Se estima que más de 40 millones de personas en todo el mundo sufren de rosácea, una enfermedad inflamatoria, multifactorial y crónica de la piel que hace que el 21% de los pacientes evite el contacto o cancele compromisos sociales por vergüenza. Los datos indican que es tres veces más frecuente en mujeres que en hombres y que normalmente los primeros síntomas aparecen entre los 30 y los 50 años.
Con la llegada del verano, los cuidados de la piel deben intensificarse, ya que la dermis puede secarse, resquebrajarse y lucir deshidratada. Pueden aparecer las manchas oscuras de la piel, mejor conocidas como manchas solares, que son el resultado de la hiperpigmentación y se multiplican en la época veraniega. Pero ¿qué pasa con la rosácea? ¿La exposición al sol es contraproducente para quienes padecen este problema?
Qué es la rosácea
Andrés Politi (M.N. 73.970), dermatólogo y miembro titular de la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD), explicó: “Primero es necesario saber de qué hablamos cuando diagnosticamos rosácea. Se suele llamar rosácea a la rojez de la piel, pero no es así”.
El especialista aclaró que la rosácea es una enfermedad inflamatoria de la piel que puede presentarse de diferentes formas:
- Episodios de rojez facial que duran más de 10 minutos en respuesta a estímulos específicos (sol, calor, estrés, alimentos picantes, bebidas alcohólicas, etcétera). Con el tiempo, pueden quedar telangiectasias permanentes (rayitas rojas que representan venitas crónicamente dilatadas).
- Picazón o ardor frecuente de la piel de la cara ante la aplicación de productos (cremas, lociones, entre otros) que a otras personas no les provoca ninguna reacción adversa.
- Aparición de pápulas y pústulas (granos) en las mejillas y la nariz.
- Presencia de nódulos (granos profundos) en el rostro.
- Engrosamiento de la piel con dilatación de poros en la nariz (rinofima o “nariz de borracho”), mentón u orejas.
- Diversas manifestaciones oculares como ojo rojo, ojo seco o chalazión (granos en las glándulas de las pestañas).
Qué sucede con el sol y la rosácea
Politi sostuvo que el sol “empeora la rojez”. Por eso, aconsejó “evitar el sol directo usando sombreros grandes y anteojos oscuros”.
Además, explicó que “los protectores solares bloquean las radiaciones UV (uno de los factores precipitantes), pero no bloquean el calor del sol”, por lo que se recomiendan ambientes templados y alimentos frescos que también colaboran.
“Mis recomendaciones para los pacientes con rosácea son: exponerse poco al sol, especialmente al mediodía; permanecer en la sombra; utilizar, después de la exposición al sol, cremas o lociones frías (que hayan sido previamente enfriadas en la heladera), lo que contribuye a atemperar el edema y la rojez”.
Cómo prevenir la rosácea
Existen ciertos cuidados para prevenir la rosácea. Si bien esta enfermedad es mayoritariamente hereditaria, dado que el 30% de los pacientes presenta antecedentes familiares, hay factores externos que pueden desencadenarla:
- Las temperaturas extremas, ya sea de frío o calor.
- La exposición solar.
- Los ambientes demasiado calurosos.
- Los alimentos sumamente condimentados, las comidas y bebidas calientes, chocolate, vainilla, pimienta, ají picante, ajo, curry, mostaza, cítricos, quesos, vinagre, salsa de soja, etcétera.
- Las bebidas alcohólicas.
- El estrés e influencias emocionales.
- El hábito de fumar.