A medida que pasan los días, en el kirchnerismo el nerviosismo comienza a incrementarse. Y es que el oficialismo no contaría con los votos suficientes para aprobar la polémica reforma judicial, con la que se intentaría blindar con impunidad a Cristina Kirchner, sus hijos y ex funcionarios. Pero, ¿Qué fue lo que sucedió en las últimas horas para que el proyecto de ley corra serio peligro de naufragar en el Congreso de la Nación?
Al parecer, los ocasionales aliados del kirchnerismo en la aprobación de anteriores leyes, esta vez no estarían dispuestos a acompañarlos en lo que entienden es una clara intención de cooptar a la Justicia y despojarla de la poca independencia que todavía conserva. En ese sentido, ya el ex candidato presidencial en las últimas elecciones, Roberto Lavagna, adelantó que los diputados que le responden no apoyarán la reforma judicial.
Como si esto fuera poco, en las últimas horas se conoció también el rechazo del gobernador de la provincia de Córdoba, Juan Schiaretti. Y es que afirmó que los legisladores nacionales que le responden, tampoco votarán a favor de la iniciativa. Si bien es cierto que, tanto Lavagna como Schiaretti cuentan con pocos diputados, son los suficientes como para arruinarle el plan al kirchnerismo de aprobar la reforma judicial.
Y es que son los votos necesarios que necesita el Poder Ejecutivo para poder asegurarse el número mágico de 129 diputados, tanto para el quorum, como para la aprobación de mayoría simple (la mitad más uno). Ahora bien, ¿Qué hizo que Lavagna y, sobre todo, Schiaretti, adelantaran que sus legisladores no apoyarán la iniciativa del oficialismo? La respuesta pasa por la masiva movilización del pasado lunes en todo el país.
En provincias como Córdoba, la marcha fue más que numerosa y estuvo compuesta en gran parte por partidarios del oficialismo cordobés y el gobernador local no quiere molestar a sus votantes. No en vano, ni lento ni perezoso, Alberto Fernández encabezó ayer un acto en el que anunció obras millonarias para la provincia mediterránea. Sin embargo, la suerte parecería estar echada y, además, existe otro factor clave que inclinaría definitivamente la balanza.
Se trata de la presión social, judicial y mediática que es muy fuerte en contra de la reforma judicial. En lo que respecta a la sociedad, parece no estar dispuesta a convalidad un atropello institucional como el que ocasionaría este proyecto en caso de ser aprobado. Y tal parece que la calle podría ser, nuevamente como con las 125, el escenario en donde se midan las fuerzas del kirchnerismo contra una ciudadanía empoderada.
Del Gobierno nacional dependerá que la tensión que se vive no escale a niveles que desencadenen un quiebre social del que no se pueda dar marcha atrás. Y es que la marcha del pasado lunes dejó en claro que ni el miedo a la pandemia de coronavirus hará retroceder a una sociedad que se hartó de ser una mera observadora de la realidad. Y que estaría dispuesta a defender en el terreno preferido de los peronistas, las calles, a la mismísima República.
