El sector agropecuario se vio envuelto en los últimos meses en una fuerte disputa con el Gobierno nacional, que limitó la exportación de carne vacuna a causa del aumento del precio interno. La decisión oficial genera consecuencias económicas gravísimas, enseña la evidencia histórica, por lo que en el sector intuyen que la iniciativa tiene más carácter político que práctico; dar n golpe de efecto en un año electoral más que bajar el valor de la carne, cosa que hasta el momento no se logró.
A esto, por ejemplo, se pueden sumar la estatización de la Hidrovía Paraná-Paraguay, presentada como gesta de recuperación del control del río en manos de las cerealeras, y las recurrentes alusiones al campo como supuesto motor de la espiral inflacionaria. Como ya se dijo, estos conflictos responden más a cuestiones políticas, que tienen consecuencias económicas, pero como tienen una naturaleza justamente política, pueden solucionarse en un mesa de negociación.
Ahora bien, hay ciertas problemáticas que atraviesa el sector que le escapan al encono del Gobierno para con el campo o que son resultados de decisiones en un año electoral (aunque algunas pueden verse agravadas en este período), sino que son producto de una macroeconomía malograda que viene arrastrando cuestiones sin resolver hace ya décadas, como la inflación, la incertidumbre cambiaria y la presión fiscal. Si bien son escollos con los que tienen que convivir todos los sectores productivos del país, en algunos casos, en el agro se ven magnificados.
A partir de esto, Infobae dialogó con especialistas del sector para poder dilucidar cuáles son los principales factores de la macroeconomía argentina que complican el normal desarrollo de la actividad agropecuaria en sí. A la inflación, “madre de todos los males” según los consultados, se le suman temas cambiarios, como el desdoblamiento o el atraso, y la alta carga tributaria con la que cuenta el sector, en especial al relacionado a los granos.
Presión fiscal
El peso de los impuestos en la actividad agropecuaria es una queja recurrente del sector, ya que aparte de tener las obligaciones tributarias comunes a cualquier rubro debe afrontar los derechos de exportación, muy relevantes no solo por la parte del precio internacional del producto que se le retiene en forma de menor precio, sino también por su importancia en la recaudación nacional, cuestión que hace que su desaparición, al menos en estos tiempos, parezca poco probable.
Para el economista jefe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), David Miazzo, las retenciones, que en el caso de la soja llega al 33%, en el maíz y el trigo, al 12% y en la carne vacuna al 9%, no solo son una “afectación a la competitividad externa”, también significan un desincentivo a la actividad.Los datos de junio sobre la participación del Estado en la renta agrícola, mediante el cobro de los impuestos. (FADA)
En un relevamiento realizado por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) entre los principales países agropecuarios respecto al ingreso que reciben los productores, Argentina mantiene un apoyo negativo al sector. “Ahí vemos que nuestro país, junto a la India y a Vietnam generan un apoyo neto negativo al productor, que en el caso nuestro es producto del cobro de derechos de exportación. Además vemos que Argentina es el que más desincentivo a la producción genera en el mundo, en base a estos datos”.
Ahora bien, Miazzo no solo hizo hincapié en la cuestión de la alta presión tributaria para con el productor, sino también en la considerable dependencia que tienen las cuentas fiscales respecto a lo recaudado por retenciones. Así, en base a datos relevados por FADA, en 2019, el 16,5% d e la recaudación tributaria fueron derechos de exportación. Si bien no hay números cerrados a la fecha por el momento, hoy ese porcentaje creció, no solo por el aumento de las retenciones, sino también por la suba de los precios internacionales de los commodities agrícolas. “En 2020 lo retenido por derechos de exportación fueron $387.642 millones, pero en el primer semestre ya llegó a $469.142 millones. Es decir, en los primeros 6 meses de este año ya se superó ampliamente la recaudación de todo el 2020”, concluyó Miazzó
Atraso y brecha cambiaria
Otro de los puntos que tocaron los especialistas fue el del atraso y la brecha cambiaria. En el primer punto, coincidieron en que la devaluación del peso frente al dólar hoy se encuentra por detrás de la inflación, lo que deriva en una diferencia que alienta la suba de costos en dólares, ya sea en los insumos, como así también en los fletes o en servicios agronómicos.
Según explicó Miazzo, “lo que empezó a suceder en enero de este año fue que el ritmo de suba del dólar oficial está por debajo de la inflación, cuestión que empieza a generar un atraso cambiario que hace que los costos en pesos que tienen estas actividades crezcan medidos en dólares, como los fletes. Si en el último año, los fletes subieron un 60% y el dólar sólo un 25% queda ese gap que sube el costo del flete en dólares. Quiere decir que me representa más dólares, producto del atraso cambiario”.
Para el socio gerente de la consultora Zorraquín+Meneses, Teo Zorraquín, “el atraso cambiario lo que te genera es menos precio en la venta ven los granos y, en la otra punta sucede que ese atraso, en el caso del valor de los insumos, se ve mal compensado por un aumento de precio en dólares de los productos. O sea, el fertilizante que valía USD 400 hoy vale USD 600. Esto sucedió porque con el mismo tipo de cambio, en el caso de los insumos, se corrigió con una alza de los precios en dólares”..
Sin embargo, Zorraquín cree que la suba de los precios de los insumos no solo responde a un atraso cambiario, sino que también tiene un componente internacional, aunque en Argentina ese incremento se ve exacerbado. “Hay una condición que impulsa los precios que es que, a nivel mundial, falta oxígeno para hacer fertilizantes, ya que fue absorbido por la demanda para la atención de pacientes de Covid-19. Esto generó una falta del insumo y, por lo tanto, un alza en los costos. A nivel internacional hay una suba generalizada pero que en Argentina está exacerbada por temas de inflación interna y el atraso del tipo de cambio”.En la ganadería, uno de los problemas económicos que impacta es la incertidumbre cambiaria.
Respecto a la brecha cambiaria, en la que coexisten varios tipos de cambios legales, el efecto que tiene en los productores es una caída del ingreso. Un agricultor, por ejemplo, vende su producción y por ella se le pagan pesos equivalentes al precio internacional en dólares, descontando las retenciones, lo que quiere decir que de un precio lleno, si la mercadería es soja, se le debe descontar un 33%. Ahora bien, esos pesos equivalentes están cotizados al dólar oficial, por lo que por una unidad de la moneda norteamericana debe recibir 96 pesos, pero si pretende volver a convertir esos pesos en dólares, deberá adquirir dólares MEP, por citar alguno, valuado en $170, lo que les genera una pérdida en dólares.
Para el director de la consultora Conocimiento Ganadero, Fernando Canosa, esta situación que se da también en la producción pecuaria, no solo se traduce en un desincentivo, sino que también alienta la informalidad. Según indicó a este medio “hoy la tonelada de carne que se exporta se hace con una valor del dólar de 85 pesos y hay un mercado paralelo en el que el dólar esta a 170 pesos, con lo cual es una incitación a cualquiera que quiera salir del cuadro lo haga, es una diferencia para poder correr todos los riesgos y este ha sido un de los problemas que nos ha llevado a la situación que estamos, porque lo que hace es favorecer y promover la informalidad”.
Inflación
La inflación se erige, ya hace varios años, como el principal problema macroeconómico de Argentina, que no solo se configura como una constante destructora del poder adquisitivo de los ciudadanos, sino también un real impedimento para poder planificar a mediano y largo plazo. En este punto, Canosa remarcó que “con niveles del 50% de inflación, hay un permanente cambio de precios relativos y esto hace que en un momento se dispare la carne, en otro las verduras y en otros lo fideos. Es un permanente intento de tratar de ver cuál precio se acomoda mejor en función a los problemas inflacionarios”.
Para Miazzo, el actual contexto inflacionario en conjunto con una fuerte caída en los ingresos de los trabajadores, se constituye en un verdadero problema para aquellas actividades agropecuarias que están “más ligadas al mercado interno, como puede ser la carne, donde el 70% va al mercado interno, la leche, las verduras, las frutas. Como están tan orientadas al mercado interno, necesitan un consumo fuerte para que absorban la cantidad y que puedan pagar precio.
“Si el mercado está muy debilitado, cae el consumo y se debilitan los precios que reciben los productores. A estas actividades les impacta mucho el nivel de desocupación, inflación y pobreza que hacen al poder adquisitivo. En algunos casos, la exportación termina funcionando como una vía de escape a este problema, como la carne”, culminó lamentando Miazzo.