
Durante años, la calle San Juan fue sinónimo de caos. Estrecha, saturada de vehículos y con colectivos compartiendo espacio con autos mal estacionados, esta arteria se consolidó como una de las más conflictivas del oeste capitalino. Pero su mayor punto crítico estaba -y continúa en transición- en el puente que cruza el canal Sur, donde San Juan pasa a llamarse Bolivia y conecta directamente con Yerba Buena.
Este puente no es uno más. Es el último paso hacia el norte antes de avenida Belgrano/Perón en un trayecto de 800 metros, y desde hace años funciona como un improvisado cruce de doble mano, pese a estar diseñado para un único sentido de circulación. La consecuencia: una peligrosa mezcla de imprudencia, improvisación y falta de infraestructura que ha derivado en numerosos accidentes, incluso con vehículos que terminaron en el fondo del canal.
“Hace un par de meses intentaron hacer la calle de una sola mano, pero el embotellamiento fue tremendo. Duró una semana y volvió a ser como era antes”, contaba en marzo una vecina, reflejando la frustración de quienes conviven con este nudo vial.
A fines de mayo, finalmente llegó un cambio concreto. Luego de múltiples reclamos vecinales y de varios accidentes graves -como el ocurrido cuando una camioneta cayó al canal-, las municipalidades de San Miguel de Tucumán y Yerba Buena instalaron un complejo semaforizado en dos puntos clave: San Juan y Camino del Perú (en el lado capitalino) y Bolivia y Camino de Sirga (del lado yerbabuenense).
Un avance que trae nuevos desafíos
Si bien la implementación del semáforo fue celebrada por muchos vecinos, también trajo consigo un problema inesperado: la reubicación (o desaparición) de algunas paradas de colectivo. Javier, un comerciante de la zona, expresó su preocupación: “Desde la semana pasada que han puesto los semáforos el tránsito se ordenó, pero sacaron la garita donde paraban los colectivos hace años. Ahora la parada más cercana está a dos o tres cuadras y mucha gente queda perdida o directamente no los levantan”.
Las líneas que circulan por allí, como la 130, la 5, la 105, la 7 y la 107, parecen aún no tienen una reconfiguración clara en la zona, lo que afecta a usuarios habituales, entre ellos madres con niños que asisten a las escuelas de la zona o personas mayores que dependen del transporte público.
Más allá del alivio inmediato que los semáforos pueden generar, el fondo del problema sigue siendo estructural. Como reconoció el propio Luis Lobo Chaklián, funcionario municipal, “habría que hacer por lo menos nueve puentes más” en la zona para distribuir mejor el tránsito entre San Miguel y Yerba Buena.