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Reciclan el aceite de cocina usado y salvan el planeta en “pequeños-grandes” pasos

BYOS es la primera empresa que se sumará al polo tecnológico del CIAT, en Tafí Viejo. Servicio a la comunidad.

TODAVÍA, A MANO. Coronel y Robles vierten el aceite para su filtrado. Ya llegó el piletón para la nueva sede. LA GACETA / FOTOS DE ANTONIO FERRONI.-
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Transporte Público

Cuando la última milanesa está lista y decís “este aceite no da para más”, automáticamente se generó un problema. Quizás no lo percibas como tal (aunque nunca deshacerse del aceite usado es sencillo), pero la ciudad y el planeta lo sufren.

Pavimentación

“El aceite de fritura termina en los sumideros, y de allí, en las cloacas. Poco a poco se forma en una capa impermeable que termina taponando todo caño disponible”, explica Ariel Katz. Para colmo la alternativa (tirarlo en la tierra) puede ser peor: causa alteración irreversible de flora y de fauna, y desertificación de suelos fértiles. Ariel, Diego KossAdrián Koss y Joaquín Kirschbaum son primos y a los cuatro les preocupa el medio ambiente; además aprendieron que -aunque aquí todavía estemos en pañales- la sustentabilidad es un muy buen negocio. Y como si fuera poco, se complementan: Diego es ingeniero en Medio Ambiente y su hermano Adrián, contador; Ariel es administrador de empresas y Joaquín, ingeniero industrial. Hace cuatro años armaron BYOS para reciclar aceites comestibles usados y transformarlos en biodisel. Y esto no es todo: entre los cuatro llevan la acción ambiental al máximo: su producto no sólo puede reemplazar combustibles fósiles (derivados del petróleo) y “salvar al mundo” del aceite frito, sino que, en los campos de Diego, el residuo que queda se transforma en biogás. Nada se pierde (ni hace daño); todo se transforma.

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Pero esto tampoco es todo: además prestan un servicio gratuito a la comunidad.

“A nosotros nos viene genial -cuenta Javier de Winner, encargado de El club de la milanesa, una de las 700 empresas que ya proveen de aceite a BYOS-. Ellos se encargan de todo y nos solucionan un problema”. El “problema” son los más de 600 litros de aceite usado que con su flota de pequeñas camionetas BYOS les saca del medio, y cuya disposición final, de lo contrario, De Winner tendría que gestionar. “Este es un modelo de trabajo que la franquicia ya usa en Buenos Aires, pero aquí casi no se conoce -agrega-, y la gente de BYOS es muy eficiente. Viene una vez por semana o más; y cuando se compromete, cumple”. Además, cuenta, BYOS entrega a los locales certificados de recolección, que permiten la trazabilidad de la operación, y que es un instrumento para combatir los usos ilegales y/o operadores no autorizados.

Recolección de Basura

Imaginate esta historia multiplicada por 700. Y ahora imaginátela multiplicada por “contaminadores” más pequeños, pero muchos, muchos más: los domiciliarios.

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“Pensando especialmente en ellos, que producen cantidades relativamente pequeñas y están dispersos, vamos gestionando convenios con municipios: La Cocha, Concepción, Monteros… Tafí Viejo es con el que estamos trabajando mejor; con los de Yerba Buena y Capital está costando un poco. Buscamos que los Estados se comprometan con la necesidad de reciclar este contaminante y generen las herramientas legales para que la comunidad se tome el trabajo de envasar el aceite y llevarlo a los puntos de acopio”, había resaltado Diego en una charla previa (ver: Hace falta una decisión política).

PARA LA NUEVA PLANTA. El piletón de acero inoxidable y el tanque se descargan en el CIAT.-

En el lugar (por ahora)

Nuevos Pozos

Esta historia comenzó a ponerse en marcha -y todavía se opera allí- en terreno prestado, donde reciben entre 1.500 y 2.000 litros diarios de aceite.

Con cara de frío y parco, Luis Coronel recibe a LA GACETA. “Hace cinco años que soy el encargado; aquí -dice y señala una plataforma elevada- se suben las camionetas; y allá (un piletón) volcamos el contenido de los barriles de aceite (lo hace, con ayuda de Miguel Ángel Robles); este pasa por el filtro y luego es bombeado hacia esos bines (otra vez su dedo índice se activa)”.

Los bines son bidones de plásticos con jaula metálica con capacidad de 1.000 litros (“el nombre técnico es IBC”, aclara Ariel) y en ellos, por decantación, se separan el aceite y el agua, que proviene del lavado de las freidoras. “Pero en el filtro queda un montón de pan rallado, y restos de verduras, o papeles…”, agrega Luis. “Ese es el material que luego se convertirá en biogás y cerrará el círculo”, explica Diego, que ha llegado al lugar apenas comenzaba la visita y cuenta que, por ahora, el aceite lo venden; pero esperan empezar a producir el biodisel muy pronto.

Pero -y sí, nos repetimos- esto tampoco es todo: seguimos camino, porque la segunda parte de esta nota se desarrolló en Tafí Viejo, en las instalaciones del Centro de Interpretación Ambiental y Tecnológico (CIAT), donde BYOS está construyendo su propia planta.

TRANSPORTE GRATIS. Una de las camionetas que realizan la recolección de aceite usado.-

“¡Justo llegó el camión!”, nos recibe Pablo Paiz Magly, gerente del CIAT, y es una gran noticia: con él llegaban el piletón de acero inoxidable y el tanque que, instalados en el nuevo predio, darán eficiencia al proceso. Y no es la única noticia: el CIAT cuenta ya con el componente fundamental para empezar a montar pronto, en Tucumán, una pequeña línea de producción de biodisel.

“Se debe hacer según la normativa de seguridad y almacenaje; y una vez listo, se podrían hacer las primeras pruebas, montar un laboratorio de control de calidad”, describe Ariel. Los cuatro se permiten soñar. Tucumán, también.

> Hace falta una decisión política

Las cloacas de Tucumán colapsan a cada rato. De hecho, ha sido noticia (y fuente de reclamos) hace cuatro días la obra que la SAT empezó en San Martín al 200. “La desobstrucción con camiones ya no era suficiente”, advirtió entonces Fernando Baratelli, titular de la empresa. “Un modo de minimizar la obstrucción es impedir el vertido de aceite en sumideros. Pero hacen falta ordenanzas que impongan la obligación a los grandes productores de aceite usado, y estimule a los pequeños a llevarlos a los puntos verdes. Hay que regular el sistema. Los certificados que expedimos pueden ser la herramienta de control, para los municipios, de que se cumple la ordenanza”, señaló Diego Koss.