– ¿Permite la dinámica de la política tomarse una hora a la semana y poder reflexionar sobre la coyuntura?
– Estoy tratando de darme tiempo para la reflexión, porque toda salida de la Argentina necesita ideas con fuerza, muy armadas y tener clara la dirección de hacia dónde vas. Entonces si bien es verdad que hay poco tiempo, me lo estoy dando. Estoy hablando con intelectuales, economistas, con gente de la calle para ver cómo vive, cómo está. La coyuntura la veo de quiebre, con un proyecto kirchnerista que ha perdido su esencia, que se ha burocratizado, limitado a un solo objetivo por el cual fue elegido Alberto Fernández: la impunidad de Cristina Fernández de Kirchner. Entonces todo lo que se ve es muy vacío; la razón por la que se dividen no está clara y no hay un debate profundo. Los silencios hacen difícil ver si es un tema de celos o de poder. Es un proyecto que está agotado, nadie se hace cargo y entonces se tiran la pelota entre ellos.
– ¿Y en ese contexto cuál es el rol que tiene que jugar Juntos por el Cambio? ¿Tiene que mantenerse al margen de esa interna del oficialismo?
– La pelea de ellos es una pelea que se debe agotar entre ellos. No tenemos que intervenir ahí. Pero eso nos abre una mayor escucha de la sociedad, una mayor capacidad de relacionamiento social de Juntos por el Cambio, eso es lo que tenemos que aprovechar. Que quienes nos votaron o aquellos que no lo hicieron sientan que nosotros estamos realmente ocupándonos de plantear una salida para Argentina que sea profunda, definitiva, estructurante de una nueva cultura política, del valor de la Justicia, de la ética y la honestidad, de un gobierno que termine con los privilegios.
– Cuando recorre el país, ¿sigue siendo Mauricio Macri la referencia central de Juntos por el Cambio y de toda la oposición? ¿O ya no?
– Mauricio es una persona que al haber sido nuestro presidente es siempre requerido por la gente, que te pregunta como está o cómo se siente. Pero yo creo que lo que más plantea la gente es “esta vez, a jugárselas, a ser valientes, esta vez no queremos tibiezas”. Y te dice que quiere unidad, porque Juntos por el Cambio es más que todos nosotros. Hay una construcción común que entre todos tenemos que cuidar.
– ¿El votante se queja de la grieta pero en las elecciones termina votándola?
– Yo considero que la grieta es una construcción del kirchnerismo, que sólo tiene valor lo que ellos piensan o dicen. Lo expresan todo el tiempo, como cuando te dicen que los votantes de la Capital están cercanos a la dictadura. Esa es la grieta, sacar, eliminar al otro. A nosotros nos gustaría tener un diálogo democrático, pero si con el que querés dialogar te tira una piedra, lo que te sale es defenderte. Nosotros lo vemos con una nitidez mayor en nuestro público, que dice “no es lo que quiero como modelo de mi vida, para Argentina, para mis hijos”. Sin dudas que esta violencia kirchnerista contra el campo, contra la prensa, contra el que piensa distinto, y ahora contra su propio gobierno, genera en nuestro electorado una necesidad de decir “¿nosotros nos vamos a dejar insultar toda la vida?”. Eso yo no lo interpreto como grieta, sino como una interpelación de la sociedad, que está pidiendo a su dirigencia que haga, y pide basta de este país de la marcha, del piquete, del plan, del estatismo estúpido, de la suba de precios. Es la primera vez en la historia argentina desde la presidencia de Alfonsín en que hay dos ideas. Hubo un momento en el que el peronismo era una mancha de aceite que transformaba todo. Hoy no es así.
– ¿Sirven las diferencias puertas adentros de Juntos por el Cambio? ¿O perjudican a la coalición?
– No hay coalición en el mundo que no tenga diferencias, que terminan saltando cuando una de las fuerzas es la que lleva adelante la conducción de esa coalición. Pasó en Uruguay, también en Chile. Pero después, en la medida en que se arma un programa común se termina aceptando la característica que le va a poner quien gana las PASO.
– ¿Las PASO de 2023 van a ser también dentro del mismo PRO? ¿O tiene que salir un candidato de consenso?
– Dentro del PRO también tenemos que ir a la PASO, con dos, tres o cuatro candidatos, los que tengan que ser. Ese tiene que ser el mecanismo. Pero nosotros no estamos pensando en una elección interna solo del PRO, sino con coaliciones más transversales, parecido a lo que fue 2021, con internas en todas las provincias.
– Su nombre suena para ocupar diversos cargos el año que viene. ¿Se ve candidata en Nación, en Provincia o en Ciudad?
– Mi nombre no suena ni en Ciudad ni en Provincia, lo hacen sonar porque es una forma de querer reducirme. Yo no voy a avanzar sobre nada hasta el año que viene, pero te voy a una dar una sola definición: estoy para cambiar el país, y creo que tengo lo que hay que tener para cambiarlo. Lo otro no me entra en la cabeza, no está en mi cuenta. No soy de la provincia de Buenos Aires por lo cual no iría nunca de candidata, y creo que la Ciudad tiene otras figuras. Mi momento en la Ciudad podría haber sido antes. Pero ahora descartarlo de cuajo, la Ciudad y la Provincia. Tachá, la doble y la generala.
– ¿Habla seguido con Horacio Rodríguez Larreta?
– Últimamente poco. Me parece que él se enoja porque ve cierta competencia conmigo, le salió una competidora… Pero no se tiene que enojar, es la vida. En un equipo de fútbol, o en una carrera de caballos o en la natación, a veces surge alguien que nadie se lo imaginaba. Vos vas adelante y de repente llega otro a competir. Por eso se generan todas estas cosas, ¿no? Cuando dicen que tiene que haber un solo candidato del PRO, que tiene que haber una interna cerrada… No, vamos por la democracia. Por eso, no sé si está enojado, pero siento eso. No hay que enojarse con la realidad.
– ¿No ve lugar en 2023 para visiones moderadas?
– Si yo decido ser candidata, voy a competir con lo que yo creo que es una idea clara, nítida, transparente. Lo he dicho muchas veces: no creo en acuerdos corporativos, no creo que la Argentina vaya a cambiar haciendo las cosas que siempre hizo, creo en un cambio mucho más de fondo. Pero bueno, eso habrá que plebiscitario en una PASO.
– Si en el camino hacia las elecciones Macri se termina apartando de la carrera hacia la presidencia, ¿tiene que decidir a quién apoyar dentro del PRO?
– Yo creo que no hay que pedirle nunca a Macri eso. Mauricio es de todo el PRO, no sería bueno que pasara eso, yo nunca le pediría que me apoye si me decidiese a competir. ¿Qué va a hacer? ¿Va a despreciar a tanta gente que se jugó por él? Macri tiene que ser de todo el PRO, y de todo Juntos por el Cambio, no de una parte.
– ¿Cómo ve las declaraciones de Gerardo Morales pidiendo una autocrítica a Juntos por el Cambio por la deuda contraída con el Fondo Monetario Internacional?
– Creo que la competencia es para afuera, no para adentro. Me parece totalmente normal que quiera ser candidato, pero para afuera, para adentro no sirve, porque la gente no quiere eso.
– ¿Está de acuerdo con cómo votó Juntos por el Cambio, dividido, el proyecto para acordar la deuda con el FMI?
- Las posturas eran más de táctica que de estrategia. La táctica era si votábamos todo, o solamente el financiamiento. Hicimos valer un poquito más el voto de la gente, explicando que no votamos un acuerdo que les aplicara más impuestos. Fue importante eso, para aclararle a nuestro electorado que somos responsables pero no tontos y que entendemos el mensaje que dieron las urnas.
– ¿Hay un orden de prioridad para resolver los problemas que tiene hoy la Argentina?
– Para mí, hay tres grandes prioridades. La primera es la economía. Hay que salir de una economía de incertidumbre, inestable, sin moneda, con impuestos altos, y pasar a una economía productiva, con inversión, con capacidad de una relación razonable entre el empleo privado y el público, con cultura de trabajo y no de planes sociales. El segundo punto es la educación. Hay que animarse a un cambio muy de fondo, no solamente en los programas, sino en la forma de educar de parte de los docentes. Es estratégico, no podemos seguir degradando la educación. El tercer punto es la seguridad; no puede ser que aparezca como normal que se roben dos millones de celulares por año, imaginate la descapitalización de las personas a las que que se los roban una vez y después se lo vuelven a robar. Pagan 20,30, 50 o 100.000 pesos por un celular. El nivel de pérdida, desde lo material y simbólico es muy fuerte.
– ¿Cómo ve este momento puntual de la gestión de Alberto Fernández?
– Lo veo débil, no reacciona. Tratan de acercarse y decir “un aplauso para Cristina”… Es como un sometimiento frente a alguien que les está desarmando el Gobierno. Es bastante difícil de entender que un Presidente se preste a ese sometimiento.
– ¿Todavía está a tiempo para cambiar?
– Siempre hay espacio si vos sos líder. El tema es que tenés que serlo, es difícil para algunos. A veces las personas están en un lugar que los supera.