mayores. Pero ahora los jubilados y pensionados cobran menos de lo que percibirían si se hubiera dejado vigente la reforma previsional del 2017.
Al mismo tiempo, Cristina se nos ríe a 47 millones de argentinos en la cara, obteniendo dos jubilaciones de privilegio que hoy suman casi 5 millones de pesos. Y esa distancia, ese divorcio, con el ciudadano de a pie, su divorcio, también nos las refriegan en la cara, con esas ironías que tienen tanto de sincericidio. Ahora que la princesa se convirtió en calabaza y el dólar soja ya no corre más.
Ahora que el Banco Central (BCRA) volvió a vender dólares para que el tipo de cambio no viaje hacia los 300 pesos. Ahora que todavía no empezó el Mundial de Qatar y no terminan de agarrarnos a todos los ciudadanos distraídos. Ahora que volvieron a patear para adelante la quita de subsidios a las tarifas de luz porque Cristina Kirchner tiene miedo de perder las elecciones por paliza.
Ahora que Pablo Moyano nos vuelve a amenazar porque se cree, igual que Máximo, Cristina, Grabois y Kicilloff, que tiene más derechos que la mayoría silenciosa que trabaja, produce, y paga con sus impuestos la fiesta de un gobierno destructivo. Ahora que el escorpión Cristina picó a la rana Massa y Máximo le acaba de dar otro empujoncito. Ahora que se cansaron de buscar sin encontrar a la mega estructura que dicen, financió e inspiró a “La banda de los copitos”.
Ahora que Cristina prepara una nueva embestida contra los fiscales, los jueces, la oposición y los medios, porque sabe que antes de fin de año se le viene la condena. Y ahora que algunos quieren eliminar las PASO, para evitar que la oposición gane las elecciones, es un buen momento para que nos preguntemos porqué y para qué quieren conservar el poder. Por qué y para qué nos quieren gobernar. Para no volvernos a equivocar, como en agosto de 2019. Porque ya volvieron. Y volvieron peores.