El artista plástico y docente Alejandro Gómez Tolosa, salió el sábado por la mañana a dar una vuelta y media al Parque 9 de Julio en su bicicleta; actividad que lo ayuda a pelearle a la diabetes.
Poco antes de las diez, después de cumplir con su rutina y mientras regresaba a su casa, se detuvo en el semáforo de Gobernador del Campo y Salas y Valdez. De pronto, sintió que alguien lo golpeaba en las costillas. Nunca imaginó lo que sucedió esos segundos después en los que su vida estuvo en peligro. Tampoco imaginó que iba a reaccionar como lo hizo. Nunca nadie sabe. Hasta que le pasa.
“Paré en el semáforo a tomar agua y ahí me agarró el hombre este con un cuchillo… calculo que tendrá unos 35 años. Yo lo he visto cruzar, pero no me ha llamado la atención hasta ese momento en que siento que me golpean las costillas. Cuando giro para ver quién era, lo veo al tipo medio enojado. Creo que me golpeaba con el mango del cuchillo. Cuando me empieza gritar ‘dame el celular y la bicicleta’, entonces ahí apareció una reacción que yo no pensaba que iba a tener”, relata el artista de 54 años la traumática experiencia que le tocó vivir el sábado.
¿Cuál fue esa reacción inesperada? Alejandro pegó un salto y le dijo: “No te voy a entregar nada”. Entonces comenzó un forcejeo con el asaltante que le arrojaba cuchillazos a las piernas y al torso mientras él lo arrastraba junto con la bicicleta hacia el medio de la avenida: “Él me empieza a tironear la bici y yo lo empiezo a arrastrar hacia el centro de la avenida. Cuando me hago para atrás, él se enoja y me apuñala la mano derecha. No tenía posibilidad de llevarse nada porque ya estaban parando los autos, lo hizo de bronca, me parece que lo hizo porque no ha podido robarme. No es que yo me estaba haciendo el valiente, mi intención no era hacerle frente, sino huir”.
El cuchillo Tramontina del asaltante le atravesó la mano derecha. El dolor era muy agudo y la sangre comenzó a brotar como un torrente de la herida. Mientras el agresor huía corriendo para perderse en unos monoblocks de la zona, Alejandro fue hasta la platabanda. Transeúntes, automovilistas y un taxista pararon para auxiliarlo. Alguien llamó al 911 y los oficiales llegaron en cinco minutos. De ahí lo llevaron hasta el Hospital Centro de Salud. No se sentía aterrorizado por lo que acababa de vivir, pero sintió miedo de perder el movimiento de su mano hábil. Creyó que, por una cruel ironía del destino, podía quedarse sin su principal herramienta de trabajo. Y justo un primero de mayo: “Es la mano derecha, con la que trabajo. Pensé que me podía quedar la mano inútil, pero, por suerte, puedo mover los dedos, lo que es una gran señal. De todas maneras, tengo para rato con esto”.
“Entiendo que mi primer error ha sido pararme en el semáforo y el segundo salir un día como el de ayer. Yo salgo todos los días y está lleno de autos, pero ayer no había casi nadie. Creo que ha sido una conjunción de hechos. No es la primera vez que me roban, pero sí que me asaltan. Con esto aprendí que la vida es frágil y que no estamos en un lugar seguro. En quince segundos podría haber perdido la vida”, reflexiona Alejandro que hizo una publicación en su cuenta de Facebook relatando lo que le había tocado vivir. Recibió muchos mensajes de apoyo y de solidaridad. También uno inquietante: “Me escribieron diciendo que el mismo día un tipo atacó a una chica y le cortó la cara y el cuello, es muy posible que se el mismo”.
Mientras se acostumbra a convivir con el dolor de la herida en su mano, Alejandro ha debido suspender la serie en la que se encontraba trabajando y se pregunta cómo hará para llenar las planillas en la facultad dado que no puede escribir. También sigue pensando en la traumática experiencia vivida, pero lo hace sin miedo y sin rencores: “Yo no quedé traumado ni paranoico. Apenas pueda, volveré a salir a andar en bicicleta. No quiero vivir temeroso de salir a la calle. Creo que debo tratar de no transformar esto en algo monstruoso, sino pensar que se trata de alguien que se encuentra al borde de un precipicio social. Al tipo que me hizo esto no le tengo bronca, entiendo que todo esto ha pasado por un sistema que ha dejado a ese tipo afuera. No digo esto para justificarlo, pero tampoco lo voy a demonizar. No sé el contexto del que viene. Una de las enseñanzas que me deja esto es no presuponer que a uno no le van a pasar nunca este tipo de cosas que se ven en los diarios porque le puede pasar a cualquiera”.