“Rebelión de los gobernadores: hartos con Alberto Fernández, resignados con Cristina Kirchner”, titula Nicolás Wiñazki su nota este domingo en Clarin. “Los mandatarios peronistas volvieron a reunirse en el CFI, como en crisis anteriores, y buscan reflotar la Liga de Gobernadores. Desdoblamiento de elecciones provinciales para salvarse solos”, resume el periodista.
Al mediodía fueron personas que a la tarde parecían otras. O eran otras personas al mediodía que a la tarde parecían ser distintas. El orden de los sentidos de las dos frases no altera el sentido de ninguna de las dos frases. Es peronismo y política pura: no un trabalenguas.
El arte de la simulación es aceptado por la clase dirigente nacional. Sentados alrededor de una mesa de concordia, por ejemplo, buena parte de la dirigencia argentina, no toda, es capaz de actuar consensos y paciencia cuando, en realidad, esos mismos dirigentes, desatados de las sogas del cuidado institucional, explotarían en discordias y ansiedades.
El 30 de marzo, Alberto Fernández convocó a la Casa Rosada a diecinueve gobernadores y autoridades de provincias para mostrar un mensaje de unidad frente a la decisión gubernamental de quitarle a la Ciudad de Buenos Aires fondos multimillonarios que se le transferían en concepto de coparticipación. La Corte Suprema debe definir si ese recorte presupuestario es legal o no.
El Gobierno consiguió el apoyo y declaraciones uniformes en el sentido que se buscaba: críticas a la Jefatura porteña para que todo el resto de los distritos pudiera repartirse más dinero público. Mientras se sucedía ese “éxito” político de la Presidencia, en forma subterránea, en mensajes de chat que pretendieron ser confidenciales, o con susurros inaudibles para el resto, los diez gobernadores peronistas organizaron otra reunión en la que solo participarían ellos y en un ámbito donde se podrían relajar para hablar con sinceridad.
San Martin 871, Capital Federal. Sede del llamado Consejo Federal de Inversiones (CFI), un organismo que se creó a mitad del siglo pasado para que las provincias puedan unirse para pelear por intereses comunes frente al poder central. Un lugar clásico para la conspiración en tiempos de crisis.
Fue el formoseño Gildo Insfrán el que organizó la cumbre del CFI. Los jefes territoriales de las provincias gobernadas por el PJ cumplieron. Desde la mesa de la concordia con el Presidente salieron sin escalas a otra mesa. Sin el Presidente. Sin concordia.
Clarín pudo saber, de acuerdo a fuentes involucradas en la cumbre del CFI, que en ese encuentro los gobernadores fueron brutales y sinceros respecto a lo que piensan del Gobierno que acababan de apoyar, pero al que le quitarán respaldo político. Con resultado ya conocidos, se hartaron, según ellos, de la gestión gubernamental. Y de la pelea entre el Presidente y su vice, Cristina Fernández. Aunque aludieron a esa disputa interna solo de forma implícita.
Algunos gobernadores sorprendieron por su honestidad brutal repentina, y los modos de expresarla. Fue el caso del bonaerense Axel Kicillof. Por una vez habló corto y enojado, Kicillof se quejó por las declaraciones del Presidente cuando dijo a los medios, ya enfrentado abiertamente a los Kirchner, que su Gobierno no era “colegiado”.
Kicillof alzó la voz en la cumbre del CFI cuando recordó esa definición. Palabras más, palabras menos, agitaba los brazos con lo que pareció bronca sincera: “¡Y vieron que Alberto dijo que este Gobierno no es un Gobierno de Coalición! ¡Las pelotas no es un Gobierno de coalición! ¡Las pelotas! ¡Cómo llegó él a Presidente! ¡Llegó con todos nosotros sosteniéndolo!”.
El ambiente empezaba a caldearse. Sus pares, la mayoría, se sorprendieron por la vehemencia de la frase. Kicillof fue muy duro con la Casa Rosada, aunque sabe que su futuro no está claro. ¿Buscará la reelección con apoyo de la vice Cristina y el diputado Máximo Kirchner? Kicillof critica y al mismo tiempo envía mensajes al Presidente asegurándole que aun no definió nada sobre su posicionamiento para el 2023.
En la cumbre del CFI hablaron todos. Demostraron que, ante una crisis, los gobernadores del PJ se unen siempre en defensa propia. En épocas de bonanza del Gobierno, todos apoyan y defiende y piden fondos y obras al líder que tiene con qué responderles.
Conviene ir por partes.
Con pequeños saltos cronológicos, y en resumen, éste fue el orden y los dicho en la cumbre brutal del CFI. Como nunca antes en la era de gestión de lo que se conoció como Frente de Todos, los gobernadores sinceraron lo que piensan de la Casa Rosada. Y del actual escenario que entró en terremoto por actitudes tomadas por los Kirchner.
Primero habló Jorge Capitanich (Chaco).
Rompió el silencio, o la tensión, con un discurso basado en tres ejes: “Primero, tenemos que pensar cómo ayudamos al Gobierno a bajar la inflación. Es nuestro principal problema. Propongo que presentemos un plan anti-inflacionario. Lo segundo que deberíamos hacer es intentar acercar a las partes, a Alberto y Cristina, creo que es muy difícil. El último objetivo es construir nuestra puente hacia el 2023”.
Tras esas palabras fue cuando Kicillof estalló y alzó la voz: “¡Las pelotas no es un gobierno de coalición!”.
Otro de los funcionarios a los que fulminó es al ministro de Economía, Martin Guzmán. “Lleva a la economía en burro”, dijo, según reconstruyó este diario de acuerdo a testigos. Las fuentes aclararon que la imagen que usó el bonaerense no aludía a la falta de lucidez de Guzmán sino a sus modos de administrar, a los que describió como lentos, así como caminan los asnos.
Uno de los gobernadores más brutales que habló sobre el Presidente fue el santiagueño Gerardo Zamora. Coincidió en que Guzmán retrasó definiciones que debió tomar “hace dos años”. Y profundizó. “Por ejemplo, esta cuestión de quitarle a la Jefatura Porteña la parte de la coparticipación que le dio Macri, y que nos corresponde a todos nosotros”.
Zamora se quejó porque, según él, el Presidente “no nos llama ni nos atiende el teléfono”. Todos coincidieron con ese diagnóstico.
Tanto es así que en un momento tomó la palabra Omar Perotti, que sonriendo, pero sin alegría, relató una anécdota: “Miren, les cuento ahora, recién en la Casa Rosada, hace un rato, me enteré que Alberto viene a un acto a Santa Fe mañana. Nadie me había dicho nada. Así que.imagínense cómo estamos”.
Con la llegada del rival político de Perotti al entorno presidencial, Agustín Rossi, el vínculo entre la Casa Rosada y Santa Fe se resintió.
Este sábado Rossi organizó en su provincia otra cumbre, pero de los dirigentes y funcionarios aliados al Presidente.
En la cumbre del CFI sobrevoló la preocupación constante de la inflación.
“Nos puede llevar puesto a todos”, alertó Insfrán.
El primer acuerdo colectivo, planteado por el pampeano Sergio Ziliotto, fue que todos los gobiernos provinciales al mando del peronismo desdoblarán las fechas de las elecciones presidenciales del 2023 de los comicios donde se elegirá gobernador en sus distritos.
El tiempo dirá, pero la conclusión de la cumbre del CFI es que sea quien fuere el candidato del “oficialismo”, tanto Alberto como Cristina o algún ultra K, ninguno de ellos le aportará votos a los mandatarios del interior, si no más bien lo contrario. “Tenemos que abroquelarnos en nuestras provincias”, dijo el pampeano, que se habría sincerado así: “Yo salí a ‘putearlo’ (al Presidente, en sentido de que lo criticó fuerte en los medios) porque eso me suma”.
Otra definición que fue aceptada por los presentadas, con preocupación, fue la siguiente: “Alberto no reacciona. No reacciona ante la situación económica ni en la interna del Gobierno”.
Perotti soltó un concepto en el que no profundizó: “Hay que darle dos meses más y vemos…”.
Allí estaba también la santacruceña Alicia Kirchner, cuñada de Cristina, tía de Máximo, a los que nadie mencionó de modo directo. Con su estilo parco, sin grandes definiciones, Kirchner Alicia apenas contó “que yo pasé momentos muy duros en mi provincia. Muchos reclamos. Muy duro todo”.
Nadie podía pedirle que diga más. O nadie se animó.
También estuvieron presentes el riojano Ricardo Quintela. Y el catamarqueño Raúl Jalil.
Fue uno de ellos el que abrió un enigma: “Dicen que Alberto va a echar a Wado (por Eduardo De Pedro, el ministro del Interior, militante de La Cámpora), y a Juan (por Manzur, jefe de Gabinete, gobernador de Tucumán en uso de licencia)”.
Insfrán, el más experimentado gobernador de la cumbre del CFI, ese lugar en el que tanto trabajó en otras crisis peronistas, hizo callar a todos cuando dijo lo que debía hacerse frente a ese escenario, siempre según su análisis: “No son versiones. Los van a sacar. Pero les vamos a decir que no lo hagan. Son los únicos dos funcionarios que hacen política”.
El chubutense Mariano Arcioni se lamentaba por el futuro incierto: “Justo viene esto ahora, cuando mi provincia empieza a despegar”, aceptó, haciendo alusión a que tras dos años de crisis política y económica en Chubut, el panorama empezó a mejorar.
Algunos sonrieron.
El sanjuanino Sergio Uñac volvió una y otra vez al gran tema de la charla de la cumbre del CFI: “La inflación”.
“Nos va a llevar puestos a todos”, repetía Insfrán.
“No reacciona”.
En la cumbre del CFI se acordó volver a repetir esos encuentros. “Volverá la liga de los gobernadores”, ordenó Insfrán.
El hambre fue mitigado con picadas de fiambres y quesos. Todos venían de la Casa Rosada. Las bandejas se fueron vaciando no tan de a poco.
“Alberto debe reaccionar”, insistían Zamora e Insfrán. El formoseño habló siempre con la firmeza y la autoridad de un verdadero un “pezzonavante” del peronismo. Y así era escuchado en silencio por sus pares.
“Pezzonavante”, en italiano, significa “pez gordo”, o “peso pesado”.